EL ULTIMO PUÑO

Voces Emergentes

El golpe del puño produjo un nocaut en menos segundos que el de la primera pelea. En esta ocasión no se escucho la algarabía y los aplausos por la rápida derrota. Solo se escuchaba la respiración dificultosa y los gemidos producidos por la mandíbula fracturada y llena de sangre.

El rostro desfigurado con los ojos entreabiertos tratando de buscar su mirada y una explicación, no eran los de un contrincante cualquiera, eran los de la mujer a la que en otras tantas ocasiones había golpeado, maltratado e insultando, llamándola perra, puta y mamabicho. Por más de diez años pasó infinidad de momentos íntimos y la utilizó cuando la necesitaba para satisfacer las bellaqueras de tener a una mujer tan suntuosa y hermosa como ella.

La inquietud y la ansiedad, multiplicada por la droga y el alcohol que corrían por sus venas, se reflejaban en el odio y antipatía que proyectaban a explotar los rojizos ojos hacía la mujer que decía estar embarazada de él. El corazón convulso y la respiración agitada se confundían en la memoria con los momentos en que alcanzaba el clímax en los breves encuentros en que unían sus cuerpos. En esta ocasión no era de placer, era por aversión y rabia contra la mujer que quería romper su familia.

Entre el gorgojeo de la sangre y la saliva, la mujer le preguntó- ¿Qué haces? Pensaba que un embarazo le produciría alegría por la llegada de un hijo. Ella siempre se consideró su mujer, a pesar del trato despótico y tiránico, con que la trataba, y quería darle un hijo para sellar su amor.

En la mano temblorosa sostenía una jeringuilla que tanto temor le producían con solo verlas. Apenas sabía el contenido en la jeringuilla, el pana le dijo que tenía heroína, pero el sabía que contenía fentanilo y xilacina en cantidades tan altas que la podrían matar, que a fin de cuentas era lo que buscaba y así evitar el embarazo no deseado.

Le sostuvo el brazo flácido por el golpe en la mandíbula que la había noqueado. Le apretó una goma elástica y sin buscar una vena le inyectó a toda prisa la jeringuilla que tanta fobia le producían. De momento se quedó observándola. Parecía dormida. En un instante, al verla tan frágil, sintió que el mundo se le derrumbo y comenzó a llorar. Lejos estaban su esposa e hija, ya no podría abrazarlas ni verla crecer. Él se lo había dicho- Jamás podría estar con ella, perdóname-Ya había suplicado tantas oportunidades, que esta vez sería el final. Se sentía descontrolado y sabía que perdería al amor de su vida.

El odio nubló nuevamente el pensamiento, le pidió a su pana que la ayudara a bajarla. Mientras la amarraban con alambres de púas, ella levantó su cabeza y le dijo- ¿por qué quieres matar a nuestro bebé? Solo se escuchó el cuerpo al caer al agua hasta flotar con espuma en la boca.