Relatos en clave de salsa: la salsa erótica como materia cuentística

Crítica literaria
Typography
  • Smaller Small Medium Big Bigger
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times
Hay maneras de leer, también hay maneras de escribir; la mayor parte de tiempo una no tiene que ver con la otra: el lector no le dice al escritor cómo escribir y el escritor no le dice al lector cómo leer. A veces, sin embargo, esa dicotomía escritor/lector se desdibuja y el lector, sin haber sido invitado, invade el lugar del escritor y el escritor, a su vez, siente la libertad de adentrarse en el espacio del lector.

Es en este momento donde el autor hace las veces de un guía turístico y nos deja un manual de lectura como ya hizo Julio Cortázar en Rayuela.

En Relatos en clave de salsa su autor, Urayoán Enrique, invade el espacio del lector y, parecido a aquellas advertencias que en tiempos de pandemia estábamos acostumbrados a ver en los establecimientos (Prohibido entrar sin mascarilla), nos dice que “Para una mejor experiencia, se sugiere escuchar el tema musical de referencia antes de sumergirse a leer el cuento en que está inspirado”. Tal vez no sea necesaria dicha sugerencia. En este, el primer libro del autor, los temas musicales parecen ser meros pretextos para echar a andar los cuentos. El hilo conductor, como bien anticipa el título del libro, es la salsa, pero principalmente la salsa erótica y esto se puede percibir con solo observar los títulos de algunos de estos cuentos: “Ven, devórame otra vez”, “Desnúdate, mujer”, “Caricias prohibidas’ o “Tu prenda tendida”. Así que salsa y erotismo conforman una dualidad que estará presente a través de toda la obra.
En los primeros tres cuentos, por ejemplo, los protagonistas parecen seguir aquella máxima de George Bataille quien creía que “la sexualidad humana está limitada por las prohibiciones y el erotismo es la transgresión de esas prohibiciones”. En “Ven, devórame otra vez” asistimos al encuentro entre una sacerdote que anda más interesado en devorarse el cuerpo de una feligresa en lugar del cuerpo de

Cristo. En “Insaciable” presenciamos una relación adúltera entre dos hombres. Este segundo cuento, si no fuera por la relación homoerótica que presenta, bien pudo llamarse “Aquel viejo motel”, como el tema popularizado por David Pabón. En el tercer cuento, “Desnúdate, mujer”, estamos ante otra relación homoerótica, pero en ocasión entre dos mujeres.
Este libro no se aleja de la tradición de la literatura puertorriqueña actual cuya principal característica parece ser la inversión del canon. De hecho, “Insaciable” recuerda el trabajo de Luis Negrón en Mundo cruel. En esta literatura que, según críticos como Luis Felipe Díaz, no está limitada por las prohibiciones sociales de otros tiempos, el erotismo funciona como vía de escape y de quebrantamiento social. Hay en este libro, no obstante, temas que han sido recurrentes en las letras isleñas como la crítica al colonialismo, el uso del lenguaje popular o la machanerría. En “Esa chica es mía”, por ejemplo, cuyo título proviene de la canción popularizada por Johhny Rivera, estamos ante el típico macho de cantina dipsómano y jactancioso que se siente dueño de aquello que nunca podrá poseer. Entre este cuento y el último texto del libro, “Tu prenda tendida”, hay una oposición que se puede percibir desde el uso de los posesivos “mía” y “tu”. En este último cuento, la mujer goza de una libertad de movimiento y sexual que, por el momento, solo parece ser posible en la literatura.

Sin embargo, no es en el “leitmotiv” de la salsa o en el del erotismo en donde reside la importancia de este libro. Lo verdaderamente llamativo en este texto es el uso tan logrado que hace de la segunda persona gramatical. Bien se afirma que la segunda persona es la más complicada de trabajar.

Sin embargo, en Relatos en clave de salsa los cuentos más sobresalientes son aquellos que están escritos utilizando esta persona gramatical. En ese sentido, cuentos como los ya mencionados “Ven, devórame otra vez”, “Insaciable” u otros “¿Quién será ese ladrón?” y “Desayuno” resultan ser los más destacados del texto.

Al final, sin importar la persona gramatical, estos Relatos en clave de salsa de seguro le habrían agradado a Jorge Luis Borges quien se imaginaba el paraíso en forma de biblioteca, porque, como cantaba El Gran Combo, sin salsa no hay paraíso.