Vivimos en un apagón permanente en Puerto Rico [adios a la vitrina del Caribe]

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Son muy raros los días cuendo no hay apagones energéticos del sistema de electrificación en Puerto Rico. Si no es a veces por insuficiencia de generación de electricidad, es en otras ocasiones por problemas en la transmisión y distribución. Las deficiencias en el sistema de electrificación del país se han agudizado grandemente con la entrada de las privatizadoras Genera PR y LUMA Energy 

Ambas empresas privatizadoras se pasan la papa caliente de la causa de los apagones de electrificación una a la otra. La causa de los apagones salta de un lado a otro de la mesa como una bola de pingpong.

Puerto Rico ha caído en una crisis energética de electrificación que aboca al país a un embarrancamiento económico. El efecto de la crisis energética habría de ser —sin duda— una progresiva descapitalización en la industria y el comercio por el cierre de empresas que no pueden tolerar más la situación.

Una mirada al panorama de electrificación de Puerto Rico revela que la situación es mala, por no decir pésima y caótica. Las autoridades gubernamentales bajo la dirección del gobernador Pedro Pierluisi Urrutia no pueden seguir justificando la crisis y mirar para el otro lado. Tienen que encarar valiente y transparentemente la situación. Hay que admitir que la privatización del sistema de electrificación ha sido un desastre. De lo malo de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) se pasó con la privatización a lo peor. Sin esa admisión, es sumamente difícil salir del hoyo.

Indudablemente, que esta crisis con la electrificación de Puerto Rico podría costarle las próximas elecciones al gobierno de Pierluisi y al Partido Nuevo Progresista (PNP). Quien no reconozca esto no tiene los pies en suelo puertorriqueño. Vive en las nubes.

No hay día que no haya un apagón generalizado por distintos municipios que afecta a decenas de miles de abonados. La molestia en la población es grande y la situación se hace insoportable. Máxime, con la ola de calor por la que atraviesa Puerto Rico en estos momentos.

Para colmo de males, no hay visos de una verdadera transformación energética en Puerto Rico que augure mejoras previsibles al sistema de electrificación. La reconstrucción del sistema eléctrico va a paso de tortuga; a cuenta gotas.

Jugosos y cuantiosos salarios para los altos ejecutivos de las empresas privatizadoras del sistema de electrificación privatizado, pero ningún beneficio para el pueblo. Y aseveraciones insólitas de estos extraordinariamente pagados ejecutivos en un país en bancarrota fiscal y declive económico de que la reconstrucción y transformación energética costaría no menos dieciséis mil millones de dólares y que los $9,000 millones de fondos federales para ello asignados desde Washington son insuficientes. A lo que se suma lo dicho por el gobernador Pierluisi de que la reconstrucción de la infraestructura de Puerto Rico tomará al menos diez años como menos.

Puerto Rico, como una jurisdicción colonial de Estados Unidos, no parece tener un futuro promisorio previsible. Esta situación permite plantear a independentistas y soberanistas que no queda otra opción que buscar alternativas a la relación política y económica con Estados Unidos.

El argumento se sustenta en que la relación de dependencia de fondos federales estadounidenses con una pobre e insuficiente producción económica propia no tiene visos de resolver la situación de estancamiento por la que atraviesa Puerto Rico, cuya agónica economía se mantiene con vida mediante la asistencia de respiración artificial desde Washington.

Podría argüirse, pues, que de lo que se trata, después de todo, no es otra cosa que del “apagón de Puerto Rico”. ¿Qué opina usted?