La independencia es una opción en las próximas elecciones generales en Puerto Rico

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A sus 71 años de existencia, no se ha encontrado la fórmula política de un Estado Libre Asociado (ELA) mejorado de más autonomía soberana que logre encajar en la miopía constitucional del sistema de gobierno federal estadounidense. Por el contrario, el ELA se ha convertido durante el transcurso del tiempo, en una colonia federada con una cada mayor injerencia de la instancia gubernativa federal de Estados Unidos.

El ELA colonial se asemeja cada vez más al anexionismo de lo que se ha denominado localmente como estadidad. En tanto se hace improcedente constitucionalmente en el sistema de gobierno federal estadounidense un ELA autonómico y mejorado, la denominada estadidad se convierte progresivamente en una quimera que se difumina en el horizonte de los poderes políticos en Washington.

Mientras envejece en un cuerpo que no pudo desarrollarse y crecer, el ELA a sus 71 años se convierte en una fórmula política y económica obsolescente, caduca. No ha habido intentos entre sus ideólogos y partidarios de crear una alternativa política de un ELA mejorado no colonial y territorial que encaje en el federalismo estadounidense. Simultáneamente con una carencia de creatividad, hay miedo de que se considere que tal alternativa es una versión oculta de separatismo y rompimiento con la llamada unión permanente con Estados Unidos y la ciudadanía estadounidense a los puertorriqueños. Sobrepuja el electoralismo a una propuesta de un proyecto alternativo del ELA.

No ha habido en el Partido Popular Democrático (PPD) valentía para encarar la necesidad de cambios y transformaciones al ELA colonial. El estatus quo, dejar las cosas como están, es más cómodo y menos comprometedor políticamente para los defensores del estadolibrismo. Mientras tanto, el ELA colonial se federaliza y se asemeja cada vez más al anexionismo de la estadidad. Colonia con acceso a más fondos federales para detener el crecimiento de las aspiraciones políticas a la estadidad y mantener vivo el status quo ha sido la manera de manipular políticamente a Puerto Rico desde Washington.

El pragmatismo de Estados Unidos valida el concepto de no debe cambiarse lo que se entiende que todavía funciona. Empero, ¿que pasará cuando el ELA deje de funcionar económicamente en su totalidad? Poque esto es precisamente lo que está comenzando a suceder. Para el ciudadano común estadounidense, Puerto Rico se está convirtiendo en una carga económica insostenible para Estados Unidos. Mientras más transferencia de fondos federales se produce, más problemas económicos tiene Puerto Rico. Es un saco sin fondo.

Como resultado de la relojería política y económica del pragmatismo de Estados Unidos, el reloj del ELA comienza a mostrar cada vez más la necesidad de una reparación. El problema es que la alternativa dentro del federalismo del gobierno estadounidense sería una estadidad mendiga de total dependencia económica al asistencialismo y a los fondos federales. La estadidad para Puerto Rico, por lo tanto, representaría una mayor carga económica para Estados Unidos.

La otra alternativa sería, entonces, la independencia. Pero, ¿cómo hacer que ese salto no se vea como el resultado de un empujón al vacío de Estados Unidos a Puerto Rico? Mediante un período razonablemente prolongado de transición. Para ello es esencial una transformación económica paulatina del paradigma de crecimiento y desarrollo económico de Puerto Rico. Un paradigma económico que haga al país paulatinamente más autosuficiente.

Todo apunta a que no parece haber otra salida política y económica para Puerto Rico que la independencia en el futuro previsible, después de cumplirse 125 años este 25 de julio de 2023 de la invasión de Estados Unidos a Puerto Rico en 1898. Siendo la estadidad para una jurisdicción territorial caribeña y latinoamericana, cuyo pueblo no habla ni entiende mayoritariamente el inglés y su vernáculo es el español, siendo el anexionismo en el caso nuestro algo quimérico y no pragmático para la inmensa mayoría de los estadounidenses, las próximas décadas serán las de examinar en Washington la probabilidad de la independencia para Puerto Rico.

De lo que se trata es de un asunto pragmático de relojería política y económica para un ELA que ya no funciona adecuadamente. Tan sencillo como eso. Es únicamente cuestión de tiempo.