Papa Francisco, ¿me bendice mi unión LBGT+?

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He escrito sobre el papa Francisco en multiples ocasiones. Yo fuí católico practicante por muchos años así que cualquier tema que envuelva al Papa y la homosexualidad me interesa.  Espero que a ustedes también… 

Ahora resulta que el papa Francisco sugirió por primera vez que las personas en uniones del mismo sexo podrían ser bendecidas por sacerdotes católicos “caso por caso”, y que, aunque es una posibilidad remota, la ordenación de mujeres al sacerdocio debería estudiarse.

Sobre la cuestión de las uniones homosexuales, el pontífice reiteró que la Iglesia sólo reconoce el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, pero abrió la puerta a las bendiciones de individuos en uniones entre personas del mismo sexo.

“Cuando se pide una bendición, se expresa una petición de ayuda a Dios, una oración para poder vivir mejor, una confianza en un padre que puede ayudarnos a vivir mejor”, escribió el papa, añadiendo que un clero debe mostrar “la prudencia pastoral (para) discernir adecuadamente si existen formas de bendición, solicitadas por una o varias personas, que no transmitan una concepción errónea del matrimonio”.

El último acontecimiento parece ser un guiño a una decisión tomada por la Iglesia alemana en marzo y llevada a cabo en agosto, en la que las uniones entre personas del mismo sexo recibieron una bendición católica por parte de varios sacerdotes en la ciudad de Colonia.

El pontífice acaba de presidir una misa solemne en la Plaza de San Pedro para inaugurar formalmente un nuevo sínodo, que es una reunión clave para el futuro religioso.

El papa Francisco dijo que la Iglesia Católica necesita ser reconstruida para que sea un lugar de acogida para “todos, todos, todos”, al inaugurar una reunión divisiva sobre el futuro de la Iglesia que ha despertado esperanza entre los progresistas y alarma entre los conservadores.

Pero advirtió a ambos bandos en las guerras culturales de la Iglesia que hicieran a un lado sus “estrategias humanas, cálculos políticos o batallas ideológicas” y dejaran que el Espíritu Santo guiara el debate.

“No estamos aquí para crear un parlamento, sino para caminar juntos con la mirada de Jesús”, dijo.

En la mesa están los llamamientos a tomar medidas concretas para elevar a más mujeres a puestos de toma de decisiones en la Iglesia, incluidos los diáconos, y para que los fieles católicos de a pie tengan más voz en el gobierno de la Iglesia.

También se están estudiando formas de acoger mejor a los católicos LGBTQ+ y a otros marginados por la Iglesia, así como nuevas medidas de rendición de cuentas para comprobar cómo ejercen su autoridad los obispos y evitar abusos.

Incluso antes de empezar, la reunión fue histórica porque Francisco decidió que las mujeres y los laicos votaran junto a los obispos en cualquier documento final que se elaborara. Aunque menos de una cuarta parte de los 365 miembros con derecho a voto no son obispos, la reforma supone un cambio radical respecto a un Sínodo de Obispos centrado en la jerarquía y evidencia la creencia de Francisco de que la Iglesia se preocupa más de su rebaño que de sus pastores.

La misa de apertura y la disposición de los asientos lo dejaron claro: los participantes laicos encabezaron la procesión en la Plaza de San Pedro, seguidos por los clérigos investidos, sugiriendo su primacía de lugar. En el auditorio del Sínodo, los laicos se sentaron en mesas redondas junto a cardenales y obispos, en lugar de en la última fila de la sala de audiencias del Vaticano, como en sínodos anteriores.

En su homilía, Francisco recordó que su tocayo San Francisco de Asís, cuya fiesta se celebra el miércoles, también se enfrentó a divisiones y tensiones en su vida y respondió con la oración, la caridad, la humildad y la unidad cuando le dijeron: “Ve y reconstruye mi iglesia”.

“¡Hagamos nosotros lo mismo!” indicó Francisco. “Y si el pueblo santo de Dios con sus pastores de todo el mundo tiene expectativas, esperanzas e incluso algunos temores sobre el sínodo que estamos comenzando, sigamos recordando que no es una reunión política, sino una convocatoria en el espíritu; no un parlamento polarizado, sino un lugar de gracia y comunión”.

Repitió ese tema durante la primera sesión de trabajo del sínodo y estableció las reglas básicas para los participantes, confirmando un bloqueo mediático de la reunión. Francisco pidió un “ayuno de la palabra pública” para permitir un debate libre sin el resplandor o las presiones de la cobertura mediática.

“Más que hablar, la prioridad es escuchar”, señaló.

En su homilía de apertura del sínodo, Francisco dijo que esas ideas “preconcebidas” no tenían cabida en la reunión. Pero repitiendo su nuevo mantra sobre la iglesia como lugar de acogida, dijo que se debe permitir la entrada a “tutti, tutti, tutti”: todos, todos, todos.

La posibilidad de que este proceso sinodal conduzca a un cambio real en temas que antes eran tabú ha dado esperanzas a muchas mujeres y católicos progresistas y ha provocado la alarma de los conservadores, que han advertido de que su llamamiento a la inclusión radical de las personas LGBTQ+ podría conducir al cisma.

En la víspera de la reunión, uno de los críticos más abiertos del sínodo, el cardenal estadounidense Raymond Burke, lanzó un duro reproche a la visión de Francisco de la “sinodalidad”, así como a su proyecto general de reforma de la Iglesia.

Una controversia que ya es un choque por capítulos y que ahora, con el inicio del sínodo, parece haber entrado en un punto álgido. Tanto es así que, el pasado lunes, el vaticanista Sandro Magister, cercano al bando tradicionalista, hizo públicas otras dos misivas en las que cinco cardenales -entre ellos, Zen y Müller- manifestaban su malestar ante la posibilidad de cambios dentro de la Iglesia.

Un malestar que ha hecho que los más cercanos a Francisco cerraran filas a su alrededor. “El Papa ya ha respondido a los ‘dubia (dudas)’ de estos cardenales. Ellos no han publicado la respuesta del Santo Padre, que a pesar de sus muchas ocupaciones se había tomado el trabajo de responderlas”, respondió el nuevo prefecto del Congregación de la Doctrina de la Fe, el argentino Víctor Manuel “Tucho” Fernández. 

“En lugar de publicar esas respuestas, ahora hacen públicas nuevas preguntas, como si el Papa fuera su esclavo para los mandados”, criticó Fernández.