Vergüenza ajena [Orlando Parga, vergüenza le debe dar a usted]

Justicia Social
(San Juan, 9:00 a.m.) De los tiempos pasados que Orlando Parga recuerda recientemente en una columna publicada en el diario de referencia, cuando los jóvenes de la Juventud Estadista Puertorriqueña realizaban imborrables hazañas por su “ideal” recogiendo pesetas de pueblo en pueblo, mucho ha llovido. El partido que crearon, en sustitución del Partido Estadista Republicano, a pesar de las promesas y el estribillo, obra maestra de publicistas cubanos, “esto tiene que cambiar” que le permitió a Luis Ferré finiquitar el continuismo del PPD con su Partido Nuevo Progresista, resultó un mero cambio de actores en la lucha por el poder, como el propio ilustre letrado lo reconoce: “El bipartidismo amplió las fronteras de nuestra democracia, lo que a su vez significó incitar a una guerra cuatrienal sin cuartel por el dominio del poder gubernamental”.
Sus palabras sirven de trasfondo para ocuparse del escándalo más reciente en su partido: el caso de Tata Charbonier y el veredicto de culpable, en todos los cargo en su contra, emitido el viernes 12 de enero. Lamentablemente el caso de Tata no es uno aislado. Por el contrario, se une a una larga trayectoria de ladrones en el Partido Nuevo Progresista que incluye alcaldes, legisladores, secretarios de educación (nada menos que dos), amén de los consultores, muchos de ellos políticos derrotados, con salarios exorbitantes, con tareas desconocidas, y siga sumando. Obviamente no se le escapa a Parga que la corrupción también anida en el partido gemelo, el PPD, aunque muy rezagados (hasta el presente) de la corruptela imperante en las huestes azules. Parga hace un esfuerzo por salvar el descalabro, ya que la lista de nombres es interminable y puede crecer dado que tras la salida de la fiscal federal, lacaya del anexionismo, Rosa María Rodríguez, ahora existe un ánimo genuino entre los federales de sacar del juego a todos los ladrones del bipartidismo (¡Ay, Johnny Méndez, no pidas un milagro como Tata, mejor que la pastora Wilmarie Leduc, a quien le pagas la friolera de $120,000 anuales rece por ti para que el asunto no te salpique) con un promesa prospectiva al afirmar: “Hoy, la gran lección del caso Charbonier es que nos muestra el camino equivocado que muchos escogen a la hora de elegir los candidatos que irán a la papeleta, que luego serán electos”.
¿En serio? Pero, ¿cuántas veces se han equivocado? ¿Cuántas veces vamos a permitir que se equivoquen? No se trata meramente de la mina de políticos corruptos, sino también de individuos ineptos. Algunos de los legisladores del bipartidismo ni siquiera han abierto la boca durante lo que va del cuatrienio; otros no han presentado proyecto alguno. Son meramente batatas políticas, figuras decorativas cuya falta de haberes constituye otra forma de robarle al pueblo que paga sus salarios.
Por eso, cuando pienso en los amigos, colegas, familiares que cada cuatro años, por uso y costumbre, por tradición familiar, votan a ciegas, sin saber qué cualificaciones, haberes, trayectoria tienen esos candidatos del bipartidismo me da vergüenza ajena. A la hora de elegir candidatos la huestes rojas y azules no paren más y las palabras de Parga son un intento más de engañar al pueblo con falsas esperanzas de unos candidatos atados a los grandes intereses del país, a los inversionistas y a sus aliados, incapaces de traer cambios reales, un proyecto de país innovador. Esos líderes comprometidos con cambios dirigidos a un proyecto de país, los encontramos en los candidatos que presenta para estas elecciones la Alianza entre el Partido Independentista Puertorriqueño y el Movimiento Victoria Ciudadana. ¡Detengamos el bipartidismo este año electoral!