[Nota del autor: cuento imaginado fake news o noticia falsa. Usted decide]
- Se miraba al espejo, veía sus ideas, se veía cada vez más delgado. Delgado como estaba, insistía, Ricky, insistía en aquello por lo que siquiera Carlos Marx insistió: trazar la ruta, hacer la ruta, darnos una hoja de ruta. Llegados unos días, en los que cada día había menos de comer, y más bocas para comer, la editorial publicó su panfleto, único en su país, único entre sus pares y entre cualquiera de los suyos, lo de su edad y los de su no edad. Esa tarde, Ricky se quedó soñando, y esperando a que tú, sí, tú, lo leyeras. Nunca lo leísteis. Siquiera sabes de qué Ricky hablo. Lo más seguro es que piensas que es ese de Ricardo, Ricardo Rosselló.
- No sabes de quién hablo, porque no quieres. Le tuvisteis de frente, y tal vez, siquiera le saludasteis con unos buenos días, Dr. Fuentes. No sólo no le leísteis, sino que tampoco lo visteis en su necesidad de a por lo menos leerlo, aunque no le compraras el libro. El libro, un panfleto de agitación anticapitalista, tan bueno como el de Carlos y Federico Engels, te hubiera salido gratis. Así lo dispuso Ricky, así lo tuvo que publicar la editorial. Pero como te digo, ni le leísteis vos, ni vuestros paisanos. Una joya de libreto, una gran obra de arte; en las manos de los de a pie, hubiera sido un artefacto de acción política, a los de Paulo Freire. Pero no lo llegó a ser, aún cuando el muchacho se nos fue con sus ideas anticapitalistas, a trabajar con Roma, para Roma, desde Ponce.
- No sé, pero siempre he pensado que no nos corresponde inmolarnos en nuestras ideas. Y fijaos, más cuando nuestras ideas coinciden con las ideas de Roma, tan anticapitalistas como las vuestras. Cualquiera que haya estudiado a Max Weber sabe de los efectos negativos que sobre la economía puede tener la fe, y él, si, él, no está ajeno a conocer ello. Estudioso como ha sido del desarrollo económico, no solamente se tiene que haber volado su cabeza con Carlos y Fede, algo de Max tiene que haber leído. Y un buen economista no puede serlo sin haber estudiado al mejor sociólogo que estudió el espíritu capitalista de Ford. Así que, si vos no se unía a su cruzada anticapitalista, lo lógico era que él, tan inteligente como tantos otros que él, se unieran al ejército de Roma, en Ponce. ¡Anticapitalistas de todo el Mundo, uníos!