Obed Betancourt [nuestro entrevistado]

Cultura

Obed Betancourt (Puerto Rico, 1957-) es periodista y escritor. Trabaja desde la crónica periodística hasta el ensayo de investigación. Escribe poesía, cuentos y novelas. Estudió humanidades en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Laboró como Jefe de Redacción de El Reportero y El Mundo. Fue periodista de investigación de El Vocero. Se mantiene escribiendo a través de su blog: Prensa Intencional.Obed, el escritor multigénero, ha contestado todas nuestras preguntas. Todas sus respuestas son para ser compartidas con todos vosotros.

1.1 Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – Hace algún tiempo publicó Relato de una narcotraficante (2011). ¿De qué trató o tratas en Relato de una narcotraficante? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarle?

1.2 Obed Betancourt (OB, en adelante) – Es una novela (2011) basada en hechos reales que investigué mientras me desempeñé como periodista investigativo en la División de Investigaciones Editoriales (DIE) de EL VOCERO (1995-2009). Aquí narro la historia de una narco que, irónicamente, cayó en el mundo de las drogas mientras se desempeñaba de informante de la Policía, y luego se redimió al lograr el derrumbe de la narco-organización. En la novela se introduce el personaje Joel Beauregard, un periodista investigativo que me sirve de alter ego para otra novela (en desarrollo, de carácter policíaco-periodístico) y algunos cuentos basados en hechos reales que investigué y recopilé en la colección ¡Muérete, cabrón![12 relatos criminales] inédita, aunque espero que se publique este año.

Por supuesto, no significa que sean estos trabajos un retrato fiel de esos acontecimientos. Para que cobren sentido -la vida suele no tenerlo tanto- he completado las historias y ciertamente reordenado (reconstruido) con circunstancias y personas imaginadas. Lo que sí asombra es cómo “las imágenes de mi fantasía corresponden con bastante exactitud al mundo real” (Novalis). Es decir, la ficción puede lucir tan verdadera como la realidad y la realidad puede parecer tan impensable como la ficción. En ambos casos, la crueldad y la muerte son el vínculo que une ambas proposiciones. “Una de las funciones de la narratividad es ordenar el caos en que vivimos”, apunta Dennis Lehane. Y agrego, en consistencia con el género negro que espléndidamente trabaja, que las consecuencias de ese gran disparo -¡un Big Bang tremendo! cuyo orden afanosamente busca entender cualquier detective que investigue una escena criminal- sólo se comprenderán cuando se les imponga una estructura que el propio Lehane llama “artificial” (“antinatural”, según Rushdie) y Tomás Eloy Martínez “otra forma de coherencia”, pues, al decir de Peter Handke: “antes del asesinato el orden se muestra como desorden”. (El vendedor ambulante). He sido periodista investigativo en asuntos de narcotráfico, crimen organizado, corrupción gubernamental y policíaca, así como guerrilla urbana. De mi experiencia con esa realidad que vive en (y de) lo oculto, con claridad veo las diferencias entre apegarse a unos acontecimientos siempre fragmentados y expuestos en un periódico, como exhibe un arqueólogo los fósiles incompletos o descarnados en un museo; y, por las intenciones, reconstituirlos en una nueva verdad integradora, totalizadora (estética, significativa, coherente), creíble, al amparo de una ficción literaria desnuda, es decir, sin otro compromiso que el propio de la literatura: ser arte.“El periodismo te proporciona los datos, pero la ficción te cuenta la verdad”, ha indicado Don Winslow con ese tipo de certeza tan honesta que sólo es posible revelarla mientras se es despellejado por los carteles mexicanos. Martínez lo ha dicho también a su modo: “el periodismo pone en escena datos de la realidad que la cuestionan pero no la niegan”, y añade que la “única obligación” de la ficción es “engendrar una verdad que tenga valor por sí misma, que sea sentida como verdadera por el lector.” Grossman, en El infierno de Treblinka, afirma que “el deber del escritor es el de contar la espantosa verdad, y el deber ciudadano del lector es conocerla”. Entiendo la dificultad de entender que se proclame la ficción al mismo tiempo que se enuncie una obra basada en hechos reales. ¿Dónde termina una y comienza la otra? Ahí reside, propiamente, el trabajo de cualquier escritor que haya escogido esa forma para moldear unos hechos: en borrar las diferencias. Al final, hasta es posible que el autor no se acuerde dónde tiró la raya. Es también lo que quisiera para el lector, que tampoco la vea. Ese es el acuerdo que se establece entre el lector y la obra, o como dice Rushdie, “la transacción”, el “contrato”, mediante el que un hecho (dato) será acompañado de otros que sólo lo son en la imaginación. Entonces, no es lo idéntico lo que debe buscarse en esos textos, sino otra intensidad que le disputará al original su insuficiencia.

2.1 WRS – ¿Qué relación tiene su trabajo creativo-investigativo previo a Relato de una narcotraficante y vuestro trabajo creativo-investigativo posterior? ¿Cómo lo hilvana con su experiencia de puertorriqueño y su memoria personal o no de/ con lo caribeño o no dentro de Puerto Rico y fuera?

2.2 OB – Mi trabajo creativo anterior al Relato fue predominantemente poético (bajo el nombre Obed-Edom, que todavía conservo), con los libros Sacrificio al Sacerdote del Abismo (1978) y Al sur de la razón (2011), además de poesía y cuentos en revistas universitarias (desde 1975) y más adelante poesía en Mairena, Reintegro, la antología preparada por Rubén "Chivirico" Alejandro Moreira y otras, y poemas en otras revistas y periódicos. Sin embargo, por mi relación profesional, cotidiana, con las comunicaciones incorporé la narrativa a mi cartera expresiva. No obstante, continúo escribiendo poesía, género con el que me siento particularmente comprometido.

3.1 WRS – Si comparas vuestro crecimiento y madurez como persona, periodista, investigador y escritor con su época actual en Puerto Rico, ¿qué diferencias observas en vuestro trabajo creativo-investigativo? ¿Cómo ha madurado su obra? ¿Cómo has madurado?

3.2 OB – Bueno, como persona sigo siendo tan nasty como siempre. Como escritor es esperado cierto crecimiento por la madurez y experiencia ganadas, las lecturas y las circunstancias personales y sociales que uno va atravesando. Es, hasta inevitable. Mi poesía inicial fue simbolista y surrealista (en Sacrificio) y, por supuesto, con sus aciertos y deficiencias innegables, como la sobre-adjetivación y la cascada de imágenes, automatismo. Con el tiempo fui ganando más control de la imagen. En Al sur de la razón mantengo el uso de la imagen (muy plástica a veces), la metáfora,como vehículo de expresión. Es entonces la poesía un metalenguaje, críptico, místico si se quiere, al que se debe alcanzar, otro mundo que no es necesariamente el paraíso que creemos merecer. El próximo libro de poesía, Viaje en la cuerda de la lira, (inédito, aunque tengo expectativas de que se publique este año) es una travesía que parte de la cercanía de la muerte y su negación o la queja, hasta adentrarnos (perdernos)en el cosmos y la soledad, siempre la soledad. De este libro espero que la imagen sobre la que monto mi expresión sea acaso un poco más transparente, evidente, sin que se entienda que haya hecho alguna concesión, al lector o a . Será o madurez o cansancio. El libro es también un homenaje muy sencillo a los poetas que he leído con fervor, Vicente Aleixandre, Juan Larrea, T.S. Elliot, Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé, Huidobro, Ché Melendes, Lima, Ánjelamaría Dávila, Chevremont, Rilke, Matos Paoli, Eluard y otros, y con los que tengo una deuda literaria.

Los trabajos creativo y periodístico han variado desde los comienzos en que empecé a escribir con conciencia y método hasta lo que hacen las nuevas generaciones. No practico la crítica literaria, así que no daré cuenta específica de dichos cambios, pero sí creo que la poesía se ha alejado sospechosamente de la metáfora y está inmersa (y ahogada) en el lenguaje de la realidad cotidiana, excepto, tal vez, la joven poeta Verónica Reka, quien me recuerda, para mi agrado, a Julia de Burgos y Ánjelamaría. Desconozco si alguna vez la nueva generación estudió a sus predecesores.No obstante, veo a los narradores, hace ya unas décadas, con mucho músculo, excelentes.

En cuanto al mundo de las comunicaciones, tengo graves reparos al "periodismo sepulturero" que se hace hoy día, el chisme del que alguien dijo y el otro contestó, la falta de perspectiva que les haga mirar los asuntos desde una disciplina social, la poca preparación (se repiten los temas sin que haya un desarrollo), el pobre manejo del idioma, la escasa memoria institucional de los medios y las deficiencias del actual periodismo investigativo, las agendas que no son la búsqueda de la verdad. Por otro lado, los "analistas" que copan los medios (TV y radio) son una epidemia contra la que no estamos vacunados.

4.1 WRS – Obed, ¿cómo visualizas vuestro trabajo creativo-investigativo con el de su núcleo generacional de periodistas, investigadores y poetas con los que compartes o has compartido en Puerto Rico y fuera? ¿Cómo ha integrado vuestro trabajo creativo-investigativo a su quehacer de periodista e investigador y vuestro trabajo escrito de interés y cruce entre la literatura y la no ficción?

4.2 OB – Creo que mi trabajo creativo inicial se coloca justo al final de la generación de 1970 y en los comienzos de la de 1980, con indulgencia de los conocedores de los asuntos generacionales, de lo que no soy experto y reconozco que hay debate sobre ello. En ambas generaciones me han ubicado. Mi lenguajey temas van del uno al otro, ambas generaciones produjeron poetas excepcionales con una variedad de expresiones formidables, aunque de los de 1970 soy amigo personal de muchos por coincidir en mis primeros años universitarios y en el Café La Torre, entre algunos ya mencionados, más Jan Martínez y Servando Echeandía, que no puedo dejar de mencionarlos por su maestría.

Mi trabajo periodístico (comencé en la década de 1980 en El Reportero de editor y Jefe de Redacción, luego en El Mundo, de asistente del Jefe de Redacción y luego Jefe de Redacción y periodista investigativo) coincidió con una época brillante de jóvenes periodistas muy bien preparados, aguerridos, con un estilo un poco irreverente y de trato menos temeroso ante el poder. Los noticiarios de radio y TV reclutaron jóvenes periodistas de un alto nivel que hicieron competir a sus medios con la siempre establecida prensa escrita. Junto a ellos me formé. Ahora, yo llego al periodismo porque ya escribía, no es al revés (no estudié periodismo), pero, con la ventaja de que conozco lo que es una redacción desde niño. Tuve siempre los buenos concejos de mi padre, un excelente periodista de El Mundo de finales de la década de 1960 a comienzos de 1980. En el VOCERO siempre pertenecí a su división de investigaciones, no cubría las noticias diarias. Luego regresé como subdirector (2013). Mi trabajo creativo, así como mis estudios en filosofía, me dieron, por un lado, la destreza de redactar mis investigaciones exactamente como quería, usualmente de manera frontal, no literaria, y por otro, buscar la rigurosidad de lo que se informa. Ya en El Mundo tuve la oportunidad de hacer crónica, que es distinta (si se trabaja en un periódico) a un reportaje investigativo. Ambos son géneros de no ficción y la línea con la ficción la mantuve siempre bien demarcada, aunque para algunos de mis colegas y las personas objeto de mis investigaciones era ficción lo que escribía.

5.1 WRS – Ha logrado mantener una línea de creación-investigación enfocada en la cultura del narcotráfico en y desde Puerto Rico. ¿Cómo concibes la recepción a vuestro trabajo creativo-investigativo dentro de Puerto Rico y fuera, y la de sus pares?

5.2 OB – Las investigaciones de mis compañeros y las mías en la DIE demostraron lo que un periódico con recursos puede hacer por el país. Tanta fue su influencia que otros medios abrieron posteriormenteunidades investigativas. No sólo investigué organizaciones criminales, sino policías, políticos y funcionarios corruptos, así como relaté las diversas acciones de la guerrilla urbana y los desvaríos de la justicia en varios casos de acusados y convictos inocentes, así como escándalos económicos. Las reacciones a las investigaciones fueron mixtas, pues una parte de la población sólo quiere escuchar y que le reiteren lo que ya cree y prefiere no enterarse de lo que le afecta. Ahí es cuando entran las acusaciones de prensa amarilla. Por otro lado, mi investigación sobre la expansión ilegal del BBV en América Latina, que se hizo desde Puerto Rico, tuvo buena repercusión internacional en una época en que apenas comenzaba el internet. La realidad es, sin embargo, que nunca me he interesado cómo otros ven mi trabajo, el periodístico o el creativo, aunque he ganado algunos premios. Soy, también en mi profesión de periodista, tan gregario que es ese oficio, un solitario.Es sólo un asunto de carácter.

6.1 WRS – Sé que vos es de Cayey, Puerto Rico. ¿Se considera un autor puertorriqueño o no? O, más bien, un autor caribeño, sea este puertorriqueño o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente vos?

6.2 OB – Soy un autor que no es "determinado" (en el sentido de necesidad) por las circunstancias. Y menos en tiempos en que la internet nos pone sobre la mesa de estudio, en nuestras casas y a la hora que decidamos, los libros de todo el mundo, las culturas de todo el mundo, la música, las costumbres, los sistemas políticos y económicos, exitosos y fallidos, y que antes buscábamos en las bibliotecas. Sin duda, también tengo esos elementos identitarios que identificas, el de ser cayeyano, puertorriqueño (sin que me de ansiedad) y caribeño, pero también tengo la ciudadanía estadounidense y todos mis hermanos vivos (5) y sus familias viven al brincar el charco. Si José Luis, a quien conocí, se auto-percibía de esa manera, no soy yo quien se lo va a disputar y menos en esta era woke. Hay derecho de ser (o tratar) lo que uno quiera ser. Además, sus aportaciones a la literatura y a la comprensión de lo que somos superan por mucho cualquier deficiencia que pudiera tener.

7.1 WRS – ¿Cómo integra vuestra identidad étnica y de género, y su ideología política con o en vuestro trabajo creativo-investigativo y su formación en la Universidad de Puerto Rico y fuera?

7.2 OB – Soy de un blanco boricua, heterosexual, pobre de toda la vida y de ideas liberales. La pregunta es si eso, nuevamente, es algo mecánicamente determinante, como pudiera pensar algún marxista de panfleto. Tengo un amigo de tipo blanco colora'o, gran escritor, que no hay quien le ponga un pie al frente al hablar de salsa. Más que en otros países del Caribe, en Puerto Rico hubo mucha mezcla racial, conocimiento que hemos resumido en una frase: "el que no tiene dinga, tiene mandinga." ¿Pesa más en mi escritura mi educación que el color de mi piel, ser varón y no hembra u homosexual? Conocí unos cuantos poetas puertorriqueños comunistas que tienen los versos más líricos e insospechados que uno pueda imaginar. La subjetividad de las personas no lacancelan los estereotipos identitarios. Ella tiene su área indeterminada.

8.1 WRS – ¿Cómo se integra vuestro trabajo creativo-investigativo a su experiencia de vida tras su paso por la Universidad de Puerto Rico? ¿Cómo integras esas experiencias de vida en su propio quehacer de periodista, investigador y escritor en Puerto Rico hoy?

8.2 OB – Mi vida universitaria fue todo lo fructífera que puede serlo para una persona de clase media baja y pobre que cursó toda la escuela pública. De niño todo era naturaleza, una vida pastoril que te daba lo que necesitabas, un mangó, unas almendras, chinas, toronjas, guayabas, pomarrosas, ser corrido por los toros, picado por las hormigas rojas y las avispas, el sonido de la quebrá y el canto del múcaro en las noches, allá por las bambúas. Caguas me abrió al mundo de la violencia, al bullying, a una pobreza (miseria) distinta a la que yo traía, al prejuicio (sí, así es, por ser blanco) y la obligación de la autodefensa. La UPR en Río Piedras me dio la perspectiva del mundo, la cultura en su concepción más amplia y la diversidad del sujeto y su corolario, la tolerancia. Desde entonces no quise regresar a la estrechez, al dogmatismo, a la doctrina, la religión, al pre-juicio, a Politzer, al canon, tampoco a la autoridad ni a los que oponen a esa autoridad el autoritarismo. Pero sí me reiteré contra la injusticia y el abuso, que tienen mil formas de manifestarse, y no tenerle miedo a nada. Debe verse, al menos debería reflejarse, en mis investigaciones periodísticas y textos poéticos ynarrativos. Creo, con Rawls, en "una concepción política de la justicia", como "equidad". Creo también que el periodismo está a medio camino entre el intelectual teórico y el militante, y su necesidad y seriedad con la verdad; mientras, la literatura (el arte) nos muestra la otra cara, la de la utopía o sus horrores. Es posible hacer arte incluso con los huesos de los muertos.

9.1 WRS – ¿Qué diferencia observas, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a vuestro trabajo creativo-investigativo y a la temática del mismo? ¿Cómo ha variado?

9.2 OB – Nunca he sido un poeta de éxito. Ni siquiera más o menos conocido. "Poeta maldito", para algunos amigos que aún me llaman así. Estoy en menos antologías de las que me hubiera gustado estar. ¿Invisibilizado? Tal vez, pero tampoco es que haya escrito suficiente. Pero, no big deal, llevo la marca del solitario y soy un pésimo relacionista público de mismo y de cualquier otro. Uno hace su trabajo y eso es suficiente. Mis temas no son populistas y con eso viene un gravamen. No me hago de ilusiones milagrosas. Cada día también se leen menos mis reportajes que coloco en mi blog Prensa Intencional. Aunque debo reconocer que el Relato tuvo dos ediciones completas en apenas meses, y la crónica investigativa sobre la Viuda Negra Áurea Vázquez Rijos (Las sangres que lloran, 2015), de cómo conoció a su marido, cómo la rechazó el jet set de San Juan hasta cómo planificó y asesinó junto a su familia a su marido millonario, también tuvo buena acogida.

10.1 WRS - ¿Qué otros proyectos creativos tienes recientes y pendientes?

10.2 OB – Actualmente, trabajo en dos libros de crónicas. El primero, de título Mala Muerte, crónicas de una isla salvaje I, narra en su primer texto también titulado Mala Muerte, la historia larga y compleja de dos jóvenes acusados de violar y matar a una niña de nombre Barbarita, las injusticias cometidas en el proceso investigativo y judicial y el uso de un testigo -Mala Muerte- que apenas entendía lo que hacía. Una segunda crónica en este libro, ¿Quién mató a Cotto Cartagena?, organiza, explora y contextualiza la información que a este momento se tiene de esa muerte sospechosa, aun no esclarecida. El segundo libro de crónicas se titula El Fraile, crónicas de una isla salvaje II. La crónica principal, El Fraile, crónica del asesinato de un agente encubierto y su campo de batalla, detalla la muerte del expolicía involucrado en los acontecimientos del Cerro Maravilla, las organizaciones y personas que participaron en esa muerte y el contexto histórico político en que ocurrió. Asimismo, esa segunda parte contiene crónicas sobre el boxeador Wilfredo Gómez, la elefanta Mundi, el calentamiento global, un guerrero boricua del karate, crónicas investigativas, entrevistas. y crónicas relacionadas con la Viuda Negra, textos sobre periodismo y otras crónicas, algunas de corte intimista. Luego, debo terminar una novela con el personaje Joel Beauregard, donde también hay muerte (y aquí me doy cuenta que hay bastante muerte en mis trabajos) y otra que todavía está en la fase de investigación, sobre un escritor y músico neoyorquino y su relación con un conocido político puertorriqueño. Ahora veremos si ese cuento de adelantar obras es de mala suerte. Toco madera.