23 de diciembre
Noches sin descanso. La locura se apodera de mí. Puedo ser una y todas. La ternura más dulce, la crueldad más oscura, o ser invisible.
Solo así me visto de otredad racional. Cuando tenemos insomnio, no podemos dormir. Más allá de la obviedad ridícula de este enunciado, se trata de la desesperación ante la imposibilidad del descanso, de olvidar que estamos vivos por un momento y dejarnos llevar a través de la seducción de lo irracional. Así al dejar de dormir perdemos de perspectiva cuándo verdaderamente estamos despiertos. Diríamos que dormir es un repelente a la mezquindad de muchas cotidianidades.
Duermo, luego siento. Siento, luego descanso. Descanso, recupero la razón de ser solo una persona, una vida. Los delirios serán anulados. No más sed de sangre, no más dolores. Dormir es la medicina.
Y si duermo lo suficiente, ¿me despertaré sin esta hambre de amor? ¿No volveré a desangrarme de reflejos? ¿Podré controlar mi sed de coleccionar almas? Esta noche se ha vuelto tan larga como el océano de mi soledad.
Apagaré la luz.
*Fragmento de la novela (In)Somnio.