La ley contra el discrimen por razón de orientación sexual favorece a todos

Justicia Social

alt¿Por qué tanto revuelo por la aprobación de una ley que prohíbe el discrimen en el empleo por orientación sexual? ¿Acaso se nos olvida que todos tenemos una orientación sexual?

¿Quién asegura que solo la población “rara” puede ser discriminada por orientación sexual? ¿Acaso se nos olvida que por razón de orientación e identidad sexual, ya sea heterosexual, bisexual, homosexual y otros, miles de personas han sido esclavizadas, perseguidas, discriminadas, acosadas, violadas y asesinadas?

La tendencia a subordinar la razón a doctrinas, prejuicios e intereses conduce al derechocidio y a la injusticia. La patética oposición de los sectores homofóbicos y religiosos recuerda las férreas y violentas acciones contra la reivindicación de todos los derechos humanos a lo largo de la historia.

Los que se oponen recuerden que la historia los colocará en el bando repudiable de los violadores de derechos humanos. En la misma dimensión de repudio en que se recuerda a los paganos que echaban a los leones a los primeros cristianos; o a los cristianos que esclavizaban indígenas y africanos afirmando que poseían un alma inferior. Baste mencionar, además, a los Gorge Wallace de la vida, que tanta violencia antisegregacionista generaron en el sur de los Estados Unidos y que le costó la vida a muchos afroestadounidenses y a Martin Luther King hijo. En mi pueblo, recuerdo un anciano que hasta sus últimos días maldecía que se les hubiera otorgado a las mujeres el derecho al voto.

El derecho que prohíbe la discriminación en el empleo es un derecho para todos y no meras majaderías de sus proponentes. Sería ingenuo pensar que no se discrimina por identidad sexual, como se discrimina por apariencia física, color de piel y procedencia del título universitario.

Para ilustrarlo basta con imaginar si un supuesto homofóbico como Tommy Rivera Schätz escogería para un puesto de trabajo a una persona abiertamente homosexual aún cuando por sus méritos sobresalga frente a candidatos heterosexuales. Lo mismo puede pensarse de un empleador que por razones de preferencia sexual intencionalmente termine discriminado contra un heterosexual para favorecer a un candidato gay. Todos sabemos que en el mundo de los empleadores hay decenas de factores meramente preferenciales, si no de “palas”, que determinan la selección. Por eso, es justo para todos que se eleve al plano legal el derecho a no ser discriminado por razón de orientación sexual.

Las principales consideraciones en torno al proyecto de ley para prohibir el discrimen por orientación sexual no son morales. La moral no es equitativa, los derechos sí. La moral aún cuando es ampliamente aceptada por un grupo social puede no ser justa ni igualitaria, e infringirla, aún cuando lo hace toda clase de individuo, suele fomentar prejuicios contra grupos desfavorecidos. En fin, despojemos este proyecto de prejuicios y de intentos de imponerles nuestra moral a otros. Cuide de no violentar la moral quien la predica, pero luchemos por proteger los derechos de todos, aún de quienes los repudian. Sabio es el dicho sobre la protección legal de los derechos: “es mejor tenerlos y no necesitarlo, que no tenerlos y necesitarlos.