En la cultura puertorriqueña, como en otras del Caribe, el hombre siempre se distinguió, a pesar de su pobreza e incapacidad de alcanzar desarrollo pleno, en poseer un instrumento de labriego.
En la actualidad la modernidad no se mide por tener un caballo. Por lo pronto, no uno de carga o de transporte recreativo. Se mide por tener un vehículo de terreno no pavimentado llamado popularmente los "banchies" y desde la lógica del comercio como los four tracks (cuatrimotos en América Latina). Este vehículo lleva cerca de una década imponiéndose en Puerto Rico como el vehículo de transporte de los domingos. Para pasear por el monte pero también para divertirse por las carreteras semi urbanas.
Hay un detalle: al día de hoy, y por diferentes razones difíciles de comprender, el susodicho vehículo no goza de regulación clara por parte del estado. Transitan, literalmente hablando, de forma impune. El gobierno pelea por regularlos. El pueblo se tira a la calle de forma masiva los domingos, hombre normalmente al volante, y la mujer atrás de pasajera.
Si analizamos esta situación conflictiva desde la mirada de la cultura, ¿no sería más acertado entender cuál es el valor en la memoria cultural para que el hombre boricua salga en cuatrimoto los domingos? Tal vez ahí yace la respuesta. La represión contra estos vehículos y sus conductores, no resolverá la memoria cultural.