Lo que no se sabe sobre el narcotráfico y otras ficciones de instalación

Crítica literaria
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altCon alusión a la Charca de Manuel Zeno Gandía, en un caserío lleno de esquemas ingeniados entre mujeres, donde ellas, en su género, han sido muchas veces consideradas símbolos de sutileza maternal, inocencia y firmeza incapaces de ser vehículos de tanta maldad y crueldad, llega una novela para desenmascarar todas estas generalizaciones. Gean Carlo Villegas, el autor de esta tergiversada novela de instalación, como así la denomina, da vuelta a la cara de la moneda de los estereotipos y nos muestra su representación de la Santísima Trinidad como una pareja de lesbianas. La familia se compone de Jossie, María y Christopher; hijo de María a causa de un incesto pseudo-paternal.

Dentro de anécdotas ficticias y hechos verdaderamente insólitos, el autor nos presenta el clásico problema social del gobierno y sus “buenas intenciones” al querer reubicar a todos los residenciales del Área Metropolitana en Puerto Rico en un proyecto único y magno llamado la Nueva Torre de Babel, para así terminar con el problema de la violencia a causa del dominio por el narcotráfico y sus guerrillas como remedio infalible para acabar con la criminalidad rampante que diariamente azota a nuestro país.

Desde sueños inalcanzables hasta los pensamientos humanos más cotidianos y banales, de esos de los que jamás alguien se enterará y probablemente mucho menos el que los crea, el autor nos lleva a conocer la cotidianidad puertorriqueña.

A veces sintiéndose uno como lector dentro de una matryoshka, se observan las historias de personajes que son testigos de la narrativa de los cuentos de otros personajes, deshilándose sin perder el hilo de la narración presente sobre un pasado que no está siempre muy lejano. En muchos de sus relatos nos lleva hasta el punto en donde estamos seguros de que el final es absolutamente predecible y entonces es cuando el autor se encarga de volarnos la cabeza, ya sea con una carcajada o con alguna barbaridad fuera de valores o esquemas que hacen que esta novela sea una de instalación en donde objetos, eventos o palabras no tienen familiaridad con el desenlace. Hay detalles que simplemente no estamos acostumbrados a ver en donde él los coloca, lo que hace que todo de repente se encuentre en cuestionable perspectiva. Recorremos un Río Piedras de los años ochenta y noventa con naturalidad y familiaridad como estudiantes de la yupi, vendedores ambulantes o simples compradores habituales del Paseo de Diego. Así como, nos transporta al Paseo, nos lleva Al Centro de Todo, la desmesurada manzana del capitalismo: Plaza las Américas, lugar de las subculturas capitalistas y del “¿qué dirán?”

La novela se basa en legislaciones políticas inconsecuentes para aquellos de cuello blanco aunque no aparenta estar muy claro que el punto de enfoque del autor sea la construcción gigantesca de la Torre de Babel, otro perspicaz proyecto gubernamental. Osario de vivos es un vibrante reflejo social de lo conocido y lo desconocido para muchos, de la grandeza y de la pequeñez del boricua que vive y trata de coexistir diariamente con una realidad incierta, y si fuera cierta, ambigua y ajena a sí misma.