Escucho soledades que desvisten

Creativo

Escucho soledades que se desvisten

Y se revisten con los olores de un cadáver.

¿Acaso un cráneo no es más hermoso que la piel que lo grapa?

Unos dientes afilados son más sinceros que unos labios carmesí.

Teñir las carnes es como hacer uva de vino.

Hasta vino amargo es más vino que tu carne, carne.



Me gusta lo agrio porque nos despeina el rostro

Y arde.

Un palacio de espinas y abejas,

Pétalos que sangran miel y vinagre.

Columpio de lluvia,

Gotas panzonas que vomitan licor

Y caen.

Se mecen.

Gritan.

Se mojan.

Lloran de hambre y caracoles.

Tajadas de hielo en copitos de alas

Son hadas aladas que erizan el aire,

Y se deslizan por tu aliento

Y con navajas te cosen las palabras que me digo…

Y de letra en letra se va tejiendo un precipicio;

Un túnel de llagas, limón, erizos.

Soy tantas soledades como muertes que no llevan nombre.

Fragmentos de pólvora atravesados en Argel.

Soy un dialecto que no hablas.

(Tal vez por eso me gusta verte a los ojos,

porque no me entiendes cuando te miro que te amo.

Se te escapan los gramos que hornean un “para siempre”.

Se esconden tras mis dientes

Y en ascensor descienden al estómago.

Ahí se pudren mis “te quieros”.)

Soy un hiato cursi,

un cliché vertiginoso.

Un abrir y dejar abierto,

oblicuo ojal de monedas de seda.


Me gusta hurgar tu frente, que no es puente sino túnel.

Arremolinar los cordeles,

Pinchar el oxígeno y cauterizarlo…

Necesito respirarte,

Necesito respirar.


Soy edades de sol.