Mujer, lamentablemente, y después de unas décadas de somero ejercicio de igualdad constitucional de los derechos de la mujer, han salido al paso los fundamentalistas, gente que pertenece a tu iglesia, tal vez. Vienen con una agenda a querer echar por el suelo los avances de las luchas feministas del pasado comenzando por el derecho al aborto. Les recuerdo a todas, que si has ido a la escuela o vas a la universidad, si trabajas como dentista, cirujana, policía, reportera, especialista de cualquier profesión, arquitecta, ingeniera o en la profesión que te guste, te inspire o hayas soñado de niña, no lo haces porque de buena gana un día en el siglo 19 los legisladores te lo comenzaron a permitir (Leer la Declaración de Séneca Falls de 1848). Se trata de luchas, de protestas de mujeres que dieron la vida por lo que tenemos hoy. A parte de, si en lo personal esté o no de acuerdo con el aborto, el que Cristo no se haya expresado al respecto deja mucho qué pensar, sobre todo a los sectores fundamentalistas que encuentran justificación fuera de los Evangelios. Además, ¿por qué imponer una creencia a toda una población cosmopolita como lo es la de la nación estadounidense? ¿Acaso no hay libertad de culto en las democracias? ¿Acaso no hay separación de iglesia y estado?
Más allá del Éxodo, donde se dice que si estando en cinta una mujer es atacada por alguien, que se le dé castigo por esto al agresor o agresores, según el marido lo imponga, y que se le mate en el caso de que la mujer pierda al hijo, no hay un mandamiento como tal en los Evangelios al respecto. ¡Cuántos hombres no deberían estar muertos hoy, maridos incluidos! Pero eso no lo legislan, al menos no de la manera bíblica, eso no lo debaten y de eso ni se habla. ¡Cuántos de estos señores hipócritas no han llevado a sus noviecitas o hijas a estas clínicas de aborto, o se hacen de menjurjes para provocarles uno! ¿Dónde está la legislación que los encausa y si la hay, cuán efectiva ha probado ser? Si van a seguir al pie de la letra las escrituras, debería dárseles la pena capital, ¿no les parece? Por cierto, habría que volver a lapidar mujeres también.
Estas leyes, en pleno siglo 21, pretenden gravar más a las mujeres volcando el peso de la culpa de abortos espontáneos con someter a la mujer a una investigación. Quienes hemos perdido un embarazo ya tenemos suficiente dolor en nuestros corazones como para soportar que nos sometan a una investigación. Quienes han concebido el hijo del violador, igual. ¿Acaso estamos presenciando el renacer de la Santa Inquisición, versión USA? Sí, la de aquellos siglos en que teníamos todas las de perder si no obedecíamos ciegamente a nuestros esposos… Mujer, ponte en ese lugar del pasado y ahora siente el fuego, y no del Espíritu Santo, porque te acusaron de mala mujer por las mil y una razones que ellos tuvieran y diste a parar por bruja a la hoguera.
La mezcolanza de ideologías inconsistentes, el poder manipulativo de estos sectores opresores de los derechos de la mujer, más la falta de una educación política y sexual de los aparatos reproductivos, han provocado que haya legisladores que culpen hasta a los médicos que remueven un embarazo ectópico de las trompas de falopio. ¿Ridiculez o deseo de aparecer en las noticias? Nunca lo sabremos con total discernimiento. La ignorancia es, en este contexto, exactamente como dice el dicho: atrevida. Legisladores atrevidos por ignorantes. Como cristiana no le resto méritos a la Biblia, solo que no estoy de acuerdo con los sectores que han tomado solo lo que les conviene para manipular las mentes de los creyentes en distintos momentos de la historia. ¿Acaso quieran que volvamos al pasado y nos vistamos con velos y no vayamos a la escuela, ni tengamos una profesión, ni podamos ser nosotras con igualdad de derechos? Mujer, ¿tú quieres eso? Sé honesta y si lo quieres de verdad, ya puedes irte a vivir con los talibanes extremistas en Afganistán; porque tu silencio en esta democracia, provocará que cientos de niñas violadas por bestias con pene, incluidos los familiares, paran hijos no deseados que sean constantes recordatorios de su dolor o que, a su vez, se conviertan en hijos abandonados en orfanatos con traumas de por vida.
Mujer, abre tus ojos y no te dejes quitar derechos, sin al menos legislar para que, a menos que los hombres quieran un hijo, no expulsen sus espermatozoides en nuestras vaginas. Suena ilógico, ¿verdad? Pero es que no habría issue si este acto de ataque o placer no ocurriera. Piensa, Lisístrata, piensa.
Vamos, intenten legislar para esto, y vayan más allá, que si un hombre preña una vez o más y no puede o no quiere responzabilizarse por la educación y manutención de ese o de ninguno de su hijos dentro o fuera del matrimonio, sea inmediatamente esterilizado so pena de confinamiento en una cárcel para cristianos pecadores con miras de reformarse en la eternidad. Ilógico, abusivo y peyorativo, ¿verdad? Sin embargo, de esta manera, esas pistolitas sin inscribir que se sienten los más poderosos, dejarán de hacer tanto daño a nosotras las mujeres. A ver, ¿quiénes se atreven a hacer justicia para todas? Eh, espérate un momentito… ¿es que no hay antecedente al respecto en la Biblia, o sí? Por el contrario, lo que se privilegia es que los grandes patriarcas hayan tenido cuántas esposas e hijos hayan querido. Ajá… ¿a quiénes favorece esto? A la mujer, no es. A ti, no es.
Abre los ojos, abre tu boca, abre tu intelecto, abre el poder de tus actos y manifestaciones por tu felicidad desde tu casa, desde tu iglesia, desde tu trabajo, y ciérrales el paso a estos preceptos acomodaticios, porque no estás viviendo en los tiempos de Matusalén. No somos objetos sexo-biológicos, somos humanas tal cual como ellos lo son y con los mismos derechos y deberes; y si legislan sobre nuestros cuerpos por qué no devolverles el favor legislando sobre los suyos; porque lo que no es igual es una desventaja desproporcionada contra la mujer.
(Nota de la autora: Lo aquí expuesto es una opinión con un 50% de carga sarcástica. Ríase o laméntese si puede. IM).

En la casa vacía me guarezco

En las esquinas

los aromas

del pasado llegan antes

que las gotas de Fiona.

 

Vuelvo a ser niña y a ayudar

a proteger la casa llena

Mis padres siempre discutían

menos cuando venía un huracán

entonces él era el payaso

de los rayos y nos hacía reír

hasta el llanto

ella, la dadora

de los frutos y reina del orden

de los juegos de mesa

La niñez nos permitía ser felices

en el espacio seguro

asombrarnos ante la fuerza

de los vientos que doblaban ramas

y árboles y todo lo trasponían

o arrancaban,

de ver la calle convertida en un río caudaloso

y tanta lluvia, todo nos asombraba…

 

Hoy

asomo mi rostro al sur

con diligencia y buen humor

mi norte

me guía agradecido.

Soy el uno, el que suma dividendos

de los ismos endeudados

y en mi cuna de oro no cuenta la heredad del 99,

ni su mesa, ni su alterada semilla de mostaza.

Sus caminos pobres yacen

en libros soñadores de frutos mágicos

y noches de amantes imantados

en fiestas de gatos simbióticos.

La situación de la cadena alimenticia, no me preocupa,

que las aguas inunden los espacios, no me preocupa,

que exploten bombas y se maten, no me preocupa,

que el hambre y las plagas los atrapen, no me preocupa.

La prolijidad inmensa y buena de su tierra, no me preocupa.

Mi suelo no es yermo, es inmaculado, es el que guarda

la mínima casta que borra lenguas amargas

con banquetes de abundante y malabarista egoísmo

en las 99 revistas que compran los 99 para soñar.

Ni el arribo de futuro cuando el lodazal sea

nostalgia seca en las ovejas,

ni la muerte que en masa bermeja trote por todo el globo,

gima, tiemble o solloce,

no me preocupa nada, pues me alimento

de los 99 fetos de sudor amniótico e inteligente ciencia

que ahogo a mi conveniencia.

Soy el somos contenido en el uno apocalíptico,

el entero original más importante, el primogénito;

soy el porciento necesario

de error humano en todo experimento

…y qué me importa.

A veces suelo reflexionar en el valor de mi crianza, la dada por mi madre. Su temperamento no era perfecto (cuando levantaba su voz, el mundo callaba) ni las cosas que alguna vez me decía, pero lo que sí fue perfecto, les puedo asegurar, fue su amor incondicional. Mi madre siempre estuvo con nosotros. Nunca nos dejó cuidando con nadie y no trabajó sino hasta que ya todos estábamos en la universidad. Sus arroces eran deliciosos y su pollo guisado con papas, lo más espectacular que jamás haya probado. Recuerdo sus baños con yerbas para protegernos de las enfermedades, y sus sobitos de pecho y de cuerpo con alcoholado cuando nos daba fiebre. Nunca se apartaba de nuestro lado como buena leona. No le gustaba que usáramos palabras malas o soeces. Los modales, la mesa, el andar bien puestos era su credo y el nuestro. Su voz, sus consejos y su buen humor me acompañarán por siempre. ¡Qué falta me haces, Mamita!

La tierra está caliente

los hombres endiosados lo niegan

Gea tiembla y nacen géiseres

Y nadan las islas sus latitudes

Y mueren los peces y aves

Los dioses enhombrecidos

encienden sus pulmones

apagando el latido de la bondadosa amazonia

que sin aceite para girar,

cruje

que sin balance para girar,

gime

Y con huecos en su vientre,

nos expulsa a dónde.

Finjo ser esa otra

de quien escribo,

otra es quien finge

ser yo

pensadas transubstancias

equilibrio de la mirada

y su negación en los velos

de la concavidad acuosa

el filtro seduce la palabra necesaria

luego se deshace de ella

allá lejos del dolor.

Siempre escribo para ganar,

pero no el premio

sino mi liberación, soberano estado

energía de los puentes

que me nacen hacia mi infinitud

allí en mi particular lluvia

penetra la inocencia y la perversidad

configuraciones tornasoladas:

bóveda de palabras fortuitas

juego de pesca, caña sin ley de gravedad

la cesta de un arcoíris… escribo.

Fuego, carne de crimen y desahucio.

Lluvia de esquirlas en tus ojos.

 

Corren los niños con la sangre entre los dedos.

Brilla la noche de misiles,

brota la pólvora y el odio.

Han despedazado tu cuerpo de olivos y moradas.

 

No tiembles Palestina.

Se oirá el llamado del olifante.

Te llegará el trigo de tus días, te llegará

el cántaro y la hora.

 

¡Gaza en el cristal de los relojes!

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