a Juan Gelmán
a Juan Gelmán
Algo amargo, crujiente, pero sabroso… Almorzar solo no es tan malo, puedes disfrutar bajo la sombra un árbol, ver a todos ir y venir, tampoco hay cacheteros a la vista esos de dame una probaíta… Bueno, quizás echo de menos las conversaciones, ahora nadie me escucha, ni las tres chicas que se reían con mis historias en aquel banquito, es curioso ahora me ignoran o huyen. ¿Por qué? Será que he cambiado un poco desde el día que conocí los demonios del paraíso…
En este beso
se acomodaron las dos bocas,
instintivamente se acomodan
una a la otra y la otra a las mil bocas.
Más allá de prender luces en árboles y callejuelas
y enganchar guirnaldas que brillan,
chispeantes dondequiera,
¿Cómo ahora enviar el mecánico rescatista para arreglar el avión en pleno vuelo? El avión está repleto con gente llena de sentimientos, también de esperanza, aún. Si fuéramos un pájaro silvestre sería mejor porque tendríamos alas propias. Orden natural. Existe, también, la insanidad para crear y soñar más allá, pensando que puede ser posible.
“Anima tu mente, ponte contento,
no busques afuera.
Que es bien adentro
donde la célula guarda el secreto..”
Levanto la copa muchas veces
no digo que cada día
pero no solo a fin de año,
Nacimos en racimo con todo el honor y respeto, de la familia de sangre que nos ha traído al mundo. Dedicación a la deuda de gratitud. Nacimos en racimo como guineos verdes y comenzamos a madurar. La naturaleza impone las reglas de su juego. Destapa su velo. De verde a amarillo. Así, fuimos madurando y aprendiendo.