“Flor abierta o cerrada…
No me la enseñes más,
Que me matarás.”
“Flor abierta o cerrada…
No me la enseñes más,
Que me matarás.”
En un famoso ensayo de 1939, “De la literatura considerada como una tauromaquia”, el surrealista francés y etnólogo Michel Leiris (1901-1990) propone la tauromaquia, o arte y técnica de lidiar toros, como alegoría que le permite describir la vulnerabilidad que enfrenta el escritor que publica literatura de tipo confesional. Si bien Leiris circunscribe su análisis al género de la autobiografía, me propongo extender el análisis de dicha vulnerabilidad a otro género de más reciente cuño, que sin ser exactamente igual a la autobiografía, le es, sin duda, un pariente cercano. Me refiero al género de la biomitografía, un concepto de gran belleza acuñado, en 1982, por la poeta afrocaribeña, de Nueva York, Audre Lorde (1934-1992) con la publicación de Zami: A New Spelling of My Name, a Biomythography by Audre Lorde.
Ahora que circula en Puerto Rico unos cuantos ejemplares, casi clandestinos, de Standby de Alina Reyes, aprovecho para dar unas impresiones generales del mismo, que unos nombran como libro de viajes y otros como biografía novelada. Lo importante aquí no estriba en si Standby se nutre, construye y deconstruye con más o menos ficción; lo que, en cambio, quiero destacar es que, más allá de lo uno o lo otro, en sus páginas el lector encuentra buena literatura. Ni más ni menos.
Jennifer Nilenie, una joven escritora poeta y libre pensadora, psicóloga social comunitaria, nos impone como primera obra su interesante libro titulado Memorias de una diva en recuperación (Rio Piedras, Jin-editos, 2009-2013). Escrito a múltiples voces en objetos reciclados, y vendido a cinco dólares en las calles, limpias y sucias, del pueblo de Rio Piedras, se trata de un texto al cual hay que prestarle algún tipo de interés.
Emilio del Carril: Mapa al Reino de la Garúa
“Garua!....
solo y triste por la acera
va este corazón transido
con tristeza de tapera
sintiendo...tu hielo
porque aquella con su olvido
hoy le ha abierto una gotera
Perdido!..”
Tango Garúa
Esta novella narrada en primera persona, por un sujeto queer que nos cuenta las peripecias hasta dar con su Príncipe Azul, es un tour de force en el que el narrador protagonista nos lleva de la mano para mostrarnos el día a día de un hombre solo en busca del “hombre perfecto”. El humor caribe que cruza estas páginas de principio a fin, y las observaciones incisivas que hace sobre la naturaleza humana en la comunidad lesbigaytrans, hacen de este breve libro un mundo aparte. La voz narrativa busca la solidaridad en el amor que no encuentra en la galería de hombres que pasan por su vida, con una variedad de etnias y formas de ser que se encuentran en el mundo híbrido y postcolonial que mira pasar ante sus ojos cubanos sexiliados en Estados Unidos.
Con alusión a la Charca de Manuel Zeno Gandía, en un caserío lleno de esquemas ingeniados entre mujeres, donde ellas, en su género, han sido muchas veces consideradas símbolos de sutileza maternal, inocencia y firmeza incapaces de ser vehículos de tanta maldad y crueldad, llega una novela para desenmascarar todas estas generalizaciones. Gean Carlo Villegas, el autor de esta tergiversada novela de instalación, como así la denomina, da vuelta a la cara de la moneda de los estereotipos y nos muestra su representación de la Santísima Trinidad como una pareja de lesbianas. La familia se compone de Jossie, María y Christopher; hijo de María a causa de un incesto pseudo-paternal.