La decepción se define como una emoción dolorosa que se despierta en una persona al incumplirse una expectativa construida, generalmente en torno al comportamiento de otra persona o en relación con algún acontecimiento. También es definida como el pesar causado por un desengaño, o un engaño (que equivale a faltar a la verdad). Generalmente la decepción va acompañada de otras emociones o sentimientos como lo son la frustración, la tristeza, el enfado, la molestia, el mal humor, la rabia o la desilusión.
Las decepciones pueden suscitarse en un sinnúmero de circunstancias entre estas en relaciones de trabajo, amorosas, de amistad, de familia, etc. Indudablemente una decepción requiere la interacción de por lo menos dos personas, siendo siempre una de ellas la persona decepcionada. En el caso de una decepción amorosa, esta puede darse cuando una relación sentimental termina o no dura por falta de sentimientos recíprocos. La decepción amorosa puede casuar un gran dolor o sufrimiento. Esto, porque la relación de pareja regularmente se siente como un lugar de refugio, protección o crecimiento personal. Sin embargo, a la misma vez la relación de pareja es frágil y a veces se espera mucho de la otra persona. Por eso al terminar una relación sentimental se pueden experimentar sensaciones de desolación, tristeza o ansiedad que aumenta por la pérdida de ilusiones y esperanzas.
Es importante sin embargo entender, que las decepciones son causadas, en parte, porque la persona decepcionada tiene ciertas expectativas de la otra persona o de la situación que no se cumplen. Es decir, la decepción envuelve un componente puramente subjetivo del afectado. La decepción, por tanto, es un proceso interno de cada cual, que se da cuando uno no se relaciona con las personas tal y como son, sino como uno cree que son o como uno quiere que sean.
A pesar de lo doloroso de una desilusión, particularmente las amorosas, el hecho de que se trata de un rompimiento de expectativas creadas por uno nos presenta y permite la posibilidad de evaluar nuestro propio sentimiento para ponerlo en su justa perspectiva. Así se puede evitar que crezca y se convierta en un sentimiento problemático. Esta auto visualización de las expectativas que hemos creado sobre la otra persona es una forma de empezar la transformación de un sentimiento negativo para quitarle la carga energética que nos produce la tristeza, el coraje o la ansiedad; carga que a su vez alimenta la propia decepción. Al transformar el sentimiento podemos convertirlo en aprendizaje de crecimiento.