(San Juan, 9:00 a.m.) Comenzamos un nuevo mes con nuevos retos. En el calendario gregoriano, marzo es el tercer mes del año y tiene 31 días. Su nombre deriva del latín Martius, que era el primer mes del calendario romano.​ Martius a su vez se deriva de Mars, el nombre en latín de Marte, dios romano de la guerra.
En el mes de marzo  recordamos cuatro de los más importantes sucesos en la larga lucha de nuestro pueblo contra el colonialismo estadounidense, y por su soberanía e independencia. Ocurridos en diferentes décadas del siglo XX. Hace un tiempo leía que  dichos sucesos son el  reflejo, no solo de la constancia y valentía de una lucha heroica y desigual, sino también de los extremos de opresión y violencia a que ha llegado el régimen colonial de Estados Unidos en Puerto Rico por sofocarla y hacerla desaparecer.
En orden cronológico esos sucesos son: la Masacre de Ponce el 21 de marzo de 1937, el Ataque al Congreso de Estados Unidos el 1 de marzo de 1954, el asesinato, por parte de la1 Policía de Puerto Rico, de la estudiante de la Universidad de Puerto Rico, Antonia Martinez Lagares, el 4 de marzo de 1970, durante una protesta contra la presencia del militarismo estadounidense y del ROTC en nuestro principal campus universitario, y el asesinato de Santiago Mari Pesquera, hijo del líder independentista y Secretario General del Partido Socialista Puertorriqueño (PSP), Juan Mari Brás, el 24 de marzo de 1976. Cuatro fechas que han quedado inscritas en la historia y en la conciencia colectiva de nuestro pueblo entre los sucesos más dramáticos e imponentes del convulso siglo veinte en Puerto Rico.
La Masacre de Ponce fue un acto de violencia indiscriminada y fatal del régimen colonial de Estados Unidos en Puerto Rico -entonces capitaneado por un gobernador norteamericano y matón llamado Blanton Winship- contra una manifestación pacífica de miembros del Partido Nacionalista Puertorriqueño y otros independentistas en la ciudad de Ponce. El saldo fue de 19 muertos y 235 heridos, todos civiles desarmados excepto dos policías que cayeron bajo el fuego cruzado de sus propias armas. La reacción masiva a la barbarie fue tan fuerte en Puerto Rico, Estados Unidos e internacionalmente que el propio gobierno estadounidense nombró una comisión que produjo el informe que sacó de Puerto Rico al susodicho gobernador colonial y trajo el descrédito y la reorganización del cuerpo policial.
El ataque al Congreso de Estados Unidos el 1 de marzo de 1954-hace 70 años- fue la culminación y consecuencia de ese ciclo de violencia anti Nacionalista y anti independentista que el gobierno de Estados y sus  administradores coloniales habían desatado. En el año 1950 ocurrieron dos actos trascendentales: la insurrección Nacionalista en Jayuya y otros pueblos, y el atentado contra la vida del entonces presidente de Estados Unidos, Harry Truman, por los héroes Nacionalistas Griselio Torresola y Oscar Collazo, el primero, abatido por uno de los guardias presidenciales y el segundo, condenado a pena de muerte.
Un 4 de marzo de 1970 Antonia Martínez Lagares  una estudiante de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, natural del pueblo de Arecibo,  fue asesinada por un oficial de la policía durante las huelgas de la Universidad de Puerto Rico en 1970. Martínez estaba en camino a graduarse con un bachillerato en Educación.
Un 24 de marzo de 1976 fue  secuestrado  y asesinato de Santiago Mari "Chagui "Pesquera. Desaparece en el auto de su hermana que le había sido prestado para que fuera al trabajo a 1cambio de que recogiera a su sobrino a las 5:00 de la tarde en el lugar de cuido y luego a ella en su trabajo.El día siguiente lo encontraron  temprano en la mañana su cuerpo dentro del auto en la marginal de la carretera #PR-1, jurisdicción de Caguas, frente a las oficinas de General Foods, cerca de la intersección con la carretera #175.
Luego de una indagación privada, el Partido Socialista Puertorriqueño calificó la muerte de Santiago Mari Pesquera como un asesinato político.
Es importante recordar estos sucesos para valorar nuestro nacionalismo boricua.

(San Juan, 9:00 a.m.) Con motivo del despliegue publicitario de la 2da. edición del Congreso Internacional de Escritores, Feria de Libros y Autógrafos, a celebrarse en Bellas Artes de Caguas, del 10-13 de abril de 2024, con la participación de renombrados autores procedentes de Argentina, Colombia, Cuba, España, México, Nicaragua, Francia, República Dominicana y nuestro Puerto Rico, yo, Edgardo Nieves-Mieles, que no le paso la mano ni a la mai que me parió y que no tengo injerencia alguna en las oscuras esferas del poder cultural en este amado paisito de mierda, una vez más asumo la ominosa tarea de sacudir el avispero y preguntar: ¿por qué en los contadísimos eventos de esta naturaleza que se ofician en un país cuyos gobiernos --contrario a otros países hermanos, (México, por ejemplo)-- ni incentivan ni fomentan ni auspician ni invierten en proyectos relacionados con la creación y el acervo cultural, siempre se seleccionan a las mismas personas como privilegiados participantes?

Esto genera, no sólo en los colegas y figuras estelares del mundillo literario invitados que nos visitan, una percepción estática e incompleta del panorama literario del país.

Dejando de antemano meridianamente claro que entre los participantes del patio incluidos tenemos colegas con méritos suficientes y cuyo quehacer respeto grandemente, no menos cierto es que en Puerto Rico existe otro sinnúmero de creadores escribiendo literatura viva y valiosa que no son tomados en cuenta cuando se arman estos eventos. Los que disfrutan el privilegio de formar parte de la selección bien podrían sugerir nombres de otros gestores con trayectorias y obras de incuestionable valía que sin duda enriquecerían la muestra de la oferta. Pero no, resulta más fácil permanecer apoltronado en la festinada complacencia de guardar silencio y asegurar la silla.

Más allá de los buscones de oficio, trepadores olímpicos y alzacolas con padrino de siempre (en la edición anterior del evento, una conocida y antes respetada figura de la academia cometió la más que ingenua, esperpéntica osadía de nombrar "Maestro de la narrativa contemporánea" a uno de éstos, quien por más señas es sociolisto ((sic)) y celebridad mediática metido a escritor), en este bendito suelo contamos con excelsos escritores de la talla de los narradores Juan Antonio Ramos, Ana Lydia Vega, Wilfredo Mattos Cintrón, Tomás López RamírezMagali García Ramis, Marta Aponte Alsina, Rubis Marilia CamachoMaría ZamparelliJuan López Bauzá, Francisco Font Acevedo y Pedro Cabiya, entre otros; de poetas como Salvador Villanueva, Vanessa Droz, Jan Martínez, Antonio Ramírez Córdova, Víctor Hernández Cruz, Juan Manuel Rivera, Pedro López AdornoEdgar RamírezAlberto Martínez Márquez, Gilberto Hernández y Julio César Pol; de dramaturgos como Antonio García del Toro y Carlos Canales; de historiadores como Sebastián Robiou Lamarche, Francisco Moscoso y Luis A. López Rojas, entre otros.

Ciertamente va siendo tiempo ya (¡nos urge!) de democratizar CON TINO Y JUICIO las selecciones de los autores boricuas que participan en dichos eventos de envergadura. De este modo, el público asistente y los colegas que nos visitan tendrían un abanico muchísimo más amplio del panorama y de los rostros del quehacer literario puertorriqueño.

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(San Juan, 11:00 a.m.) Desde mis años de adolescencia he visitado República Dominicana por varios motivos, por tanto es un país con el cual tengo unos lazos muy especiales. Por eso es que dijo, yo soy merenguera, no salsera. Tal vez mi espíritu inquieto nace de bailoteo del merengue. Eso no lo sé. Lo fundamental es estudiar los vínculos de República Dominicana y Puerto Rico.
Esta semana del 25 de febrero al 2 de marzo celebramos la Semana Conmemorativa de la Comunidad Dominicana en Puerto Rico. A Puerto Rico y a la República Dominicana los unen lazos culturales y sociales que han trascendido décadas de una relación bilateral fraternal y de hermandad.
En el 2018 se firmó la ley número 155 en la cual de se  declarará la última semana del mes de febrero de cada año como la “Semana Conmemorativa de la Comunidad Dominicana en Puerto Rico”; esta ley  ordena al Departamento de Estado del Gobierno de Puerto Rico a desarrollar y coordinar junto a entidades locales, internacionales y de intereses dominicanos aquellas actividades necesarias a los fines de difundir y conmemorar los propósitos de la presente medida; y para otros fines relacionados.
A Puerto Rico y a la República Dominicana los unen lazos culturales y sociales que han trascendido décadas de relación bilateral fraternal y de hermandad. Puerto Rico es el segundo lugar donde más dominicanos habitan, fuera de la República Dominicana, estimándose dicho número en más de sesenta mil ciudadanos dominicanos es en  la Isla. Su influencia en los asuntos internos de la Isla ha sido importante en el aspecto económico, político y cultural.
   La migración dominicana comenzó en 1961, continuando a lo largo de las décadas subsiguientes. Nuestra relación con los Estados Unidos ha sido factor importante en esa decisión de miles de dominicanos que se despiden de sus familias para emprender un futuro mejor en Puerto Rico. Sus aportaciones mayores han sido en el sector del empleo y en su colorida y arraigada cultura, su música, gastronomía y su alegría contagiosa, deseos de
superación y calidad humana, haciéndolos nuestros hermanos y fieles colaboradores. Ya en Puerto Rico existen barrios cuya población es dominada por la presencia dominicana, siendo Santurce la cuna de esta distinguida comunidad en la Isla.
   Cerca del 85 % reside en San Juan, mientras que alrededor del 3 % en Caguas y otro 3 % en Ponce. Alrededor de la mitad de los dominicanos están concentrados en los municipios de San Juan, particularmente en los distritos centrales de Santurce.
Una pregunta válida es poque seleccionaron la última semana de febrero para tener actividades relacionadas con los vínculos entre Puerto Rico y República Dominicana la respuesta es República Dominicana surgió a la vida independiente el 27 de febrero de 1844.
   Cabe destacar que República Dominicana es una república democrática, formada por 31 provincias y un Distrito Nacional. La Constitución Política fue reformada el 26 de enero de 2010 y es denominada como la Constitución del Siglo XXI.
Celebremos a nuestros hermanos dominicanos y recordemos,  la libertad nunca es dada; se gana.

[Nota Editorial: esta entrevista fue publicada en Letralia el pasado 22 de febrero de 2024.  A petición de los autores, se vuelve a publicar en nuestro medio]

Combinando la filosofía con la literatura, la música y la óptica de los países americanos, el puertorriqueño Juan José Vélez Peña emerge como un pensador intercultural que desafía las fronteras disciplinarias para tejer su propio tapiz conceptual, una respuesta a las ópticas tradicionales que, en su opinión, no toman en cuenta al ser humano ni su relación con el entorno.

Residente en Bremen, Alemania, Vélez Peña es un filósofo y músico cuyas raíces en Bayamón han influido profundamente en su exploración de la sentisapiencia. Con una formación que abarca filosofía, sociología y estudios hispánicos, el autor ha forjado un camino académico que lo llevó desde la Universidad de Puerto Rico hasta las universidades de Augsburgo y Bremen, donde ha dejado una huella con tesis notables, como su estudio sobre las repercusiones de Nietzsche en la filosofía francesa contemporánea.

Su obra más reciente, Genealogía de la sentisapiencia: elementos para una ontología intercultural del presente —que le valió en 2023 el prestigioso Premio de Ensayo “Pensar Nuestra América con Categorías Propias”—, ofrece una mirada inédita a una forma de entender el mundo que pasa por la razón y el sentir del individuo. En esta entrevista exploraremos su trasfondo multidisciplinario y su experiencia en Alemania, y veremos cómo sus intereses en la filosofía intercultural, el pensamiento decolonial y la etnomusicología convergen en su obra más reciente.

 Genealogía de la sentisapiencia: una ruptura con el pensamiento tradicional

—Tu libro tiene una densa propuesta filosófica, pero antes de entrar en materia en algunas de sus aristas me gustaría que, en términos sencillos y pensando en el lector que no conoce nada de esto ni ha oído antes el término, me respondieras: ¿qué es la sentisapiencia?

—Para mí, como filósofo, en primera instancia, la sentisapiencia es un acto político-volitivo. Significa asumir nuestra situacionalidad geopolítica como locus enunciativo. En esos términos la sentisapiencia encarna una forma particular —nuestroamericana— de situarse frente al racionalismo eurocéntrico, dominante en el discurso filosófico desde inicios de la Modernidad, el mismo que olvida, o bien, niega el cuerpo, sus alegrías y pasiones, sus tristezas y heridas. Esto lo proponemos no para negar la racionalidad en ingenuo gesto absolutista, sino para ensanchar sus posibilidades interpretativas. Meditación situada que no necesariamente remite a lo ontológico-geográfico, es decir, a la pertenencia concreta a ciertas coordenadas espaciotemporales, desde las cuales se articularía el discurso, y que haría que éste sea “genuino”; pertinente en el contexto en que aparece. “Situado” más bien hace referencia a lo geopolítico-epistémico, a las líneas existenciales y epistemológicas que, cruzándose, acuñen un espacio, una forma particular, que entonces voluntariamente asumimos para sentir y pensar nuestra existencia. Como bien señala David Gomes, se trata de “una exigencia de toma de posición epistemológica, no la expresión (automática [JJV]) de una condición ontológica o geográfica. Situarse epistemológicamente no es lo mismo que definirse ontológicamente ni ubicarse geográficamente” (Cf. Gomes, David: “Pasajes apócrifos: el enfoque decolonial, desde los orígenes a la deriva”, Hermenéutica Intercultural, Nº 40, 2023, pp. 11 -36).

—Esta forma de abordar el pensamiento, ¿en qué se diferencia de la filosofía, digamos, tradicional?

—Como señalamos, la sentisapiencia aboga por romper con el monólogo racional que promueve la ensayística filosófica tradicional, para enriquecer sus posibilidades hermenéuticas, es decir, interpretativas, por medio del insinuante lenguaje poético literario. Es por ello que se caracteriza por su actitud indisciplinaria, más bien respetando el coro de múltiples y diversas voces que continúan entonando su polifonía sapiencial, a pesar de siglos de colonización intelectual y sus intentos de homogenización, de reducción de los saberes y conocimientos de la humanidad a un solo discurso globalizado, postulado, desde las academias, como universal y única forma legítima del quehacer filosófico. De ahí que, a diferencia de la filosofía tradicional, no recurramos primordialmente al aval de las ciencias puras para legitimar nuestro discurso, sino que asumamos que para comprender la humanidad de lo humano e intentar palabrear sus inefables aristas es preciso asumir una multiplicidad de fuentes o matrices narrativas que siempre han caracterizado nuestra condición y también se han expresado a través de la poesía, lo onírico, lo mítico, lo espiritual. Por otro lado, a diferencia de discursos filosóficos positivistas, supuestamente neutrales, el sentisaber es un quehacer co-razonado, empático; le da espacio a la pasión para que con-mueva nuestro pensar y lo empuje a la acción participativa, promoviendo así el cambio no sólo epistémico, sino también la transformación convivencial, en pos del buen vivir.

Genealogía de la sentisapiencia, de Juan José Vélez Peña (Ciccus, 2023). Disponible en la web de la editorial

—Me llama especialmente la atención el esfuerzo de acercamiento que haces con tu hipotético futuro lector al envolver en narrativa toda una concepción filosófica, amén del vasto contexto sociohistórico que manejas. ¿Puedes comentarnos sobre los desafíos que representó esta estructura al escribir el libro?

—A pesar de que me valía del brillante ejemplo de filósofos tales como Heidegger y su entrelazamiento de la filosofía con la poesía, concebida ésta como hogar del ser, Nietzsche, su Zaratustra y su pensamiento aforístico, María Zambrano y su razón poética, Platón y la utilización del diálogo como forma filosófica preferida, y tantos otros ejemplos, no quiero negar que, por razón de mi disciplinamiento académico-filosófico, hubo momentos de dudas. No obstante, en realidad, la redacción del libro como ensayada narrativa fue un acto de liberación y autoafirmación como sentipensador independiente —Nietzsche diría espíritu libre— de los condicionamientos y constricciones academicistas a las que se ven sometidos los colegas trabajando en los departamentos de filosofía de las instituciones del llamado saber superior, en su mayoría bastiones de un pensamiento empeñado en cultivar la conservación museal de tradiciones filosóficas anquilosadas. Al ser galardonado con el Premio de Ensayo “Pensar Nuestra América con Categorías Propias”, por parte de la editorial argentina Ciccus, en colaboración con la prestigiosa Asociación de Filosofía Latinoamericana y Ciencias Sociales y otras organizaciones, esto fue motivo de regocijo e inspiración para continuar mi trabajo, proyectando una trilogía sobre la sentisapiencia. De ese proyecto hablaremos más tarde.

 

Lee también en Letraliaprimer capítulo de Genealogía de la sentisapiencia, de Juan José Vélez Peña.

Juan José Vélez Peña, sobre hombros de gigantes

—Al principio presentas el profundo diálogo que tuviste en 1990 con el escritor uruguayo Eduardo Galeano. ¿Cómo influyó esta conversación en la conceptualización desde la que abordaste la sentisapiencia y en la estructura general de la obra?

—A Galeano siempre lo había admirado. El haberse mantenido cuasi al margen de la academia creo que le otorgó la libertad de la que acabo de hablar. Sus libros, así como sus charlas, se caracterizan por esa voluntad de transgresión contra las divisiones disciplinario-academicistas. Ejerció lo que hoy en día se denominan Estudios Culturales (en abierto positivismo en Alemania se les llama Ciencias Culturales) mucho antes de que existieran, oficializados por la máquina canónica universitaria. Ya conocía gran parte de su obra. Sin embargo, su quehacer sentipensante me era desconocido, o bien no tenía conciencia de su presencia, como estrategia cognitiva, en sus escritos. Fue ese encuentro en un bar en Augsburgo el que sirvió de chispa inicial para, años más tarde, reasumir un proyecto que me había propuesto realizar. Impulsado por otro encuentro, esta vez con Raúl Fornet-Betancourt, padre de la versión latinoamericana de la filosofía intercultural, me había propuesto escribir una historia de la filosofía nuestroamericana que cristalizara su identidad frente a la versión filosófica occidental que había estudiado en la academia. El descubrimiento de un filosofar nuestroamericano, expresado mayormente de forma asistemática y entretejido con la literatura, y la revelación galeana del sentipensar, esa conjunción definió la forma de abordar el tema y de escribir el libro.

—Como parte de tu investigación tuviste la oportunidad de conocer de primera mano el pensamiento de la cultura maya tzeltal. Nos gustaría que nos explicaras el interesante concepto del co-razonar que expones allí.

—Relacionado con la pregunta anterior, quiero añadir que en el libro me valgo de una técnica narrativo-fictiva utilizada por Galeano en su trilogía Memoria del fuego, por medio de la cual pongo en labios de personajes citas aparecidas en diversas fuentes. Éstas aparecen en negrita y con indicación bibliográfica. En el tercer capítulo utilizo esta técnica narrativa para dilucidar el percepto co-razonar. Esto lo hago recreando un viaje que realicé a Chiapas en 2020. Según el racionalismo que acuña el dualismo cartesiano —entre razón pensante y cuerpo afectivo—, al aprehender nuestra compleja realidad, las experiencias sensoriales sólo son fuente de errores y confusión. Por eso postulan que sólo trabajando con principios lógicos la razón humana es capaz de alcanzar el verdadero conocimiento. En contraste con esa agenda filosófica, el co-razonar, propuesto por los pueblos originarios y su cultura holística, posibilita desplazarse fuera del dualismo cartesiano. Pues así se ejercita una sensibilidad reflexiva y practica una reflexividad sentiente; se sienten los pensamientos y piensan los sentimientos, para lograr caminar con equilibrio por la vida. Y esto como respuesta espiritual y política para la sanación de un vivir insalubre. Por otro lado, el co-razonar da cuenta de la dimensión comunitaria de toda experiencia cognitiva que nunca se da en soliloquio (Cf. Guerrero Arias, Patricio; julio-diciembre, 2010, p. 87.; citado en Vélez, 2023, 67-68).

—En uno de los capítulos hablas de cómo Jorge Luis Borges hizo de la filosofía un objeto artístico. ¿Cómo es que esta conducta creativa adopta un papel importante en tu propuesta?

—Bueno, resultaría repetitivo volver a mencionar los lazos que establezco en mi escritura entre la filosofía y la literatura. La obra borgeana es un gran ejemplo, entre muchos, de cómo lograr esto. Pues allí se alteran, complejizándolas, las supuestas relaciones de causalidad unívocas aceptadas entre la filosofía y la literatura, es decir, entre el saber estético-filosófico y uno de sus campos de aplicación, o bien, de estudio: la literatura. Jorge Luis Borges, así como el literato puertorriqueño Luis Rafael Sánchez, autor de esa magna obra del neobarroqueñismo boricua, La guaracha del Macho Camacho, me sirven de inspiración en mi búsqueda por una forma de expresividad meditativa que se sitúe más allá del positivismo cientificista, valiéndose de las innovadoras estrategias lingüísticas y narrativas de entrelazamiento de saberes y tipos de discursos aparentemente bifurcantes por éstos utilizadas. A este último autor le dedico uno de los capítulos del tercer tomo de la trilogía sobre la sentisapiencia. Tal vez debería advertirles a potenciales lectores que el capítulo sobre Borges asume la forma de una narración de un sueño, en el que, frente a Borges, dos críticos literarios intentan fijar semánticamente la boda entre filosofía y literatura por él realizada.

La inclusión de María Zambrano en un libro sobre el sentipensar nuestroamericano se justifica en cuanto la dama errante de la filosofía española vivió gran parte de su exilio y redactó parte de su obra en Nuestra América.

—María Zambrano fue una de las más grandes pensadoras de habla hispana y a ella dedicas otro capítulo. ¿Cómo se entrelazan su razón poética con el Caribe y el sentipensar nuestroamericano?

—La inclusión de María Zambrano en un libro sobre el sentipensar nuestroamericano se justifica en cuanto la dama errante de la filosofía española vivió gran parte de su exilio y redactó parte de su obra en Nuestra América, con escalas en Chile, México, Puerto Rico y Cuba, donde tuvo su estancia más prolongada. Allí se movió mayormente entre literatos. Y no es de dudar que la musicalidad poética de sus sentisaberes esté íntimamente vinculada a la centralidad de la música en el Caribe. El filósofo catalán Miguel Morey, conjeturando sobre la “benéfica influencia” de La Habana en la obra zambraniana, afirma que para ella la clave de todo es “la sentencia de uno de ‘los llamados pitagóricos’ (…): la música es la aritmética inconsciente de los números del alma (…). Pues la escala musical lo prescribe: ‘Dia pas on’. Hay que pasar por todo; hay que pasar por los infiernos de la vida para poder escuchar los números del alma” (Morey, Miguel, “Delirios en La Habana”, Aurora: papeles del seminario María Zambrano, 1999, p. 110. Morey citando a Zambrano en Delirio y destino; edición de Rogelio Blanco y Jesús Moreno; Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, 1998).

—La obra forma parte de una trilogía sobre el “sentipensar”. ¿Podrías hablarnos de los temas que abordarás en los tomos II y III y cómo se relacionan con Genealogía de la sentisapiencia?

—Los otros dos tomos de la trilogía sobre la sentisapiencia llevan los siguientes títulos y examinan las problemáticas que a continuación resumo. El tomo II se titula Sentipensar interculturalmente el quehacer musical nuestroamericano. En esa investigación me ocupo de auscultar la génesis y el desarrollo de la música tropical, evitando caer en narrativas esencialistas que intentan validarse recurriendo a concepciones racionalistas teleológicas de la historia. La utilización de herramientas cognitivo-perceptuales provenientes del sentipensar me permite lograr una apreciación holística del quehacer musical en el que inevitablemente se entretejen aspectos racionales con otros corporales y políticos. Este tomo ya está listo. Planeo su publicación para este año. El tomo III lleva el título de trabajo Sentipensar la convivencia nuestroamericana desde el neobarroco. En este último libro de la trilogía presentaré meditaciones relacionadas a las propuestas de diversos autores latinoamericanos (José Lezama Lima, Severo Sarduy, Alejo Carpentier, Bolívar Echeverría y más recientemente María José Rossi, etc.) de redefinir el neobarroco, no como categoría meramente literario-estética, sino más bien como una ontológico existencial, capaz de describir Nuestra América. Además de esas meditaciones, el libro incluirá sentisaberes míos ensayísticos, narrativos, poéticos y aforísticos.

—Sé que escribiste el libro durante el encierro obligado por la pandemia de Covid-19. ¿Puedes hablarnos de cómo fue el proceso de concepción, maduración y escritura?

—Primero debo aclarar que me consta que haber vivido la pandemia en Alemania es muy diferente a haberlo hecho en países periféricos. Pues la economía europea fue fortalecida por la vigente división internacional del trabajo, es decir, por las consecuencias del colonialismo y del desarrollo histórico posterior, en el que se estableció una clara diferencia entre vivir en el centro o en la periferia. El estado de beneficencia allí establecido pudo absorber gran parte de los problemas económicos causados por la pandemia y el encerramiento implementado. Pues bien, la pandemia, con la obligada interrupción de la rutina diaria asumida, con la anulación de múltiples compromisos y la saludable reducción del excesivo trabajo que, sin notarlo, asumimos como necesario para lograr reproducir nuestra existencia, me ofreció un subterfugio para, por fin, reasumir ese proyecto que me había propuesto desde hacía tantos años. Como te indiqué anteriormente, el libro es el producto de muchos encuentros que marcaron tanto sus contenidos como su forma, o bien, estilo. Su concepción y maduración se dio durante un largo período precedente a la pandemia. Ya hablé de eso anteriormente. El proceso escritural fue bastante relajado, gracias al encerramiento, y el texto ganó cuerpo con relativa celeridad. Pues la labor investigativa había sido prácticamente completada en su totalidad con anterioridad al encerramiento.

 

El sentipensar, esa prodigiosa manera de vincular lo sentido con lo pensado, se puede articular de forma efectiva con las propuestas de diálogo intercultural.

Para entender al pueblo hay que entrar en sincero diálogo con él

—Tus intereses incluyen el pensamiento decolonial. ¿Cómo se manifiesta este enfoque en tu obra y en qué medida influye en tu perspectiva filosófica?

—Mi interés por el giro decolonial, aparte de surgir por mi pertenencia a la colonia más vieja del mundo, Puerto Rico, diría que está “filtrado” a través de las gafas de la filosofía intercultural. Conozco mucho mejor esta última forma de sentipensar la convivencia humana que el llamado giro. Me consta que, por lo menos, uno de los participantes de esta corriente, Arturo Escobar, le ha dedicado varias obras al sentipensar. Y es claro que descolonizar el saber implica descentralizar el pensamiento racionalista utilitarista, heredado de Occidente, para ensancharlo con formas otras, siendo el sentipensar una de ellas. No obstante, como discípulo y colaborador de Raúl Fornet-Betancourt fui testigo de la génesis y el desarrollo de la filosofía intercultural. Y soy de la opinión de que el sentipensar, esa prodigiosa manera de vincular lo sentido con lo pensado, se puede articular de forma efectiva con las propuestas de diálogo intercultural, necesario para lograr una polifonía de saberes en la que diversas formas de conocimientos sean escuchadas para, aprendiendo de ellas, expandir el horizonte cultural propio. La filosofía intercultural desarrolla una radical crítica al epistemocentrismo, es decir, contra la creencia de que el discurso científico es el único legítimo para encauzar los procesos de conocimiento de nuestra realidad. La crítica, articulada por medio de esta forma del quehacer filosófico, muestra cómo con la Modernidad es que ese tipo de conocimiento vino a ocupar el centro de nuestra cultura, desplazando y descualificando otros caminos del conocer que se niegan a excluir de sus agendas lo corporal, los sentimientos, las pasiones (Cf. Fornet-Betancourt, Raúl, Elementos para una crítica intercultural de la ciencia hegemónica, Editorial Mainz, Alemania, 2017). El sentipensar precisamente insiste en la necesidad de asumir esas dimensiones para lograr un acercamiento holístico a lo humano.

—Los premios literarios pueden dar impulso a una obra. ¿Consideras que haber recibido el Premio de Ensayo “Pensar Nuestra América con Categorías Propias” incide positivamente en la relevancia de tu libro?

—Considero que es muy prematuro para lograr medir adecuadamente los efectos del premio en la recepción del libro. Ahora, seguramente le abrirá puertas para ser leído, discutido y criticado. Y precisamente para eso escribimos, para animar el diálogo e intercambio de ideas.

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(San Juan 11:00 a.m.) -Una novela de magia triste- afirmó Jorge Luis Borges. ¿Acaso tenía que ser de otra magia? Para entender La amortajada (1938), es fundamental, reconocer que María Luisa Bombal vivió en una constante amargura, desasosiego, y decepción con la vida.  Ser mujer, le resultó experimentar constantes abandonos, tristezas, amarguras y heridas que logró plasmar por medio de una narración autobiográfica. Bombal, reflejó las experiencias femeninas como unas carentes de armonía y abundantes en pérdidas; sensaciones y traumas aún presentes…

La ausencia de una razón (ese porqué) y el abandono de ese primer amor, de Ricardo hacia Ana María, la protagonista, enmarca ese trauma y experiencia de Bombal como mujer. A la vez, como escritora está dirigiendo una mirada de ese abandono normalizado del hombre que satisface sus necesidades biológicas para luego, no hacerse responsable de sus acciones y del feto. Problemática que aún las mujeres del siglo XXI tienen que lidiar. Narrar el acto de la experiencia amorosa de la protagonista que recibe el abandono como respuesta presenta la idea del amor como algo que no es posible desasociarlo de la pérdida.

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(San Juan, 12:00 p.m.) Es aquel que se habla en casa desde la cuna. Es aquel con el que me cantaron desde el vientre. Es aquel con el que me gusta más amar. Es la base de todo mi conocimiento preescolar. Debería ser la zapata sicológica sobre la cual se construyan otros idiomas.

Mientras más dominio de la estructura lingüística del español, mejor dominaremos las otras: el inglés, el francés, el mandarín, el cantonés, el alemán, el italiano, el portugués, etcétera. De hecho, para un estudiante de idiomas, las estructuras lingüísticas resultan fascinantes y algunos deciden adentrarse en el mundo de la formación de las mismas. De este interés, nacen los departamentos de traducción que tienen casi todas las universidades.

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Jorge Rodríguez Beruff (Cuba, 1947-) ha sido docente e investigador en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. De dicha entidad, de la que Rodríguez Beruff es catedrático retirado, fue Decano de la Facultad de Estudios Generales entre el 2003 y el 2011. Jorge es egresado Magna Cum Laude de Ciencias Políticas (B.A., 1968) de la Universidad de Puerto Rico. Estudió su Doctorado en Filosofía en Ciencias Políticas en la Universidad de York en Inglaterra (1971-1979), recibiendo una Mención Especial por el Comité de Altos Estudios. Algunas de sus principales investigaciones son: Strategy as Politics, Puerto Rico on the eve of the Second World War (2007), Las memorias de Leahy: los relatos del Almirante William D. Leahy sobre su gobernación de Puerto Rico (1939-1940) (2002), y Política militar y dominación, Puerto Rico en el contexto latinoamericano (1988). Es desde 2016 Miembro de Número de la Academia Puertorriqueña de la Historia y, a su vez, miembro distinguido de la Junta de Directores de la Fundación Luis Muñoz Marín.Rodríguez Beruff ha contestado todas nuestras preguntas. Todas sus respuestas son para ser compartidas con todos vosotros.

1.1 Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – Hace ya algún tiempo publicó Las caras del poder: ensayos sobre estrategia, política caribeña y educación superior (2017). ¿De qué trató o tratas en Las caras del poder? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarle?

1.2 Jorge Rodríguez Beruff (JRB, en adelante) – Ese libro me lo propuso Elizardo Martínez, dueño de la editorial Callejón, en una reunión que sostuvimos en el restaurante Mallorca frente a la barandilla en San Juan. Habíamos concluido el proyecto de publicación con Callejón de los dos tomos de Puerto Rico en la Segunda Guerra Mundial, que edité con José L. Bolívar, y Elizardo me dijo que quería publicar libros de ensayos de algunos investigadores. Me pareció buena idea. Además, para esa época el amigo y autor Rubén Nazario Velasco me dijo que dejara de estarle publicando textos a otra gente y que publicara algo que fuera escrito solamente por mí.

Decidí montar un libro que reflejara mi trayectoria de investigación, los diversos temas que había trabajado y combinara textos inéditos con ensayos ya publicados, pero poco conocidos en Puerto Rico ya que habían aparecido en varios países de América Latina. Al seleccionar los textos me pareció que el tema del poder en diversas expresiones –político, militar, cultural, académico- atravesaba todos mis escritos por lo que decidí ponerle como título Las caras del poder. Además, el poder tenía caras de personas de carne y hueso que son mencionadas en los ensayos.

Ese libro me dio particular satisfacción porque mi hija Rosaura Rodríguez Muñoz hizo el muy sugerente dibujo de la portada donde aparece la Torre de la Universidad, Luis Muñoz Marín y Rafael Leónidas Trujillo. Fue nuestra primera colaboración. Luego volvimos a colaborar en otro proyecto de publicación de un ensayo mío narrado en dibujos de Rosaura. Las Caras del poder salió publicado en el 2017. Algún tiempo después murió Elizardo Martínez, un amigo querido que hizo grandes aportaciones al mundo editorial e intelectual puertorriqueño. He sentido mucho su muerte.

2.1 WRS – ¿Qué relación tiene su trabajo creativo-investigativo previo a Las caras del poder y vuestro trabajo creativo-investigativo posterior? ¿Cómo lo hilvana con su experiencia de puertorriqueño y su memoria personal o no de/ con la historiografía o no dentro de Puerto Rico o fuera?

2.2 JRB – Comencé a trabajar como investigador en la década de los setenta en la firma de consultoría Technical Services of Puerto Rico donde colaboré con el politólogo Robert Anderson quien había sido decano de la Facultad de Ciencias Sociales. Esa empresa recibió unos fondos para llevar a cabo una investigación interdisciplinaria sobre la violencia en Puerto Rico cuyos resultados se le sometieron al gobierno de Rafael Hernández Colón en un informe multi volumen titulado Etiología de la violencia en Puerto Rico. El informe se puede consultar en la biblioteca de la Facultad de Derecho. Fue una muy interesante experiencia.

Mi trabajo de investigación desde que regresé a Puerto Rico en 1979, luego de terminar mi doctorado en la Universidad de York, Inglaterra, giró en torno de dos temas principales: la política caribeña y la geopolítica y el poder militar. La investigación doctoral fue sobre la ideología de los militares peruanos y se publicó en 1983 en Lima el segundo volumen de mi tesis bajo el título Los militares y el poder: un ensayo sobre la doctrina militar en el Perú, 1948-1968. Para esta tesis tuve que leer mucho sobre política militar latinoamericana. También estuve un año en Lima (1971-1972) investigando en archivos. Elegí el tema, en parte, para tener conocer un país de América del Sur.

Volví a Lima a presentar el libro que tuvo muy buena recepción y se incluyó en la lista del periódico El Comercio de los mejores libros del año. Además, fue promovido por el diario La Crónica dirigido por el poeta Mirko Lauer quien también dirigía la editorial Mosca Azul que lo publicó. El sociólogo Aníbal Quijano, amigo de Mirko, fue quien gestionó su publicación.

Esta experiencia de investigación sobre los militares peruanos me sirvió de base para interesarme en analizar el tema militar en Puerto Rico y el Caribe, en parte motivado por algunos colegas. Creo que mi actividad investigativa sobre estos temas abrió brecha a otros investigadores, incluyendo muchos investigadores jóvenes, que quisieron trabajarlos de forma rigurosa más allá de la mera denuncia.

Cuando regresé a Puerto Rico en 1979 el asunto de las actividades de la marina de guerra en Vieques tenía mucha fuerza, como antes lo había tenido Culebra. También colaboré con una comisión del Colegio de Abogados para investigar la vigencia del Tratado de Tlatelolco y la desnuclearización de la isla. En una primera fase mi actividad investigativa se dio desde el Proyecto Caribeño de Justicia y Paz que publicó algunos de mis trabajos. También fui parte de CEREP. Por un tiempo estuve a cargo de las publicaciones. De este período es el libro Política militar y dominación de 1988. En este período colaboré con el historiador Humberto García Muñiz quien escribió ampliamente sobre asuntos militares en el Caribe, especialmente el angloparlante.

Además del tema estratégico, mi interés en la política y la historia caribeña ha sido una constante en mi carrera académica. Ofrecí el curso de Historia del Caribe en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe durante una década. Próximamente saldrá publicado un libro de mi autoría sobre cultura e historia caribeña.

Eventualmente, mi interés se centró en el impacto de las guerras en la historia de Puerto Rico, particularmente la Segunda Guerra Mundial. De este trabajo de investigación salieron varios libros: Las memorias de Leahy, la edición de Stricken Land de Rexford G. Tugwell al español bajo el título de La isla azotada, Strategy as politics: Puerto Rico on the Eve of the Second World War y los dos tomos de ensayos que edité con José L. Bolívar Fresneda titulados Puerto Rico en la Segunda Guerra Mundial. Esos dos tomos evidencian cuánto había progresado en Puerto Rico el análisis sobre temas militares y el impacto de las guerras ya que contienen 35 ensayos de diversos investigadores. Hoy esos volúmenes se encuentran agotados, aunque espero se reediten. De estos libros el que más disfruté “ensamblar” fue Las memorias de Leahy por la relación de colaboración que desarrollé con el artista, escritor y diseñador Néstor Barreto, cuyo trabajo creativo contribuyó al éxito que tuvo el libro.

También trabajé más recientemente sobre la Primera Guerra Mundial, coordinando con Silvia Álvarez Curbelo la participación puertorriqueña en un volumen titulado La Primera Guerra Mundial en las Antillas,editado por el investigador francés Xavier Calmettes. Este es un libro muy interesante que desgraciadamente ha circulado poco en Puerto Rico. Contiene cuatro ensayos sobre Puerto Rico.

Después de publicar Las caras del poder mi trabajo ha estado más enfocado en la historia intelectual y los temas universitarios. No se trata de un interés nuevo ya que, por mi carrera universitaria y práctica docente, he trabajado sobre temas relacionados con el movimiento de los Estudios Generales y los debates sobre la universidad, sobre lo que tengo varias publicaciones. Con Francisco Rodríguez Suárez, entonces decano de Arquitectura, edite dos volúmenes sobre la coyuntura universitaria titulados Alma Mater y Aula Magna.

Mi discurso de ingreso en la Academia Puertorriqueña de la Historia trató sobre las redes intelectuales de la reforma universitaria puertorriqueña. Este me sirvió como una hoja de ruta para una abarcadora investigación que acabo de publicar en 2023 bajo el titulo Jaime Benítez y la internacionalización de la Universidad de Puerto Rico, las redes intelectuales de la reforma universitaria, que es mi último libro publicado. Le estoy haciendo algunas correcciones para una segunda edición.

Ahora estoy trabajando con el colega Raúl Mayo Santana, quien publicó un libro importante sobre la Escuela de Medicina Tropical, que tiene como punto de partida la visita en 1939 a la Universidad de Puerto Rico de una comisión académica de alto nivel presidida por el geógrafo estadounidense Isaiah Bowman y su informe proponiendo convertirla en una Universidad Panamericana.

3.1 WRS – Si compara vuestro crecimiento y madurez como persona, docente-investigador (historiador) y escritor con su época actual en Puerto Rico o fuera, ¿qué diferencias observas en vuestro trabajo creativo-investigativo? ¿Cómo ha madurado su obra? ¿Cómo has madurado?

3.2 JRB – En la Universidad de Puerto Rico en la época en que estudié no se le prestaba mucha atención a cultivar el interés y las destrezas de investigación de los estudiantes. De vez en cuando te pedían un informe escrito o una pequeña búsqueda bibliográfica. Proliferaban los horribles exámenes de alternativas múltiples que no retaban el intelecto sino, a veces, la capacidad de adivinar la respuesta correcta. Al fin y al cabo, tenías 33% o 25% de probabilidades para acertar. Su lógica era permitirle a los profesores evadir la lectura de numerosas respuestas escritas ya que a menudo se corregían usando una “clave” (y a veces eran corregidos por una máquina).

De manera que me costó trabajo adaptarme a las exigencias de los estudios graduados con sus papers y trabajo independiente en bibliotecas. Pero fue entonces cuando aprendí a investigar y le cogí el gusto. Escribir un buen paper evitaba que te dijeran “that´s a lot of rubbish” (los ingleses no se andaban con eufemismos). En la fase doctoral tuve de tutor un gran investigador indio de intereses muy diversos: T. V. Sathyamurthy. También tuve la experiencia a la que me referí anteriormente en Technical Services donde hice encuestas y análisis cuantitativo.

La investigación para mí ha sido una actividad constante en mi carrera académica junto con la enseñanza y la administración universitaria. Por supuesto que uno va aprendiendo y, al menos en mi caso, redefiniendo la temática de investigación. Entre otras cosas he aprendido que la investigación toma tiempo y requiere paciencia. Mis proyectos me tomaron varios años, en algunos casos décadas. En segundo lugar, que se debe ser lo más organizado posible en el proceso de investigación para no perder tiempo en la fase de escritura. Y tercero que es muy importante cuidar la narración, escribir bien, un relato interesante, para que la gente te lea, para que tu público trascienda el reducido núcleo de especialistas.

Siempre he admirado a la historiadora Barbara Tuchman por su atención al arte de escribir, como en The Guns of August. Ella cultivó la buena escritura en obras sustentadas en investigaciones rigurosas en fuentes documentales. Otro ejemplo de investigador-narrador es John Womack con su extraordiaria obra Zapata and the Mexican Revolution. El cubano Rafael Rojas y el español Juan Pablo Fusi también están en ese grupo.

4.1 WRS – Jorge, ¿cómo visualizas vuestro trabajo creativo-investigativo con el de su núcleo generacional de escritores con los que comparte o ha compartido en Puerto Rico o fuera? ¿Cómo ha integrado vuestro trabajo creativo-investigativo a su quehacer de escritor?

4.2 JRB – Yo formo parte de una generación de académicos que estudió en los años sesenta y setenta y luego fuimos a Estados Unidos, México y Europa para hacer estudios graduados. El Centro de Estudios sobre la Realidad Puertorriqueña (CEREP) fue expresión de esa generación, aunque no abarca a todos los investigadores que hicieron aportaciones importantes. Para mencionar algunos nombres: Gervasio García, Ángel Quintero Rivera, Arcadio Díaz Quiñones, Silvia Álvarez Curbelo, Humberto García Muñiz, Guillermo Baralt, Andrés Ramos Mattei, Fernando Picó, Marcia Rivera, Rubén Dávila, Samuel Silva Gotay, y otros, desarrollaron una gran actividad de investigación y publicación en lo que se llamó “la nueva historia”. Renovaron el debate y la producción intelectual con enfoques que ponían énfasis en la historia social y económica o exploraban nuevos temas. También estuvieron vinculados literatos y artistas plásticos. Las librerías de Río Piedras, las editoriales como Huracán y Callejón y ciertas revistas fueron parte de esta eclosión. Nuevas corrientes intelectuales de Estados Unidos, Europa y América Latina irrigaron la comunidad intelectual puertorriqueña creando una gran efervescencia y orientando el interés hacia nuevas temáticas. El colega sociólogo cubano Haroldo Dilla en una ocasión me recalcó con admiración la vitalidad y calidad de la producción intelectual puertorriqueña.

También otros factores contribuyeron a producir este fenómeno como la maduración del proyecto universitario en Puerto Rico y el surgimiento de nuevos movimientos sociales a nivel mundial en la coyuntura de la Guerra de Vietnam. Esta generación surgió con vocación internacional, principalmente buscamos nexos con el Caribe y América Latina. De hecho, el propio CEREP tuvo como modelo instituciones análogas que habían surgido en América Latina.

En mi caso particular, desarrollé vinculaciones con el Caribe a través del Proyecto Caribeño de Justicia y Paz, y la Caribbean Studies Association (CSA). Fui miembro del ejecutivo de la International Peace Research Association (IPRA). En la República Dominicana me relacioné con FLACSO y con la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) y en Cuba con el Centro de Estudios de América (CEA) (hasta su crisis a mediados de los noventa).

Los investigadores sobre temas militares formábamos una red latinoamericana que abarcaba a casi todos los países. Algunos estaban también en IPRA. Conservo valiosas amistades de cuando estaba más activo en esos temas. También tenía contactos en Barcelona con el Centro de Estudios Internacionales CIDOP, como con el investigador Rafael Grasa. Ahora, que he estado trabajando mayormente sobre temas de historia intelectual y universitaria, me he vinculado con colegas en México, Perú y España, mayormente de Barcelona donde he estado en la Universidad de Barcelona discutiendo mi libro más reciente.

Los intelectuales siempre estamos, o debemos estar, vinculados a diversos movimientos de investigación y a redes de investigadores. Esos nexos enriquecen nuestro trabajo y proveen conductos para su difusión.

5.1 WRS – Ha logrado mantener una línea de creación-investigación enfocada en la historiografía en y desde Puerto Rico. ¿Cómo concibes la recepción a vuestro trabajo creativo-investigativo dentro de Puerto Rico y fuera, y la de sus pares?

5.2 JRB – En parte la he contestado en la pregunta anterior. Recientemente estuve en Madrid y Barcelona presentando un libro. Lo hice en la Universidad Complutense, el CSIC, la Fundación Ortega Marañón (FOM) y la Universidad de Barcelona, Facultad de Educación. Anteriormente había estado en Trujillo y Madrid en un evento de la Real Academia de la Historia (RAH) y otras instituciones donde presenté la investigación en proceso. Encontré mucho interés de varios colegas que trabajan temas afines. Para octubre me invitaron a participar en una mesa sobre redes intelectuales en un congreso que se llevará a cabo en Madrid. También tengo pendiente una visita al Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).

Hoy en día la difusión de nuestros escritos se hace por vía digital en páginas como Academia.edu y tengo muchos lectores de España, Estados Unidos, el Caribe y América Latina. El problema de la publicación en papel es que los mercados están segmentados y la difusión es más difícil y limitada. El problema de siempre. Pero aparte de mi propia obra, la producción de los colegas de mi generación es conocida y leída fuera de Puerto Rico.

6.1 WRS – Sé que vos es de Puerto Rico. ¿Se considera un escritor puertorriqueño o no? O, más bien, un escritor, sea este puertorriqueño o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente vos?

6.2 JRB – Soy puertorriqueño de la variedad cubana. Muy recientemente el amigo escritor Manuel Martínez Maldonado me designó “historiador cubano-puertorriqueño”. Es otra descripción con la que me siento cómodo. En Cuba ya no me queda familia, aunque sí algunos amigos. Llegué a Puerto Rico en mi temprana adolescencia, estudié en el Colegio San Ignacio y la Universidad de Puerto Rico, donde hice mi carrera, aunque también trabajé en otras instituciones como el Centro de Estudios Avanzados y la Universidad Carlos Albizu.

Mi madre era de Santiago de Cuba y mi padre gallego-cubano, así que tengo familia en Galicia. Dos de mis hijos están en Estados Unidos y varios sobrinos en Miami. Uno de mis hijos nació en Marburgo, Alemania. El esposo de mi hija Rosaura es puertorriqueño de la variedad dominicana. Tengo nietos puertorriqueños, estadounidenses y salvadoreños.

La cuestión de mi identidad es compleja, pero soy parte de la academia puertorriqueña y la mayor parte de mi vida y carrera universitaria ha sido en Puerto Rico, por lo que digo que soy puertorriqueño de la variedad cubana. Para José Luis González que mencionas la cuestión de la identidad debe haber sido también compleja, no solo por su larga estadía mexicana sino también porque, tengo entendido, que su madre era dominicana. Yo me siento muy vinculado al país y orgulloso de todas las otras identidades que me enriquecen.

Mi familia es de emigrantes, al menos desde mi padre y el apellido Beruff de mi madre no es cubanísimo, sino de emigrantes recientes (siglo 19). Antes de emigrar mi padre a Cuba a los trece años, había emigrado su tío a Santiago de Cuba. La familia de mi padre emigró a Cuba, Chile, Argentina y Brasil, entre otros lugares, desde una pequeña aldea en Pontevedra. Luego se reencontraban en la aldea que siempre añoraban (la morriña). Y hasta una joven criada desde pequeña en Buenos Aires “regresó” a la aldea (donde nunca vivió) para casarse con un galleguito. Las identidades a veces son opciones.

7.1 WRS – ¿Cómo integra vuestra identidad étnica y de género, y su ideología política con o en vuestro trabajo creativo-investigativo y su formación en educación en o fuera de Puerto Rico?

7.2 JRB – Creo que en la investigación hay que tener la sensibilidad para reconocer a todos los actores. En lo que he estado investigando recientemente me he encontrado que una mujer como Muna Lee fue muy importante por sus propios méritos en la Universidad de Puerto Rico y no se le ha reconocido. De hecho, en alguna medida se le ha borrado. Por otro lado, mi visión del Caribe es el de una región formada por una pluralidad de etnias y pueblos que han ido creando, desde la diversidad, nuevas expresiones culturales. Recientemente el historiador José Lee Borges ha reivindicado la aportación de los chinos en Puerto Rico, como lo ha hecho también Mu Kien Sang en la República Dominicana.

Además, se trata de una región que no se puede definir únicamente en términos geográficos estrechos, ya que ha sido encrucijada de procesos mundiales y que está presente también a través de sus diásporas. La recién fallecida historiadora Jennifer Wolf lo expresó recientemente en un libro que lleva el título Isla Atlántica Puerto Rico.

Las definiciones etnicistas excluyentes, que dibujan un Caribe unidimensional, no nos permiten captar la riqueza histórica y cultural de nuestra región.

Por otro lado, las convicciones políticas siempre matizan la producción intelectual que nunca es aséptica. Es un debate viejo. Lo importante es entender que nuestro trabajo responde, o debe responder, principalmente a la lógica del conocimiento que es distinta que la del poder.

8.1 WRS – ¿Cómo se integra vuestro trabajo creativo-investigativo a su experiencia de vida tras su paso por la Universidad de Puerto Rico? ¿Cómo integras esas experiencias de vida en su propio quehacer de escritor en Puerto Rico hoy?

8.2 JRB – Contestar esta pregunta me llevaría a una larga reflexión biográfica que no puedo hacer aquí. Mi experiencia es la de un intelectual universitario, un académico, un profesor. He tenido la satisfacción de tener muy buenos estudiantes que ahora están en plena producción. Ese ha sido principalmente el sentido de mi vida profesional y mi ocupación. Para mi generación, el rechazo a la guerra y el militarismo en el contexto de la guerra de Vietnam, de las dictaduras militares en América Latina y de otras de sus manifestaciones más cercanas fue una experiencia relevante. A ello le atribuyo mi interés por investigar temas militares y las guerras. Pero es muy difícil para un académico entender sus propias motivaciones o intereses. Se trata de lo que Pierre Bourdieu llamaba el “principio de la no conciencia”. A veces los intereses de investigación pueden ser muy distantes de las experiencias de vida.

9.1 WRS – ¿Qué diferencia observas, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a vuestro trabajo creativo-investigativo y a la temática del mismo? ¿Cómo ha variado?

9.2 JRB – Afortunadamente, nunca he tenido dificultad para publicar mis textos. Muchos de mis libros se han agotado o están en nuevas ediciones. Ha habido muchos cambios desde que publiqué mi primer libro en 1983. El público dispuesto a comprar obras publicadas en papel y el mundo de las librerías se ha contraído en Puerto Rico. También las universidades públicas y privadas se han debilitado. Hay nuevas generaciones con nuevos intereses y distintas relaciones con las tecnologías de publicación.

No rechazo publicar en Internet, pero soy de los dinosaurios que no siente que ha publicado si no lo ve en tinta sobre papel. También prefiero leer impresos en papel, aunque hoy en día mucha de la investigación es en fuentes digitales. No he aceptado la opinión de algunos colegas que piensan que solo se consumen los textos que no pasen de las 300 páginas. Tampoco que el criterio de calidad sea el éxito en el mercado o la cantidad de libros vendidos.

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(San Juan, 9:00 a.m.) Anterior a los procesos de limpieza de sangre se pueden encontrar vestigios de pensamientos y conductas racistas, aunque no desarrolladas como se dieron en los siglos XVIII y XIX. Historiadores como Benjamín Issac con su obra The Invention of Racism in Classical Antiquity presentan la existencia de un protoracismo, donde se exhibían ideas enmarcadas en lo que hoy día podríamos definir como etnocentrismo. En el análisis que se presenta se tiene la certeza de que existían diferencias entre grupos y que cada uno de ellos se consideraba superior al otro; no obstante, la conceptualización moderna del racismo no estaba presente, aunque sí sus bases.
Con el desarrollo de la modernidad, la filosofía humanista, los nacionalismos y el desarrollo científico se establecieron nuevos significados a conceptos ya existentes. Francois Bernier, un filósofo, médico y explorador francés, publicó en 1685, Nouvelle division de la terre par les différentes espèces ou races qui l'habitent, obra que es producto de sus observaciones etnográficas y donde se establece la existencia de diversas razas humanas desde la óptica del mundo europeo.
Alí Rattansi (2020) describe que así como el pensamiento occidental sigue evolucionando, a la vez que el poderío imperial de las naciones europeas, se empiezan a añadir nuevas conceptualizaciones que van diferenciando y marginando a los diversos grupos poblacionales en referencia a la población blanca. Carl Nilsson Linnaeus (Carlos Linneo), naturalista sueco, que en 1758 publicó la décima edición de su ensayo Systema naturæ, donde clasifica al ser humano en cuatro razas y le valoriza según las características físicas, morales y culturales desde el punto de vista europeo, fue uno de los primeros en establecer lo que conocemos como el racismo científico (Hering Torres, 2007). A él se unieron otras voces de filósofos y estudiosos de la naturaleza humana, entre ellos: Inmanuel Kant (pruso), Johann Friedrich Blumenbach (alemán), Benjamín Rush (uno de los fundadores de los Estados Unidos) y Arthur Gobineau (francés).
Gobineau es famoso por su obra de seis tomos, Essai sur l'inégalité des races humaines o (Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas - 1854), dónde establece que el factor racial es decisivo en el desarrollo de las civilizaciones. A su vez, establece que la raza superior es la aria (blanca-europea) y que el mestizaje es un factor negativo para la supervivencia de una sociedad. Como respuesta a este trabajo, Anténor Firmin, antropólogo y político haitiano, escribió De l'Égalité des Races Humaines (Sobre la igualdad de las razas humanas -1885). En este trabajo, Firmin recuerda al mundo occidental la importancia de las culturas africanas en el desarrollo de la civilización europea y establece que la evidencia empírica histórica indica que todas las razas están dotadas de cualidades y defectos, que su color o fenotipo no son factores que lleven a predecir su fracaso o triunfo. En otras palabras, para Firmin ninguna raza es superior a otra.
Firmin, contrario a lo que esperaba y en retroceso a las filosofías y pensamientos sobre modernidad, democracia e igualdad, fue ignorado e invisibilizado por sobre un siglo. Su ideario antirracista, demostrado mediante una metodología científico positivista, fue visto como una irrealidad al punto que la élite cultural y científica europea prefirió olvidarlo. No es hasta finales del siglo XX que se comienza a trabajar la figura de Firmin y sus aportaciones. En el año 2000 se publica en inglés una traducción realizada por Asselin Charles y prologada por Carolyn Fluehr Lobban.
A mediados del siglo XX, la UNESCO toma el asunto del racismo y el de la supuesta división humana en razas como una prioridad en su lucha por la igualdad en el planeta. Se crearon comités de investigación con antropólogos y otros científicos sociales llegando a la conclusión de que toda la humanidad es una sola especie. Esta fue plasmada en un documento titulado Statement on Race, cuyo autor principal y presentador fue el británico de origen judío y antropólogo Ashley Montagu (1950). De allí surgieron diversidad de investigaciones y otras publicaciones reafirmando la falsedad de la división racial del ser humano. Uno de los trabajos que sobresalió fue el de Claude Lévi, Race et histoire (Raza e historia) de 1952.
Ya sobrepasaron los 70 años desde que la UNESCO presentó una posición antirracista dirigida a conseguir la igualdad para todos los seres humanos, pero todavía hay que lidiar con el racismo y la perpetuación de que los seres humanos están divididos en razas. No solamente son los supremacistas, sino que, dentro de grupos antirracistas, aunque luchen por la igualdad, existe la creencia de que esa supuesta división racial es factual y se da una continuidad a la reafirmación racial del propio grupo. Contrario a este pensar, la obra de Ebenecer López Ruyol presenta el término raza como un embeleco cuyo propósito es mantener la división entre los seres humanos, una continuación a la categorización, que sirve de combustible al racismo y que nos deshumaniza.
En Un embeleco llamado raza, López Ruyol entrelaza varios procesos históricos que afectaron la conceptualización del término raza: la esclavitud, las exploraciones ultramarinas, las colonizaciones occidentales hacia el resto del mundo a partir del siglo XV, la explotación indiscriminada de África y la propagación del cristianismo en sus distintas ramificaciones, entre otros, son ejemplos que nos presenta y ayuda a analizar el problema del racismo.
La obra está dividida en veinticinco capítulos y contiene una serie de ilustraciones que ayudan al lector a visualizar los temas que se discuten. El epílogo resume el llamado a terminar con el racismo y sus idearios; en palabras de López Ruyol: “¡Cero razas! Es el momento de la especie humana. Ni el color de la piel, ni los rasgos somáticos nos hacen razas diferentes, solo enriquecen la diversidad”.
Fin de la segunda parte y del ensayo. Para las referencias bibliográficas invitamos a leer el artículo en la obra.

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