Dedicado a mis amigas Yolanda, Pilar y Raquel

 

La primera vez que leyó Érase un hombre a un celular de Luis Rafael Sánchez, decidió que le asignaría el ensayo a sus estudiantes para que aprendan a compartir, comunicarse entre ellos, socializar, soltar los móviles y las tabletas por un rato. La tecnología si se usa bien es excelente; por el contrario, si la manejamos de forma incorrecta, el resultado puede ser una sociedad de mutantes. Seres disfuncionales que van a un restaurante para compartir y cada uno está metido en su celular sin expresar una palabra. La tecnología se convirtió en la nueva droga que hace que muchos de los que la consumen, sean incapaces de transmitir un pensamiento ordenado. Peor aún, ver adictos tecnológicos desde la niñez, que hacen berrinches y manipulan a sus padres, si les pides que se desconecten. Apenas hablan y viven en su mundo. No obstante, hay que reconocer la parte positiva de la tecnología, porque con sentarte a buscar, tienes las mejores bibliotecas del mundo a la mano. Ahora no hay que montarse en un avión para viajar, porque puedes hacerlo desde la pantalla de una computadora. Por otra parte, las redes sociales logran que personas que no se ven por décadas, vuelvan a conectarse. Eso le sucedió a Amanda, que volvió a encontrarse con su comadre por medio de Facebook. Sin saberlo, compartían amistades en común a través de esta red social.   Las amigas habían dejado de verse, porque ella atravesó por unas situaciones difíciles, que la llevaron a sumergirse en una fuerte depresión. Perdió el contacto con su comadre y con su ahijado que ya se convirtió en padre. Todavía recuerda que Myrna, le dijo que cuando tuviera hijos, ella sería la madrina de uno y lo cumplió. Lastimosamente, la mujer de ojos verdes rompió el acuerdo al poner distancia con su amiga. Se reencontraron por las famosas redes sociales y así volvieron a retomar la amistad donde la habían dejado. Su comadre pasó borrón y cuenta nueva, la llamó por teléfono, y mantuvieron una conversación de dos horas, repasando sus vidas y con nostalgia, recordando sus tiempos universitarios.

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“Soy viuda”, le contesté al reparador de pisos que pretendía saber si podía contar con fuerza masculina para sacar los muebles de una habitación, teniendo él otros empleados a su cargo. No sé por qué le mentí. Tal vez, sentí miedo por su pregunta, pues vivo sola, soy mujer. Tal vez, lo sentí como una intromisión a mi privacidad. No lo sé bien.  En cuanto a la viudez, reflexiono. Es un concepto de dolorosa soledad, de pérdida de un compañero de viaje que nunca he tenido, por lo que no volvería a decir algo semejante por respeto a las viudas que he conocido. Pero si me encontrara con el reparador de pisos y me preguntara por él, por el difunto, creo que como escritora tendría que continuar mi historia. 

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 Últimamente, solo esculpo epitafios:

la vida me sorprende en un hades principesco.

No quiero saber de más nombres, rostros grandes

y pequeños, amados aún por la intensidad

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Entonces, el hombre triste ante el no de la margarita, recordó también la espina de la rosa, y sonriendo fue dando saltos de esperanza hasta llegar al árbol de la maga para enamorarla. Su tronco fuerte, pensaba, podría ser la base estable del gran amor  que tanto, tanto quería. (agosto-2017)

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Lo más fácil es una o más pastillas, para el que tenga un dolor insoportable es lo
necesario. Si no lo es tanto; hay que tratar de dialogar con el cuerpo. Primero
minimizarlo un poco, no ignorarlo pero minimizarlo para que no mande sobre ti. Decirle:
que eres ?
Un picor, un ardor, una hinchazón vieja que se trata bien con hielo y calor/, un músculo
cansado al que dándole descanso mejora?, y una vez decidido, ¿Cómo lo vas a
enfrentar? Comenzar a desplazar para que tu atención del área del dolor se desplace a
cosas placenteras. Una buena lectura, música que sea agradable al oído, una buena
caminata en ambientes exteriores y hermosos, bien montañosos  o bien marítimos,
porque la comunicación con la naturaleza es terapéutica .
Debe aminorar o irse el dolor, pero si no ocurre, desprenderse aún más de él pensando
en gente recién operada, mujeres que paren con dolor y regalan vida a su patria, a su
nación. Niños a quienes les falta órganos o se han lesionado algunos y han tenido que
empezar a sufrir y controlar dolor temprano en la vida.
Hombres y mujeres que han vivido con dolor toda su vida, viéndose privados de sueño
regular y descanso. Cuando pienso en eso y medito sobre ello, creo, de Verdad ,creo,
que mi dolor es pasajero, un dolor pendejo como yo, y me voy cantando..

Entonces, el hombre triste ante el no de la margarita, recordó también la espina de la rosa, y sonriendo fue dando saltos de esperanza hasta llegar al árbol de la maga para enamorarla. Su tronco fuerte, pensaba, podría ser la base estable del gran amor  que tanto, tanto quería. (agosto-2017)

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