Mucho se ha escrito sobre el oficio de la poesía. Tanto que podría rayar en decir lo que algunos ya habrán dicho, pero eso no importa porque yo no pretendo escribirlo como se hace un poema: originalmente, si no en palabras llanas repetidas. Hay en estos momentos un afán de ser poeta para ser popular y ser admirados, que asusta. La afirmación más errada de este tipo de escritor es decir que no leen a otros para no contagiarse. Yo solo me pregunto, ¿puede un atleta ser buen atleta si no practica diariamente, o un músico tocar su instrumento sin haberlo afinado y sin haber practicado para dominar su melodía? Tal vez lo logre ocasionalmente, pero no todas las veces.

Para ser un poeta de oficio he aprendido que hay que:

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Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas...”, así señala el conocido poema de Lola Rodríguez De Tió. Esa parece la premisa del historiador puertorriqueño Bernabé Soto Beltrán, cuando se adentra a explorar la figura de Tomás Estrada Palma. Su más reciente libro titulado que lleva por título Tomás Estrada Palma: en el desarrollo del republicanismo en Cuba; 1900-1906. En este texto, el autor va más allá de destacar datos biográficos de la figura del primer presidente cubano. Más bien se adentra a explorar en que surge esta figura política de la hermana antilla.

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A mis estudiantes

Los primeros años de mi vida era mi abuela quien me criaba pues mis padres y mi abuelo trabajaban. De ella aprendí que el temor de Dios era el principio de la convivencia en armonía con los seres humanos que me rodeaban. Amarás a tu prójimo, no mentirás, no robarás, el resto de los mandamientos y las parábolas y sermones de Cristo, por no dejar de mencionar los salmos y los proverbios que eran su prédica de mujer sabia. Cuando tenía nueve años mis padres se mudaron lejos de mis abuelos y yo recuerdo que los extrañaba y lloraba cuando los domingos nos devolvían del paseo por la costa playera de Cataño después de ir a la iglesia.

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Me preocupa que en la prensa no se esté ofreciendo información vital sobre los delincuentes y criminales, particularmente sobre los más jóvenes. Tal vez intervengan en esto las instituciones judiciales y policiacas. En el caso del reciente secuestro  en el Restaurante El Hipopótamo de Río Piedras no aparecen detalles relevantes sobre  uno de los acusados, Geofley Jomar Pérez, ni cuáles fueron sus antecedentes penales. Solo se sabe que su edad es 24 o 25 años y que proviene de un caserío, lo que se considera una zona de la periferia social, económica y educativa.

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Es aquel que se habla en casa desde la cuna. Es aquel con el que me cantaron desde el vientre. Es aquel con el que me gusta más amar. Es la base de todo mi conocimiento preescolar. Debería ser la zapata sicológica sobre la cual se construyan otros idiomas.

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Mucho se ha escrito sobre el oficio de la poesía. Tanto que podría rayar en decir lo que algunos ya habrán dicho, pero eso no importa porque yo no pretendo escribirlo como se hace un poema: originalmente, si no en palabras llanas repetidas. Hay en estos momentos un afán de ser poeta para ser popular y ser admirados, que asusta. La afirmación más errada de este tipo de escritor es decir que no leen a otros para no contagiarse. Yo solo me pregunto, ¿puede un atleta ser buen atleta si no practica diariamente, o un músico tocar su instrumento sin haberlo afinado y sin haber practicado para dominar su melodía? Tal vez lo logre ocasionalmente, pero no todas las veces.

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Yunior García QEPD era el líder de una supuesta protesta que nunca llegó a ser protesta. Ahora que cogió la juyilanga espera cobrarle la faena al gobierno gringo.

Se fue para España con su esposa sin que nadie en Cuba se lo impidiera. “Me quebré, quizás no estaba preparado para eso", afirmó desde una casa que le brindaron en España (¿pagada por quién, por el gobierno gringo?).

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Pasó frente a mí como un celaje, una saeta difusa, una sombra sin contornos. Paseaba a mis perros, quienes no se percataron del inusitado transeúnte matutino. La gente comenzó a gritar: “Es un monstro… ¡Corran, llegaron los extraterrestres!... ¡El diablo anda suelto!”. Pero, nada más lejos de la realidad: era un mono, un orangután, un gorila o un chimpancé, en fin, y para no fallar en la clasificación debido a mis pocas dotes taxonómicas, un primate. Me desconcertó pensar en la posibilidad de que un monito anduviera suelto por los predios de Santurce.

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