Agenda Caribeña
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Las protestas sociales en Estados Unidos [efectos para Puerto Rico]
ENTREVISTA EN TIEMPO DE CORONAVIRUS
[Nota del autor: Entrevista en WordPress para la-poesia.es y escaparate de poesía]
Hemos vivido una situación inédita últimamente y esto tiene muchas implicaciones en el mundo de la cultura, desde el día a día, la situación económica de la mayoría y varios dramas personales al ya palpable cambio de canon. La última vez que hubo una circunstancia semejante en Occidente, surgió el Expresionismo, así que hemos decidido documentar estas circunstancias de primera mano a través de vari*s artistas a l*s que les hacemos una serie de preguntas.
1. ¿Ha cambiado tu forma de vestir últimamente? ¿Dónde estás? ¿Qué llevas puesto?
R; Primero, alargo mi mano hasta el apretón de vuestra amistad.
Me encanta estar entre tanta poetisa y poeta de tan buen calado e inspiración. Mi forma de vestir ha cambiado en el sentido de que llevo todo el día puesto una bata; una bufanda alrededor de la garganta, y ando en zapatillas.
Estoy en casa. Ahora, escuchando a Walk in Darkness – Last Siren (feat. Nicoletta Rosellini, que es preciosa. Luego pasaré a Nightwish – Ghost Love Score, with Tarja Turunen ¡divina¡ hasta que me llame mi esposa, imposibilitada temporalmente por una caída fortuita provocada, sin querer, por un padre a quien se le escapó su hija pequeña para ir a ver los reyes de la Cabalgata de enero, a quien tengo que atender, pues tiene rotas la clavícula del hombro izquierdo y la rodilla de la pierna derecha.
Ya va mejor. Gracias
Derribar o no las estatuas, esa es la pregunta
El derribo de estatuas de figuras prominentes de una historia global, que van de Colón a Churchill, y de Minneapolis a Londres, no tiene que ver, en contra de lo que algunas intentan hacernos creer de una forma muy esquemática, con un cambio violento de percepción valorativa de determinados acontecimientos o figuras históricas. No tiene que ver con que quienes fueron un día considerados héroes, sean ahora tomados por villanos, como estamos leyendo con machacona insistencia en prensa.
Es fácil acogerse a esa interpretación simplista y, a partir de ahí, adherirse a la causa de quienes defienden que cuestionar el pasado, su posteridad y las políticas de memoria es un acto de “barbarie” o un ejercicio de “presentismo”, o de quienes tratan de ubicar ciertos impulsos de derribo en polémicas historiográficas concretas como por ejemplo la de si Colón fue un emprendedor o un genocida.
Vengo a proponer que ni lo uno ni lo otro. Vengo a decir quienes a estas alturas continúan afectados por un residuo de hegelianismo viven una alucinación elitista, catastrofista y cínica, y que no hay que hacerles más casito del necesario. Porque a estas alturas todas sabemos que si bien una cosa es hacer un burdo uso político del pasado (algo que no nos gusta y a lo que nos oponemos y que observamos con rubor en la ultraderecha que hace pasar el mito por historia) otra cosa distinta es pretender que no existen las políticas de la historia. Es decir, que no escribimos una historia, con rigor metodológico y respetuosa con las fuentes, afectada por la política.