¨Uno puede saber cómo conquistar
sin tener la posibilidad de hacerlo.
Si no se puede vencer, se debe defender:
Si se puede vencer, se debe atacar.
Defender cuando la fuerza es insuficiente;
atacar cuando la fuerza es abundante.¨
Sun-Tzu, ¨El arte de la guerra¨
Desde hace más de seis años, la República Árabe Siria ha sido objeto de uno de los procesos de desestabilización interna de un país más crudos en nuestra historia reciente. Un país que llegó al Siglo XXI contando con una población aproximada de 19 millones de habitantes, con un gobierno republicano sujeto a elecciones cada siete años y que históricamente había rechazado el modelo teocrático de gobierno, permitiendo la coexistencia en su territorios nacional de ciudadanos que profesan la fe islámica de sus diferentes vertientes, en conjunto con la fe cristiana, judía y otras prácticas religiosas, ha pasado a ser un territorio de combates y conflictos internos armados, promovidos por Estados Unidos, la Unión Europea, Israel y algunos estados políticos de la región, entre los que se encuentran Jordania y Arabia Saudita, Estados políticos vasallos de los intereses imperialistas occidentales en la región.