El fenómeno del envejecimiento de la población es uno bien marcado en nuestra isla.  Si a este factor se le añade que los divorcios al presente son ocurrencias muy comunes, resulta en que entre la llamada población que compone la tercera edad hay muchos hombres y mujeres solteros.  No por ser adulta esta población sus sentimientos envejecen y su capacidad de amar merma. Es probable que entre viejas amistades o relaciones pasadas podamos encontrar a ese otro u otra que sea capaz de lanzarse a la aventura de un amor en la madurez de la vida. Un amor experimentado, que puede tener una profundidad y madurez, mayor que aquel amor salvaje de la juventud.
 
La energía del amor no tiene edad. Por ello, cuando uno conecta energéticamente con otro ser, las sensaciones que uno siente son tan vibrantes como la de cualquier joven enamorado.  El regocijo y la felicidad que se puede experimentar, en nada tiene que ver con el cuerpo físico. Aunque por supuesto, mantenerse en condición saludable siempre va a ayudar en ese proceso. Lo importante de ese amor en la madurez de la vida, es precisamente eso.  La conciencia, presencia, entendimiento y compromiso que trae una relación adulta es en otro nivel.
 
Los actores principales que decidan entrar en una relación amorosa en la madurez de la vida pueden capitalizar su unión usando sus experiencias de vida como base.  Con esto quiero decir que tienen más claro quiénes son, lo que quieren y lo que esperan.  Pueden reconocer lo invaluable de una buena comunicación. No pierden el tiempo en pequeñeces. Tienen conciencia de la importancia de pasar tiempo de calidad con la pareja y los seres queridos. Se hacen expertos en vivir el momento presente, el aquí y ahora.  Hay una conciencia de que los términos de caducidad están más cerca de lo que uno realmente quiere pensar.  Por ello se privilegia el vivir a plenitud.
 
Así, viviendo ese presente, mis amigos Ivonne y Jorge se encontraron hace seis años atrás. Desde que intercambiaron sus miradas, ambos se reconocieron como almas amantes.  Empezaron su caminar amoroso por las calles del Viejo San Juan.  El amor que exudaban esos dos seres era visible para todo aquel que los viera pasar.  Ellos celebraron su amor y su vida, en bohemias y bailes, en el arte, y en el compartir con familiares y amigos.  En fin, fueron actores principales de un amor como el que todos queremos algún día encontrar.
 
En marzo de este año a Jorge se le diagnosticó un cáncer de pulmón muy agresivo.  Ivonne lo acompaño como amantísima compañera en ese duro camino, y con su amor alivianó sus penumbras hasta el momento de su partida.  Ahora, transformada la energía de Jorge, su cuerpo descansa.  Ivonne, aunque entristecida por la pérdida de su compañero, no cambiaría ni un segundo de los días de amor profundo que vivió con él.
 
La lección de esta historia es para los adultos mayores, que componen esta sociedad, la oportunidad de disfrutar un amor profundo, genuino y verdadero está latente y presente. Solo hay que abrirse al fluir de esa energía amorosa y abrazarla sin temor. Tomo prestadas las frases del poeta inglés Alfred Tennyson “es mejor haber amado y haber perdido que jamás haber amado”, y de Vincent Van Gogh “es necesario haber amado, después perder el amor y luego volver a amar todavía”.  ¡Mientras seamos capaces de amar, viviremos!

El costo de la electricidad en Puerto Rico esta por las nubes. Eso lo sabemos y lo sufrimos todos. Nos urgen que nos movamos a energía renovable para ayudar al ambiente y nuestros bolsillos. Sin embargo, cuando uno explora las alternativas para instalar paneles solares, la inversión a largo plazo resulta onerosa y el llamado ahorro, se lo comen las compañías instaladoras de los paneles.

El mercado de paneles solares se disparó con el alza de la electricidad. Esto le ha dado un margen amplio de ganancia a las compañías dedicadas a la venta e instalación del sistema de energía solar. El problema, con estas compañías es la llamada “letra pequeña” del acuerdo o como dice el norteamericano el “fine print”. Los contratos que ofrecen estas compañías “grandes” son uno de adhesión. Envían a un vendedor para describir los supuestos beneficios y ventajas económicas que la instalación de uno de estos sistemas tiene, más aún si lo tomas a plazo o lo alquilas.

Los vendedores intentan desalentar la compra en efectivo del sistema. En primer lugar, argumentan, correctamente, que el comprador tendría que sacar alrededor de veinticinco a treinta mil dólares del bolsillo, de cascajo. Lo que no dicen es, que la venta a plazos o el alquiler del equipo, en 25 años que es el termino máximo para pagar, le representa a la compañía una ganancia mucho mayor. El consumidor, en esa opción asume una deuda personal y termina pagando casi cien mil dólares por el sistema.

El “pitch” o enganche de venta es que de la factura de electricidad actual se pagara solo un par de pesos; claro los casi cien, doscientos o trescientos dólares extras se lo pagas a la compañía. ¿Cuál es el ahorro de esto? Realmente muy poco, pero el vendedor mete las cabras diciendo que le están fijando el costo de la electricidad al consumidor, quien no tendrá que pagar más de esa cantidad. También dicen que dan servicio por el término del contrato, que son compañías de solidez, que cambian las placas que se dañen sin costo para el cliente, etc., etc., etc. Realmente todo estos son estrategias de venta, porque sabemos que la solidez de las compañías hoy día es como la solidez de una gelatina con buena consistencia, siempre movediza. Nada garantiza la vida de esa compañía por el término del contrato. Nada puede evitar que se vaya a quiebra, se fusiona con otra o desaparezca por cualquiera otra razón.

Uno de los problemas mayores al firmar los llamados “acuerdos de instalación de un sistema solar”, es que dan solo un término de 7 días para cancelarlo. Sin embargo, en el acuerdo no surge con claridad que termino la compañía tiene para instalar el sistema. Pasados esos 7 días, si el consumidor cambia de parecer la compañía entonces, aunque no haya puesto ni un clavo del sistema, le quiere imponer al

consumidor unas penalidades exorbitantes que son más complicadas de calcular que la fórmula de la factura de Luma.

Recientemente he visto varias situaciones donde el consumidor intenta cancelar, la compañía no ha hecho absolutamente nada e intenta cobrar la penalidad, solo porque se firmó el contrato. En una de las situaciones, el vendedor verbalmente indica al consumidor que se le instalaría el sistema en 120 días. Pasaron 120 días y la compañía estaba en incumplimiento. Sin embargo, ese término de tiempo no aparecía escrito en ningún lado del contrato. Por suerte, el consumidor encontró un email suelto donde decía que el sistema debería estar instalado entre 90 a 120 días. Luego de mucho intercambio de correos electrónicos y de la compañía querer imponer sobre cuatro mil dólares en multa, sin haber hecho nada, se canceló el acuerdo.

Otra situación ocurrió donde el comprador firma el acuerdo. Resulta que luego le dan costos más altos que los originales y el vendedor empieza a justificarlos. La parte compradora solicita un desglose detallado de costos. Sin embargo, el vendedor empieza a darle de largas, y obliga al comprador a personarse a la compañía para cancelar el contrato. Allí en las oficinas de la compañía tanto los empleados como los gerentes, se ocuparon de darle al consumidor información confusa y engañosa para evitar que el cliente pudiese cancelar en los 7 días, y así ellos poder facturar la penalidad de cancelación. El cliente fue insistente, a pesar de que le mantuvieron casi dos horas en la oficina, y logro cancelar formalmente el acuerdo.

¿A dónde vamos con estas historias? A advertirle al consumidor que las placas solares se han convertido en un negocio muy lucrativo en estos días, y que las compañías no están cumpliendo con los términos de instalación, pero por dar un término tan corto de cancelación, están abusando de los consumidores e imponiendo unas penalidades leoninas solo por firmar un contrato que no cumplen. ¿De qué compañías hemos escuchado estos cuentos de horror? Entre ellas está Windmar y Solar Power. Es importante que antes de firmar un contrato o acuerdo con cualquier compañía averigüe con el DACO cuantas querellas tienen. También consulte con un abogado o con alguien que entienda el “fine print” del contrato. Los vendedores hacen su trabajo de venderle una nevera a un esquimal. Pero el abuso que hay contra los consumidores puertorriqueños, con el asunto de la energía, es mucho, para añadir injuria a la ofensa por uno querer ser partícipe de energía renovable y diz que ahorrarse alguito. ¡Basta de engaños!

Un pasatiempo que se ha acentuado durante este tiempo de pandemia es el turismo interno por los pueblos de la isla.  Esta es una actividad que puede ser bien gratificante y nos da oportunidad de redescubrir nuestra historia, cultura y las bellezas naturales. También nos da oportunidad de ver como un grupo de milenios se han convertido en jóvenes empresarios que rescatan sus pueblos trayendo negocios nuevos e innovadores, o se dedican a ser custodios de su cultura y tradiciones.

El sábado en la tarde un grupo de amigos nos fuimos de paseo al pueblo de Cayey.  Queríamos visitar un restaurante local de jóvenes empresarios que se llama Pa’l Pueblo localizado frente a la plaza de Cayey.  Al entrar al pueblo lo primero que observas es que la catedral ha sido recién pintada de color azul celeste, color que representa pureza y divinidad, y se relaciona con la Virgen María.  También concha acústica de la plaza y los quioscos están siendo remozados como parte de una transformación de la plaza pública.

Pa’l Pueblo, además de ser un restaurante es un whisky bar.  Ese enfoque es el que lo ha hecho atractivo para muchos turistas locales y foráneos.  El local era una edificación vieja que mantiene la belleza de sus pisos criollos mezclado con paredes pintadas con arte urbana.  El lugar presenta una fusión de lo antiguo con lo moderno, denotando una nueva conciencia social de preservar lugares históricos, pero insuflarles aires de juventud.  El lugar hay que recomendarlo positivamente.

Saliendo de Pa’l Pueblo di una mirada a la belleza de otros edificios antiguos que rodean la plaza, y allí justo al lado de Pa’l Pueblo me fijé en este edificio de dos plantas pintado color verde, con puertas de madera pintadas de blanco y un balcón a todo lo largo de su segundo piso.  Era evidente que había sido restaurado.  De pronto salió un caballero mayor y le pregunté.  Me explicó que ese era la “Casa Histórica de la Música Cayeyana”.  Desde la acera puede dar un vistazo a su interior que enseguida me cautivó.  Al ver mi interés, Luis Vázquez, quien resultó ser uno de los voluntarios que cuida el lugar, me dijo que esperar que iba a hablar con el director que se encontraba en la oficina para ver si recibía al grupo.  Esperamos un rato y mis amistades estaban un poco impacientes por continuar nuestra velada, pero me complacieron y esperamos. Luis nos relató que fue en la “Casita de la Música”, como cariñosamente le llaman los Cayeyanos al lugar, fue que conoció a su abuelo. Cómo así le pregunté.  Me relató que nunca conoció a su abuelo, pero que, al rescatarse la historia musical Cayeyana a través del museo, se encontró una foto antigua de su abuelo quien era saxofonista, con un grupo de otros músicos del área.

Una vez, que Andrés Yambó Febus, director de la Casa Histórica de la Música Cayeyana nos recibió, empezó la magia de la velada.  Andrés nos dio un tour por la “Casita”, nos explicó la historia de los músicos, nos mostró instrumentos musicales únicos y centenarios, nos habló sobre la evolución de la música, y sobre la historia del movimiento de bomba de la montaña. Nos explicó que la Casita se ha convertido en un centro cultural de puertas abiertas para todos en Cayey.  A raíz de la pandemia el local ha estado cerrado y se espera que pueda abrir este próximo agosto. La gente de Cayey es amante de la música y muy solidaria con el trabajo que se hace en la Casita de Música, que es cuidada por 70 voluntarios, según nos explicó Carmencita Burgos, voluntaria y esposa de Andrés. Ellos fueron identificando personas retiradas, solas o desempleadas y las invitaron a unirse siendo parte de la historia del pueblo.  Así han hecho una red solida de voluntarios, quienes durante la pandemia se han encargado de contribuir para sostener los gastos del lugar.  Otro de los voluntarios, Ramón Cotto, a quien apodan “el prieto”, también estaba allí.

En mi grupo de amigos hay varios músicos. Ya culminada la visita, William, uno de nuestro músicos y cantantes, se acerca al piano y pide permiso para tocarlo. Andrés muy amablemente se lo permite.  Al momento, a ritmo de bongos, congas, cuatro, güiro y guitarra, la bohemia impromptu comenzó. Se cantó y la emoción era tal que las lágrimas del monte brotaron para endulzarnos los paladares.

La velada fue una de intimidad, y comunión musical y cultural. Si la curiosidad no me hubiese atrapado, si Luis no hubiese salido, si la impaciencia de mis amigos los hubiese desesperado, si Andrés no nos hubiese atendido … otra sería la historia. Todos los presentes reconocimos lo mágico del momento.  Reconocimos también la importancia de disfrutar las oportunidades que “el aquí y el ahora” nos presentan.  Reconocimos la importancia de hacer turismo interno y de apoyar las gestiones culturales que lleva a cabo la dirección y los voluntarios de la Casa Histórica de la Música Cayeyana, quienes ante viento, marea y adversidades siguen a ritmo de la música dando el cien por ciento para preservar y ser custodios de nuestro acervo histórico, cultural y musical. Esa labor se les agradece. Así se hace la patria.

El costo de la electricidad en Puerto Rico esta por las nubes. Eso lo sabemos y lo sufrimos todos. Nos urgen que nos movamos a energía renovable para ayudar al ambiente y nuestros bolsillos. Sin embargo, cuando uno explora las alternativas para instalar paneles solares, la inversión a largo plazo resulta onerosa y el llamado ahorro, se lo comen las compañías instaladoras de los paneles.

El mercado de paneles solares se disparó con el alza de la electricidad. Esto le ha dado un margen amplio de ganancia a las compañías dedicadas a la venta e instalación del sistema de energía solar. El problema, con estas compañías es la llamada “letra pequeña” del acuerdo o como dice el norteamericano el “fine print”. Los contratos que ofrecen estas compañías “grandes” son uno de adhesión. Envían a un vendedor para describir los supuestos beneficios y ventajas económicas que la instalación de uno de estos sistemas tiene, más aún si lo tomas a plazo o lo alquilas.

Los vendedores intentan desalentar la compra en efectivo del sistema. En primer lugar, argumentan, correctamente, que el comprador tendría que sacar alrededor de veinticinco a treinta mil dólares del bolsillo, de cascajo. Lo que no dicen es, que la venta a plazos o el alquiler del equipo, en 25 años que es el termino máximo para pagar, le representa a la compañía una ganancia mucho mayor. El consumidor, en esa opción asume una deuda personal y termina pagando casi cien mil dólares por el sistema.

El “pitch” o enganche de venta es que de la factura de electricidad actual se pagara solo un par de pesos; claro los casi cien, doscientos o trescientos dólares extras se lo pagas a la compañía. ¿Cuál es el ahorro de esto? Realmente muy poco, pero el vendedor mete las cabras diciendo que le están fijando el costo de la electricidad al consumidor, quien no tendrá que pagar más de esa cantidad. También dicen que dan servicio por el término del contrato, que son compañías de solidez, que cambian las placas que se dañen sin costo para el cliente, etc., etc., etc. Realmente todo estos son estrategias de venta, porque sabemos que la solidez de las compañías hoy día es como la solidez de una gelatina con buena consistencia, siempre movediza. Nada garantiza la vida de esa compañía por el término del contrato. Nada puede evitar que se vaya a quiebra, se fusiona con otra o desaparezca por cualquiera otra razón.

Uno de los problemas mayores al firmar los llamados “acuerdos de instalación de un sistema solar”, es que dan solo un término de 7 días para cancelarlo. Sin embargo, en el acuerdo no surge con claridad que termino la compañía tiene para instalar el sistema. Pasados esos 7 días, si el consumidor cambia de parecer la compañía entonces, aunque no haya puesto ni un clavo del sistema, le quiere imponer al

consumidor unas penalidades exorbitantes que son más complicadas de calcular que la fórmula de la factura de Luma.

Recientemente he visto varias situaciones donde el consumidor intenta cancelar, la compañía no ha hecho absolutamente nada e intenta cobrar la penalidad, solo porque se firmó el contrato. En una de las situaciones, el vendedor verbalmente indica al consumidor que se le instalaría el sistema en 120 días. Pasaron 120 días y la compañía estaba en incumplimiento. Sin embargo, ese término de tiempo no aparecía escrito en ningún lado del contrato. Por suerte, el consumidor encontró un email suelto donde decía que el sistema debería estar instalado entre 90 a 120 días. Luego de mucho intercambio de correos electrónicos y de la compañía querer imponer sobre cuatro mil dólares en multa, sin haber hecho nada, se canceló el acuerdo.

Otra situación ocurrió donde el comprador firma el acuerdo. Resulta que luego le dan costos más altos que los originales y el vendedor empieza a justificarlos. La parte compradora solicita un desglose detallado de costos. Sin embargo, el vendedor empieza a darle de largas, y obliga al comprador a personarse a la compañía para cancelar el contrato. Allí en las oficinas de la compañía tanto los empleados como los gerentes, se ocuparon de darle al consumidor información confusa y engañosa para evitar que el cliente pudiese cancelar en los 7 días, y así ellos poder facturar la penalidad de cancelación. El cliente fue insistente, a pesar de que le mantuvieron casi dos horas en la oficina, y logro cancelar formalmente el acuerdo.

¿A dónde vamos con estas historias? A advertirle al consumidor que las placas solares se han convertido en un negocio muy lucrativo en estos días, y que las compañías no están cumpliendo con los términos de instalación, pero por dar un término tan corto de cancelación, están abusando de los consumidores e imponiendo unas penalidades leoninas solo por firmar un contrato que no cumplen. ¿De qué compañías hemos escuchado estos cuentos de horror? Entre ellas está Windmar y Solar Power. Es importante que antes de firmar un contrato o acuerdo con cualquier compañía averigüe con el DACO cuantas querellas tienen. También consulte con un abogado o con alguien que entienda el “fine print” del contrato. Los vendedores hacen su trabajo de venderle una nevera a un esquimal. Pero el abuso que hay contra los consumidores puertorriqueños, con el asunto de la energía, es mucho, para añadir injuria a la ofensa por uno querer ser partícipe de energía renovable y diz que ahorrarse alguito. ¡Basta de engaños!

La época de navidad supone ser una de alegría y regocijo para muchos. Sin embargo, esta misma época está asociada con tonos de grises para muchos otros. Estos tonos grises y sombras vienen muchas veces acompañados con tristeza, soledad y depresión. Esos tonos se pintan por muchas razones desde enfermedades o expectativas sociales. Por ejemplo, la sociedad consumista presiona para que hagamos intercambios de regalos. Si nuestra capacidad económica es limitada, esa presión externa, puede provocar ansiedad por no poder cumplir las expectativas para las cuales el consumismo nos ha programado.

Por otra parte, el clima y la naturaleza puede provocar que tengamos que recurrir al aislamiento. En Puerto Rico, diciembre puede ser una época lluviosa y en Norte América una sumamente fría que obliga al encierro. El clima puede de por sí, traer distanciamiento. A la situación atmosférica, tenemos que sumar que, por segundo año consecutivo el Covid-19 y su variante ómicron obliga a toda la población de la isla a encerrarse y limitar la interacción social durante Navidad. Estas limitaciones atmosféricas y pandémicas pueden tener el efecto de provocar que esos tonos de grises aumenten, particularmente entre las personas que viven solas. El término “huérfano o huérfana navideño” se ha acuñado para nombrar el sentimiento de soledad y aislamiento por no poder compartir con familiares y amigos durante la navidad.

Entonces, ¿qué cosas podemos hacer para minimizar este sentimiento de orfandad, ansiedad, soledad, encierro y depresión? Lo primero que debemos hacer es mantener una buena salud física. Ello incluye hacer ejercicio, dormir adecuadamente y mantener una dieta balanceada. Otra técnica para minimizar este sentimiento de orfandad es buscar apoyo. Es importante, que, de sentir síntomas de ansiedad, soledad y depresión, uno busque apoyo en grupos terapéuticos, en consejeros espirituales o emocionales u otros grupos afines.

Otra técnica que hay que poner en práctica es la de crearse estructuras y rutinas. La creación de estructuras y rutinas es como ponerse un salvavidas en un barco, ello da un sentido de organización y propósito. En la época navideña y con el Covid, esta rutina puede incluir hacer actividades al aire libre, caminatas, visitar bosques, museos o alguna exposición de arte, ir a servicios religiosos o conciertos al aire libre. Todo ello tomando las medidas salubristas para uno cuidarse y minimizar los contagios. Otras actividades que podemos utilizar para darnos estructura son, en nuestras casas poner música alegre y mover el esqueleto, o cantar en voz alta, aunque sea desentonado. Eso produce que las energías se muevan y se renueven. También ver películas que nos inspiren y nos alegren, ninguna de temas oscuros ni de tristeza porque eso es

precisamente lo que se busca evitar. Bailar, cantar y reír nos produce que liberemos endorfinas. Eso nos hace sentir más felices. Para reír puedes simplemente mirarte al espejo y sonreírte, decirte lo hermoso que eres y piropearte. También te puedes obligar a tirar una carcajada y volverlo a ver. Ese ejercicio te puede llevar a un brote de risas que te libera de tus malestares y produce alegría. Te reto a intentarlo.

Otra herramienta importante esta época es conectarse con la propia espiritualidad y con esa luz creadora que todos tenemos dentro. Ello indistinto de si se practica una religión o no. Lo cierto es que somos seres de luz. Por ello debemos afirmar, declarar y reclamar, de forma enfática, que se haga la luz en nuestras vidas. Si pedimos luz, esta nos llegará. Tenemos el poder de crear con nuestras palabras nuestro entorno y nuestra realidad. Sabiendo esto, es importante ser conscientes de lo que decimos, pedimos y hablamos.

En esta época, a pesar de que pueda ser una con tonos grises donde se sienta la soledad, también es un alta en la energía de dar y servir. Es con esa energía que uno debe conectarse para realzar esa luz interior. No hablo de dar y servir desde una forma materialista sino desde un pensamiento espiritual. Y el primer pensamiento espiritual debe ser desde nuestro propio corazón para nosotros mismos. Esto se puede lograr meditando con conciencia. También se puede servir dando tiempo en algún voluntariado que apoye a personas menos afortunadas que uno. De ese modo uno no solo ejerce compasión, sino que también experimenta la gratitud de servir.

La época navideña tiene sus grises, pero también tiene luces y brillos. Lo importante es que hagamos el esfuerzo consciente de localizar y conectarnos con la energía positiva que esta época ofrece, en vez enfocarnos en las sombras y los grises que también están latentes en esta época. A todos mis deseos de que realcen su luz, reciban bendiciones y permanezcan en salud. Feliz navidad y próspero año nuevo.

Pasado el día de acción de gracias, en Puerto Rico se enciende el espíritu navideño. El año pasado nos quedamos vestidos y alborotados ante el anuncio de la llegada del Omicron. Este año las gentes ansían y están prestas a disfrutar en familia las tradiciones navideñas.

En ese ánimo estuve en casa de una amiga que celebraba la fiesta de su oficina. A eso de las once y media de la noche llegó un tremendo parrandón. Eran alrededor de 30 personas, entre ellas los hijos e hijas de los y las parrenderos originales. Habían más de 10 panderos tocados por hombres, mujeres y jóvenes, guitarra, cencerro, pianola, maracas, palitos, chequere y otros instrumentos. Las canciones y las rutinas de baile estaban bien practicadas. Conversando con uno de los parranderos su alegría era notable cuando me dijo emocionado que llevaban 25 años que se reunían en Navidad y que, por la pandemia, no lo habían podido hacer. Esta alegría y camaradería es típica de las emociones que la navidad evoca.

Otro día compartí en una celebración más íntima con un grupo de amigas para celebrar la Navidad. Hacia un tiempo que no nos reuníamos, así que, para ponernos al día en nuestras vidas y actividades los temas de conversación fueron diversos. El intercambio tomó un giro de sanación por una situación familiar que una de ellas estaba confrontando. El momento fue bonito porque confiando más que todo en la solidaridad de una amistad de mucho tiempo, hubo una apertura y se conversó con honestidad. Se evaluó y se aconsejó con firmeza y compasión, sin juicios. El humor no quedó fuera de la formula. Al final hubo abrazos solidarios y la reafirmación de la una amistad que nos sirve de apoyo en momentos exitosos y en los de adversidad.

Estas dos actividades navideñas me recordaron que el espíritu de la navidad debe ser la celebración de la amistad, de la familia y de las relaciones que aportan a nuestras vidas. Me recordó que aun en situaciones difíciles es importante ser compasivo con todos los lados de una controversia. Me recordó que en la medida que se mantenga un respeto hacia el otro u otra, se mantiene el respeto propio. Me recordó de que la vida es corta, demasiado corta, y que no vale la pena engancharse en asuntos que solo nos roben energía vital, paz y salud. El punto es que el espíritu de la Navidad nos abre una posibilidad de promover momentos de sanación para las distintas relaciones que rodean nuestras vidas, sean familia amistades o compañeros del chilingi. Esta reflexión va con el deseo para mis lectores una feliz navidad llena de paz y armonía

El costo de la electricidad en Puerto Rico esta por las nubes. Eso lo sabemos y lo sufrimos todos. Nos urgen que nos movamos a energía renovable para ayudar al ambiente y nuestros bolsillos. Sin embargo, cuando uno explora las alternativas para instalar paneles solares, la inversión a largo plazo resulta onerosa y el llamado ahorro, se lo comen las compañías instaladoras de los paneles.

El mercado de paneles solares se disparó con el alza de la electricidad. Esto le ha dado un margen amplio de ganancia a las compañías dedicadas a la venta e instalación del sistema de energía solar. El problema, con estas compañías es la llamada “letra pequeña” del acuerdo o como dice el norteamericano el “fine print”. Los contratos que ofrecen estas compañías “grandes” son uno de adhesión. Envían a un vendedor para describir los supuestos beneficios y ventajas económicas que la instalación de uno de estos sistemas tiene, más aún si lo tomas a plazo o lo alquilas.

Los vendedores intentan desalentar la compra en efectivo del sistema. En primer lugar, argumentan, correctamente, que el comprador tendría que sacar alrededor de veinticinco a treinta mil dólares del bolsillo, de cascajo. Lo que no dicen es, que la venta a plazos o el alquiler del equipo, en 25 años que es el termino máximo para pagar, le representa a la compañía una ganancia mucho mayor. El consumidor, en esa opción asume una deuda personal y termina pagando casi cien mil dólares por el sistema.

El “pitch” o enganche de venta es que de la factura de electricidad actual se pagara solo un par de pesos; claro los casi cien, doscientos o trescientos dólares extras se lo pagas a la compañía. ¿Cuál es el ahorro de esto? Realmente muy poco, pero el vendedor mete las cabras diciendo que le están fijando el costo de la electricidad al consumidor, quien no tendrá que pagar más de esa cantidad. También dicen que dan servicio por el término del contrato, que son compañías de solidez, que cambian las placas que se dañen sin costo para el cliente, etc., etc., etc. Realmente todo estos son estrategias de venta, porque sabemos que la solidez de las compañías hoy día es como la solidez de una gelatina con buena consistencia, siempre movediza. Nada garantiza la vida de esa compañía por el término del contrato. Nada puede evitar que se vaya a quiebra, se fusiona con otra o desaparezca por cualquiera otra razón.

Uno de los problemas mayores al firmar los llamados “acuerdos de instalación de un sistema solar”, es que dan solo un término de 7 días para cancelarlo. Sin embargo, en el acuerdo no surge con claridad que termino la compañía tiene para instalar el sistema. Pasados esos 7 días, si el consumidor cambia de parecer la compañía entonces, aunque no haya puesto ni un clavo del sistema, le quiere imponer al

consumidor unas penalidades exorbitantes que son más complicadas de calcular que la fórmula de la factura de Luma.

Recientemente he visto varias situaciones donde el consumidor intenta cancelar, la compañía no ha hecho absolutamente nada e intenta cobrar la penalidad, solo porque se firmó el contrato. En una de las situaciones, el vendedor verbalmente indica al consumidor que se le instalaría el sistema en 120 días. Pasaron 120 días y la compañía estaba en incumplimiento. Sin embargo, ese término de tiempo no aparecía escrito en ningún lado del contrato. Por suerte, el consumidor encontró un email suelto donde decía que el sistema debería estar instalado entre 90 a 120 días. Luego de mucho intercambio de correos electrónicos y de la compañía querer imponer sobre cuatro mil dólares en multa, sin haber hecho nada, se canceló el acuerdo.

Otra situación ocurrió donde el comprador firma el acuerdo. Resulta que luego le dan costos más altos que los originales y el vendedor empieza a justificarlos. La parte compradora solicita un desglose detallado de costos. Sin embargo, el vendedor empieza a darle de largas, y obliga al comprador a personarse a la compañía para cancelar el contrato. Allí en las oficinas de la compañía tanto los empleados como los gerentes, se ocuparon de darle al consumidor información confusa y engañosa para evitar que el cliente pudiese cancelar en los 7 días, y así ellos poder facturar la penalidad de cancelación. El cliente fue insistente, a pesar de que le mantuvieron casi dos horas en la oficina, y logro cancelar formalmente el acuerdo.

¿A dónde vamos con estas historias? A advertirle al consumidor que las placas solares se han convertido en un negocio muy lucrativo en estos días, y que las compañías no están cumpliendo con los términos de instalación, pero por dar un término tan corto de cancelación, están abusando de los consumidores e imponiendo unas penalidades leoninas solo por firmar un contrato que no cumplen. ¿De qué compañías hemos escuchado estos cuentos de horror? Entre ellas está Windmar y Solar Power. Es importante que antes de firmar un contrato o acuerdo con cualquier compañía averigüe con el DACO cuantas querellas tienen. También consulte con un abogado o con alguien que entienda el “fine print” del contrato. Los vendedores hacen su trabajo de venderle una nevera a un esquimal. Pero el abuso que hay contra los consumidores puertorriqueños, con el asunto de la energía, es mucho, para añadir injuria a la ofensa por uno querer ser partícipe de energía renovable y diz que ahorrarse alguito. ¡Basta de engaños!

Desde sus inicios el proyecto principal del Partido Nuevo Progresista y de los estadistas ha sido el anexionar a Puerto Rico a los Estados Unidos. Como parte de este proyecto han asumido posturas que han llevado a Puerto Rico al estado catastrófico en que se encuentra hoy día.  El Partido Popular Democrático, también ha contribuido en la decadencia de la isla.

Los gobiernos de ambos partidos han fallado crasamente en dar mantenimiento continuo a la infraestructura del país.  Sabemos que la situación en la isla empeoró significativamente a partir del huracán María. O, mejor dicho, el huracán María le desgarra al pueblo las gríngolas que el gobierno usaba para mantenernos bajo la falsa ilusión de un progreso por venir.  Pero como todo el país sufrió carencias por muchos meses la situación se torna tan evidente e intolerable que no había forma de ocultar la verdad. Sabemos, que el gobierno se botó solicitando miles de dólares en fondos federales para reconstruir el país.

Se supone que el gobierno trabajara con mejorar el sistema de energía eléctrico.  Todos sabemos el desastre que ha sido la privatización y el contrato de LUMA. Los servicios de energía eléctrica son inestables por demás. Sin embargo, se nos factura como si fueran de primera clase. El dinero es para pagar la deuda que el propio gobierno le impuso al país, al emitir bonos sabiendo que no había capacidad para pagarlos.  Es el pueblo trabajador quien le ha tocado cargar con el pago de toda esta ineficiencia.  Por otra parte, recientemente el director ejecutivo de la Autoridad de Carreteras expresó que tomará por lo menos 45 años para arreglar las carreteras del país. Ello a pesar de los miles de dólares recibidos para esos efectos.

Debemos cuestionarnos que es lo que ha pasado con muchos de los fondos federales que recibe la isla.  Desafortunadamente se ha creado un esquema de corrupción entre el gobierno neoliberal y las empresas que lo favorecen para embolsicarse la mayor parte de los fondos y adelantar sus agendas políticas personales; y, a su vez usar la menor cantidad de fondos posibles para hacer los arreglos necesarios y críticos que se requieren. Un ejemplo constatable es el proceso actual de embrear las carreteras.  Se gastan miles de dólares y en un par de semanas el mismo hueco o situación crítica vuelve a surgir. ¿Entonces la pregunta es donde está la supervisión del gobierno? ¿Es que sus intereses personales los hace de la vista larga siempre que reciban auspicios a sus campañas y aspiraciones políticas?

El Tribunal Supremo de Estados Unidos a partir del 2017, dejó bien claro que Puerto Rico es una colonia de ellos.  También ha negado a los puertorriqueños residentes de la isla el poder recibir igual beneficio de seguro social que los que viven en el continente. Los estadistas han tronado contra esto y pregonan que nos tratan como ciudadanos de segunda categoría.  Habría que preguntarse, sin embargo, si es tan solo Estados Unidos quien trata a los puertorriqueños como colonos de segunda categoría.  La realidad es que el gobierno estadista es también responsable de las agresiones y el maltrato que se nos da como ciudadanos de esta isla. Su dejadez en poner el país a funcionar como debe, en garantizar una vida digna para los puertorriqueños, un retiro adecuado, una educación de calidad, unos servicios básicos de excelencia; son evidencia de que el propio gobierno local nos trata como ciudadanos de segunda clase.

Las posturas neoliberales de los estadistas han tenido que ver en el desmantelamiento del país y su puesta en venta al mejor postor.  No obstante, su fórmula parece les está reventado en la cara. Ya el colono está harto de que se vaya al congreso con cara de lechuga a pedir la estadidad para un país roto.  Hace pocos días el congresista republicano Jody Hice, les dijo claramente a los estadistas que Estados Unidos no está ni siquiera cerca de tener una conversación para considerar a Puerto Rico como estado.  Les increpó que es necesario que el gobierno asuma responsabilidad y corrija todos los problemas mayores que impactan negativamente residir en Puerto Rico. Les dijo que hay demasiados problemas en Puerto Rico, y que el gobierno lo único que hace cada vez que va ante el congreso es pedir más dinero y pedir la estadidad. Le llamó la atención al gobierno por jugar juegos, y les indicó que deben trabajar para lograr progreso en Puerto Rico antes de ni siquiera pedir la estadidad.

Lo expresado por ese congresista no debe tomar a ningún puertorriqueño por sorpresa ya que todos somos víctimas diarias de los atropellos del gobierno y sus políticas neoliberales.  Lo importante es que, desde la boquita de comer del colono y en puritito inglés, le han dicho a Pierluisi, a Jennifer y a los estadistas “no se vistan que no van”.

Más artículos...