A Pedro Juan Ávila Justiniano
En tanto la sombra
el polvo es una amnesiaA Pedro Juan Ávila Justiniano
En tanto la sombra
el polvo es una amnesiaLa cicatriz de tu voz recién despierta.
Los lugares comunes, agrios,
sensuales y solos
como las pulsiones del pensamiento.La reciente adición de Estatus territorial como alternativa en el plebiscito no puede ser un disuasivo para que amplios sectores del pueblo elijan no salir a votar. Esto es, indiscutiblemente, lo que la metrópolis desea: el inmovilismo. El inmovilismo que por años ha funcionado como el agente encogedor o empequeñecedor de voces importantes. Si nos quedamos en casa es porque estamos a salvo dentro de esa camisa de fuerza. Pero esta es una posición con doble filo: o baja del cielo un milagro que nos la quite de encima (pero la gente sin esperanza es fácil de manipular), o se vacía su interior (la isla) poquito a poquito, suave, suavecito.
Mi abuela siempre me enseñó que hablar, comunicar y pedir lo que necesitaba era mucho mejor que encerrarme en el cuarto, callar y pretender que los demás tuvieran una bola mágica de esas que enseñan el futuro
Hay que salir a votar sin miedo ante la aparición de fórmulas encantadoras. Hay que salir a votar sin berrinches, porque en la tranquilidad de sus cuatro paredes no pasa nada.
Me mira, me reconoce, me culpa y cierra sus labios;
no quiere comer conmigo.La fauna y el alma del pensamiento y su flor.
Miro a mis vecinos
y no puedo entender la magnitud de su pequeñez de luz y desenfreno.Me inquietan las argucias tibias del retorno.
Alabado sea el destello omnisciente del dólar.