El tránsito a la inmortalidad de Don Pedro, Fefel Varona y Oscar López

Historia

Buenas tardes compañeros y compañeras que nos honran con su presencia en este acto. Para entender la pertinencia de la entrega de este reconocimiento al patriota, preso político, Oscar López Rivera, debemos analizar los rasgos de su personalidad y su ideología, para entender sus antecedentes y como éstos engarzan en una larga lucha de tradición revolucionaria. Oscar ha sido profundamente influido por la ética Albizuista en lo que significa entrega a la patria y constancia en la lucha por la independencia.

En lo ideológico y metodológico, es también discípulo de Don Juan Antonio Corretjer. Nuestro compatriota, preso político, tiene formación humanística por la socialización que adquirió de su madre, de sus hermanos y de la comunidad de boricuas, especialmente los nacionalistas que enfrentaron los rigores de la diáspora en Chicago.

Los elementos aprendidos de Albizu y su experiencia de guerra en Vietnam son: el valor personal para pasearse sereno ante las sombras de la muerte, sobretodo, cuando se tiene consciencia que se está entregando la vida por un ideal; la disciplina de utilizar el tiempo al máximo, con la conciencia de que éste no regresa y es efímero, por lo cual no debe desperdiciarse; y la responsabilidad de estudiar constantemente para estar al tanto de los cambios de los tiempos y revisar las estrategias de lucha que son dictadas por las circunstancias materiales y también por las fuerzas dialécticas que se oponen y contraponen, en un entramado complejo, que obliga a ser creativo continuamente, sin renunciar a los principios esenciales de la lucha. Estos principios vienen regulados, influidos, por los valores éticos que son trascendentes y que tienen que ver con la solidaridad, con el ser humano y con la defensa de la libertad y el derecho de los pueblos a auto determinarse, sin coacción militar ni limitación extranjera.

Para Oscar la lucha es la razón de ser de la vida y lo que permite alegrar el alma, aun en los rigores y las torturas que significa la privación de libertad, limitaciones más dolorosas aun cuando se imponen a un ser humano tan libre como Oscar. Por eso, él dice, que cuando se ve tentado a sentirse triste, siempre recuerda la imagen de Don Pedro en el hospital Presbiteriano, sonriendo aun en las circunstancias más difíciles, probablemente motivado por la certeza de que estaba cumpliendo el deber que se había impuesto con su pueblo. Por consiguiente, aun sin ser religioso, Oscar es una persona de gran espiritualidad y con un respeto profundo por las diversas tendencias que hay en la lucha por la independencia de Puerto Rico.

Su visión de la lucha rechaza el Kioskismo y el sectarismo, pero se exige a sí mismo el énfasis en el dialogo para comprender las estrategias de cada grupo y la diferencia entre táctica y estrategia. El diálogo y el estudio de las diferentes visiones de lucha, es lo que permite minimizar diferencias y abonar el terreno a la división de tareas entre lo que cada cual sabe hacer y ha convertido en su coto de lucha. Esta ética de lucha y compañerismo, explica por qué nunca vemos en sus entrevistas y escritos, ataques a ningún grupo o dirigente en lo personal. Oscar prefiere la discusión y el choque de ideas, para acercarnos al respeto por la entrega que cada cual hace en el terreno que ha escogido para profundizar la lucha por la libertad y hacerla más eficiente. Como estudioso que es de nuestra historia y nuestra realidad política, Oscar conoce muy bien lo que fue la Cointelpro y los numerosos operativos que las agencias de inteligencia realizaron en nuestra patria para debilitarnos, enchismarnos y diezmar nuestra militancia. Esos operativos deben ser vigilados, aprendidos y combatidos, para que no se repitan y la diversidad de lucha y estrategia alcance mayores niveles de eficiencia.

Su ética de trabajo lo lleva a rechazar la cama, que es la gran dormilona del preso, para que éste deteriore su físico y su inteligencia emocional, al punto de ver disminuida su capacidad productiva y su espíritu de lucha. Oscar combate la tentación de dormir en demasía, pintando, leyendo, escribiendo, haciendo ejercicio, asesorando a otros reclusos, dando clases sobre la realidad política de Puerto Rico y en fin, trabajando para que cada día tenga un sentido existencial que se traduce en la felicidad que da la entrega por un ideal.

Don Pedro, Fefel Varona, quien murió en Vietnam haciendo trabajo voluntario y Oscar, tienen en común su entrega al ideal de luchar por la libertad de su pueblo, sin temor a la muerte o la pérdida de la libertad personal. Tienen en común su visión internacionalista de la lucha por la libertad, porque el género humano, hombres y mujeres, tienen las mismas carencias, los mismos afanes, además del derecho a recibir educación, trabajo digno y salario justo. Los tres comparten la visión de que la sociedad debe brindar las mismas oportunidades a todo ser humano, sin distinción de color, sexo u origen étnico. La raza humana, para los tres, es solo una, ninguna superior a otra y para ellos, todo cambio revolucionario debe asegurar la dignidad plena del ser humano. Toda persona es capaz de las tareas más excelsas, complicadas y productivas, si se le da la oportunidad de educarse y desarrollar el potencial de la inteligencia y la riqueza espiritual que la naturaleza engendra en cada uno de esos seres humanos, en cualquier parte del mundo. Por eso era que el Che Guevara instaba a sus hijos a ser capaces de sentir en lo más hondo, la injusticia que se cometa contra cualquier ser humano, en cualquier parte del mundo.

Así es Oscar como revolucionario, alguien movido por grandes sentimientos de amor. Todo revolucionario genuino reconoce y se compromete a defender la igualdad y dignidad de todos los seres humanos. De igual modo, se impone el deber de comprometer todas las potencias del alma y el intelecto, a luchar por una sociedad que garantice las condiciones para que esa dignidad humana florezca y se perpetúe en la historia. Reconocemos la justeza de este premio de la OCLAE a Oscar y a todos los que le han antecedido en la lucha por la libertad, la consecución de la autodeterminación para la América irredenta y la justicia social para todo ser humano. Todos los combatientes contra el colonialismo, el neocolonialismo, la explotación, la libertad y la justicia social, hicieron y hacen de su vida una ofrenda al servicio de los demás. Son patriotas e íconos que han dejado un legado de valor y sacrificio, que nos permite concluir con justeza, que han entrado en la inmortalidad, por el ejemplo trascendente que ha sido su vida.

En Río Piedras, Puerto Rico, a 17 de septiembre de 2014.

Eduardo Villanueva Muñoz

Portavoz; Comité Pro Derechos Humanos de Puerto Rico.