TERAPIA PARA LOS MELANCÓLICOS POR NAVIDAD

Caribe Hoy

Si eres de los que a pesar de amar la navidad prefieres darle un fast forward y saltártela… Si te la pasas melancólico o melancólica… Si deseas tirar a Santa Claus por un barranco, o te incomoda tu tristeza porque parece ingratitud delante de las imágenes del pesebre… ¡Este artículo es para ti! Recibe el consejo de alguien que, como tantos otros, ha pasado con mucho dolor unas cuantas navidades. Presta atención porque te voy a proponer estrategias para que no repitamos copy & paste este mes de diciembre.

Sufrimientos y estrés en Navidad

La mayoría de los melancólicos por navidad sufrimos depresión por uno o varios motivos que impactan mente y emociones. Porque la época nos trae recuerdos relacionados con gente querida; nos asaltan gratas imágenes de la niñez, de la juventud o de lugares inolvidables… pero resulta que ahora no nos basta la felicidad en la memoria. Tenemos claro que ni el disco duro del alma ni sus archivos de recuerdos son suficientes: quisiéramos vivir en vivo.

Mas lo que experimentamos en carne viva es tristeza en medio de la algarabía y de los festejos. Cantamos bombas, villancicos, cánticos espirituales, tocamos palitos o güiro y tomamos coquito para permitirnos que la convicción de la natividad de nuestro Mesías nos inunde… pero bien adentro, bien adentro, solo está la convicción (si eres creyente en Cristo) o un cariño a la tradición y a la cultura (si solo eres simpatizante del Mesías, profesas otro credo o eres agnóstico). Nadie te puede quitar la convicción que llevas por dentro. Y nadie puede dudar de tu aprecio por la familia y amigos con quienes celebras…

Sin embargo, podría decirse que a otro nivel, más hondo… hay una condición que interfiere. Es dolor. Es como si portáramos debajo de nuestras ropas de fiesta (no siempre nuevas) una herida de 18 puntos desde el abdomen hasta el pecho. Que por más que quisiéramos expandirnos en amores y abrazos la cosa no fluye, algo se siente aguantado. Es como un fluir de alegría y dolor a la vez. Entonces, nos llama un amigo por teléfono y disimulamos la voz quebradiza. Hablamos breve, para la elegancia o para no angustiar al oyente. Nos salimos de la carretera, estacionamos el carro a medio camino, en el paseo, antes de llegar a la casa que habremos de visitar… para secarnos las lágrimas en anonimato.

En nochebuena y el 25 de diciembre, en nochevieja, antes de juntarnos con nuestros corillos pertinentes oramos:  ¡Señor…, qué pueda compartir alegría en esta fiesta tuya!  Y tomamos un sorbo de aire auto-terapéutico para intentar dar lo mejor. Lo cierto es que, muy adentro, habita ese dolor intocable. ¡Y quisiéramos que nos lo tocaran pero como que nadie sabe o nadie lo puede tocar…! ¿No es cierto que hubieses querido ese toque?

Realidades típicas de la melancolía

He percibido que el dolor que se enfrenta se debe a emociones fuertes en negativo. La soledad, por ejemplo, alguien falta. Sufrimos una sensación o hecho de ausencia por pérdidas, muertes, divorcios, distancias… Familiares, amigos que no están. Abrazos que quisiéramos intercambiar; voces que oír...

La pareja amorosa que nunca llega… Y lo que no fue ― que hubiésemos querido que fuera para nochebuena ― lo echamos de menos. En otros casos, se debe a frustraciones. Nos lamentamos (estilo: ¡Ay, ay, ay, ay, canta y no llores!) por expectativas no logradas: no estrenar vestido; haber anhelado un futuro que pasó de futuro a un presente pasma’o; no haber mejorado las finanzas, ni el carácter, ni el peso, ni la apariencia física o la espiritualidad; proyectos, conexiones, amistades, en fin, ilusiones que perecieron en el proceso a manera de aborto… Para colmo, si en años anteriores, en nochebuena le pediste a un ser querido que cambiara el canal de televisión: ― ¡Pon algo de este país! ― como solicité yo, habrás sufrido un desencanto porque entre los canales locales principales conseguimos apenas una producción navideña y, a decir verdad, lucía improvisada con calidad de “resuelve”. ¡Este vacío de país también cuenta como frustración! De manera que suena espantoso pero, muy a pesar nuestro, la navidad― este festejo santo ― se convierte en la época en que se nos recrudecen los pesares como un virus en tiempo de calor.

Confrontación en serio

Cierto pero dañino, amigos. La realidad es que enfrentamos “en negativo” estos tiempos navideños. Quizás nos negamos a recibir consuelo. Quizás alguien bienintencionado vino con palabras fáciles pero no nos “tocó”, porque quien no ha vivido este tipo de dolor es probable que desconozca la sensibilidad adecuada para atendernos. Quizás un creyente fogoso intentó animarnos pero puede ser que ante nuestra “depre” su formato de fogosidad nos haya dolido; tanto fuego… cuando tú y yo, por contraste, nos sentíamos más apagados que un cucubano a mediodía. Sin embargo, ahora pregunto…  ¿Perpetuaremos la tristeza? ¿Eternizaremos la melancolía?

La belleza de la navidad no tiene por qué peligrar. Ni tenemos por qué perdérnosla. Creo que por más honesto que sea nuestro dolor debemos erradicar sus extremos y darles delete. ¡Qué nuestra realidad sea saludable debe ser la consigna navideña para este año!

El plan, Parte 1. Agenda anti-depresiva

Debemos ser agresivos desde hoy, y preparar una agenda antidepresiva. Para empezar, preparemos nuestras mentes:

1) DÉMOSLE UN VOTO DE CONFIANZA AL OPTIMISMO.

Mantengamos la fe y la esperanza activadas y echemos a la basura todo pensamiento depresivo.

2) DISCULPEMOS A LA CULTURA que frivoliza el sentido genuino de la natividad que celebramos y la convierte en fiesta de shopping y, también, nos impone que debemos sentirnos ultra felices estilo “foto feliz para la historia”.

3) ACEPTEMOS LA PASIÓN SALUDABLEMENTE. “Pasión” también significa “sufrimiento” (pasión no es solo el famoso sentimiento arrollador de enamorados). Si no puedes cambiar tu situación, entonces sufre tu pasión moderadamente. Para nada permitas tristezas

extremas; conducen a la depresión. ¡No hagas pacto con la tristeza!

4) CONSUÉLATE CON LA MIRRA. La sustancia ofrendada por los sabios de oriente delante del niño-Dios llamada “mirra” simbolizaba los padecimientos que habría de sufrir el Mesías. La mirra implicaba perfume, medicina,

ungüento, incienso que se quema… El sufrimiento estaba en agenda. Así que, sintámonos acompañados en la pasión de dolor. Y adoptemos el resultado final con esperanza: después de la mirra puede surgir la resurrección.

5) ACEPTEMOS EL SENTIDO NAVIDEÑO. No nos cerremos, abrámonos al amor y a  la alegría del Cristo viviente, de los amigos y familiares. ¡Podría suceder que un gozo espiritual amortigüe nuestro sufrir y hasta desaparezca el sentimiento de agobio en lo íntimo!

El plan, Parte 2. Estrategias para una navidad plena

Preparemos un plan antidepresivo. Organízate para los holidays. Determina que serás tú mismo un regalo de navidad. Dando, se recibe.

1) Adelántate: haz agenda.

2) No esperes que otros toquen tu dolor: tócalo tú mismo hoy y acepta tu felicidad de estos próximos meses de diciembre y enero.

3) Piensa en quiénes agradecerían tu presencia como regalo y separa alguna de las fechas significativas: nochebuena, día de año nuevo, etc., para visitarles. Prepara 3 o 4 visitas, no seas mezquino (maseta) contigo ni te consideres un miserable.

4) Contacta a otros melancólicos por navidad y hagan planes juntos para festejar con actitud de alegría. (Sorprenderá el dulce consuelo).

5) Identifica gente solitaria para visitar: centros de envejecientes, hospitales, hogar de niños, y prepárate para visitarles.

6) Comparte tus dones y talentos al máximo con cualquiera que los sepa apreciar. Si escribes, dedícales algo. Si cantas, prepara un miniconcierto con tus colegas melancólicos. Si cocinas, haz banquete con lo que tienes. Si actúas, prepara tu stand up comedy o teatro breve. Inventa, utiliza tu frustración como fuerza.

7) Reconstruye durante los próximos días todo aquello que amerite reconstrucción. Recupera amistades, reconcíliate con tus hijos, hermanos, vecinos… Y celébralo a fin de año.

8) Perdónate si te has sentido culpable delante de lo sagrado. Acógete al perdón divino.

¡Please! ¡Prográmate hoy! Consideremos el pasado como ganancia: hemos sido tocados por el dolor y ya no seremos nunca más indolentes. Ya conocemos este tipo de pasión, que bien llevada es madurez. Por cierto, quizás seas idóneo para dar el toque de amor a otros melancólicos la próxima navidad.

Crédito foto: Jerzy Kociatkiewicz, www.flickr.com, bajo licencia de Creative Commons (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.0/)