Pablo Neruda, Oscar López y las Máscaras del Colonialismo

Caribe Hoy

Pablo Neruda solía coleccionar por el mundo, mascarones de barcos que retenía en Isla Negra para deleite de los amigos diletantes de la poesía, que lo visitaban en ese lugar paradisiaco. He pensado en esas mascaras que van con el rostro al aire, recibiendo viento y agua sin inmutarse, proyectando que su altivez será imperecedera y que tienen derecho absoluto a liderar las aguas procelosas. Así pasa con los colonizados,  piensan que tienen  el dominio absoluto de lo que ellos llaman la realidad.

Por avatares del destino, son los custodios de esa realidad  que solo ellos perciben. Quienes se oponen al coloniaje en Puerto Rico, tienen la deficiencia de que no perciben la realidad  que justifica la relación colonial, que para su percepción pragmática, no lo es tal. La realidad que justifica la actual relación con EE UU. es que somos pequeños, con pocos recursos naturales y con un aprecio por la ciudadanía americana que es la garante de ayudas federales y de protección de los derechos civiles.

Algunos teóricos del Estado Libre Asociado de Puerto Rico aducen que  Estados Unidos, ante la presión creciente para que se resuelva el status que llaman colonial, puede considerar convertirnos en un territorio incorporado. Eso sería el paso previo a la estadidad o congelar indefinidamente en el  tiempo, la solución al reclamo de cambio de relación política como han hecho con Washington DC. El territorio incorporado nos pondría en un camino de no regreso a la libertad y la preservación de la nacionalidad, porque en la federación no se reconoce el derecho a la secesión  ni  a los estados, ni a  los territorios incorporados. Los que así creen son gente inteligente, algunos sobre el promedio en experiencia de vida y en educación. Aman a su patria, Puerto Rico, con amor similar al de los independentistas que dan su vida y su libertad en defensa de la nacionalidad puertorriqueña. Por ello sabemos que no es un problema de capacidad para comprender intelectualmente, sino de asimilación del síndrome colonial que nos hace ver como impotentes para regirnos por nosotros mismos y dependientes del poder interventor, en busca de calidad de vida garantizada por la ciudadanía de ese poder metro-político.

Algunos estadistas aman también a Puerto Rico con  un amor análogo al de los independentistas y estado-libristas, pero tienen  un problema existencial que es insoluble. Para ser estado de la federación norteamericana hay que ser, americano, como ellos prefieren llamarse. La igualdad que predican no solo es en derechos constitucionales, sino que tiene que ser también en lealtades. Para ser miembro de la federación, los intereses de Estados Unidos tienen que estar por encima de los de Puerto Rico, sobre todo cuando entren en conflicto. Para eso se peleó una guerra civil, para que de muchos, los miembros de la federación fueran uno. El valladar contra la asimilación ha sido precisamente el sentido de nacionalidad puertorriqueña que esta ínsito en cada puertorriqueño (a) y que surge instintivamente cuando es necesario defender los intereses patrios que entran en conflicto con los de EE UU. Ese reflejo es similar al instinto de conservación que tienen las especies sin necesidad de que se les enseñe. Los nacionales de un país saben reconocer cuando su verdadera nación está en peligro y la defienden de todo enemigo externo o interno. No se enseña a respirar, es un reflejo de la vida, como también lo es el amor a  la patria que nos da el ser y que es custodia del inconsciente colectivo que nos hace diferenciables de otras nacionalidades.

Estas verdades son la base fundacional del ente nacional que es Puerto Rico, las aprendió Oscar López de la formación cultural que le dieron sus padres, tíos y hermanos. Las profundizó con  los nacionalistas puertorriqueños en la diáspora, luego de la Revuelta del Cincuenta y las entronizó en las calles  de Chicago cuando tuvo que aprender a organizar por los suyos, habiendo regresado de Vietnam como héroe condecorado en aquella guerra injusta. Fue influido por las luchas de resistencia y revolucionarias, de Malcon X, de los Young Lords y de Martin Luther King. Aprendió de las experiencias de pueblos pequeños en geografía pero grandes en valor y voluntad de cambio, como han sido entre otros; Cuba, Panamá y Nicaragua. Conoció las lecciones de resistencia y lucha, impartidas con su vida, de Don Pedro Albizu Campos, Oscar Collazo y los presos nacionalistas que atacaron al Congreso en 1954, para desmentir lo que EE UU y el gobierno de Muñoz difundió en la ONU, sobre la falacia de la terminación del coloniaje luego del experimento “constitucional” del 1952.

Luego de treinta y tres años de encierro y torturas, Oscar demuestra con su ejemplo y sus escritos, que todo pueblo tiene derecho a su autodeterminación e independencia, no importa su tamaño geográfico y sus recursos y que el ejercicio de esos derechos lo puede llevar al pleno desarrollo de sus habitantes para un nivel de vida digno, no sometido a régimen colonial alguno. Examinando la lista de países más desarrollados del mundo, según la ONU, veremos que todos son republicas y que varios de ellos tienen una población similar en tamaño a la de Puerto Rico. CFR: Noruega, Nueva Zelanda e Irlanda. Ello destruye la falacia de que por ser pequeño no se puede alcanzar la libertad política y el desarrollo, con calidad de vida y democracia.

Para descolonizar su mente y la  de los puertorriqueños, Oscar López ha dedicado más de cuarenta años a educar sobre la verdad sencilla de que la organización de comunidades y la resistencia frente a los poderes oligárquicos, son la clave de la plena autodeterminación de los pueblos. El agua, el sol, el viento y el tiempo destruye los mascarones de los barcos en alta mar. Así ocurre con las mentiras y temores que el coloniaje ha sembrado en nuestras almas e intelectos, ceden al poder de la verdad revolucionaria y al ejemplo de las vidas entregadas a defender la libertad y los derechos humanos de nuestro pueblo, como ha sido la vida de Oscar López y la de los (as) que lo han  acompañado en esta larga lucha que indefectiblemente terminará en la plena descolonización e independencia de Puerto Rico.