Y ahora, qué, ¿qué es lo que harás?

Caribe Imaginado

altSi la humanidad se extinguiera, creo que los que resurgieran para repoblar el planeta, filosofarían de nuevo y formularían nuevas creencias. Creer en algo parece ser parte de nuestro diseño genético. ¿Será posible pensar que todos podamos creer en lo mismo?

Todos conocemos  gente que cree que los seres humanos somos hijos de antiguas culturas extraterrestres, o  hijos de Dios, Alá, Zeus, Yemayá o el más reciente añadido a la lista: Espagueti Volador. Todos conocemos personas que no creen en nada que no pueda ser comprobado científicamente a través de pruebas y estudios y ejercicios de confirmación, es decir, creen en la ciencia empírica. Pero la lista es larga y el caleidoscopio se queda pequeño en el muestreo de la compleja diversidad de creencias humanas. Tan larga que si tan solo paseáramos por el norte de la India (país con la mayor cantidad de religiones/creencias en el mundo) podríamos ver avenidas con templos de todas las denominaciones a lado y lado; y, todos se toleran hoy, pero más que tolerarse, se aceptan.

Ahora bien, el respeto al pensamiento ajeno no significa que no podamos diferir. Diferir es saludable cuando no media la burla.

La burla es la acción, verbal o mental,  de ofender a algo o a alguien que no aceptamos por las razones que sean. Cuando la burla se expresa constante y abiertamente, las personas asumen una actitud de prepotencia y suelen bloquearse al punto de lastimar a otras personas. Si es continua la burla contra los que no piensan o no son como uno, entonces el bullying se manifiesta en su totalidad y se van formando rupturas que en otros escenarios no se habrían formado. Se aisla a la gente por lo que cree o no cree: en sus áreas de trabajo y estudio, en actividades culturales, en eventos sociales importantes, clubes y hasta en un encuentro familiar. Se les victimiza. En ocasiones se abusa físicamente hasta causarles la muerte (crímenes de odio). Y cuando el odio es guerra, los maltratatos corren el riesgo de convertirse en los maltratantes u opresores (los nazis aniquilando judíos y ahora los judíos contra los palestinos).

Todos hemos sido objeto de burla o de odio por parte de alguien en algún momento de nuestras vidas, pero no todos nos hemos convertido en burladores u odiantes. Si se denuncia lo injusto por la vía legal, los recipientes del maltrato se organizan y preparan para que se les otorguen sus merecidos derechos.  Así pasó en este hemisferio hace un par de siglos después de tiempo de injusticias, humillaciones y fatalidades: con el derecho a la libertad de culto, con el derecho a la libertad de los esclavos, con el derecho al voto de la mujer (concedido en el pasado siglo); y, hoy (siglo XXI), con el derecho al matrimonio entre parejas del mismo sexo.

El respeto hacia los demás puede no estar de moda porque conlleva sacrificar un poco nuestro ego. Y cada quien se siente bien cómodo en su silla como para abandonarla.  Sin embargo, es tan importante ejercer este valor, porque al interactuar con “el otro”, nos damos la oportunidad de aprender lo que sí tiene que contribuir a nuestras vidas con sus ideas o, tal vez, con una muestra de apoyo, precisamente por su particular punto de vista.

Mostrar respeto hacia los estilos de vida o creencias diversas demuestra madurez individual y deseo de buena convivencia en sociedad.  Además, amplía las posibilidades de crecimiento emocional porque nos acerca a otros con la mente dispuesta: a trabajar, a pesar de nuestras diferencias; a colaborar, a pesar de nuestras propias deficiencias; y, nos lleva al ejercicio solapado de una antigua práctica: la templanza del carácter humano a través del conocimiento (la alquimia).

Quisiera no preocuparme más por todo esto, pero vivimos en un mundo violentado por la intolerancia y que debe insistir en reconstruirse para un futuro de paz desde cada mente maltratante y maltratada. Es urgente una reprogramación cultural desde el hogar hasta los programas de televisión.  Si no hay respeto sincero y multidireccional, no hay paz. En casa, con incienso encendido de la India, pienso en Gandhi, Alma Grande, cuando dijo: “El ojo por ojo mantiene al mundo ciego.” y añado a mi reflexión más de sus palabras: “No hay camino para la paz, la paz es el camino.”

Considera serenamente aquello que harás cuando te encuentres con alguien bien diferente a ti en tu camino, ¿cómo será tu reacción?