Estudio del aura humana

Espiritualidades
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El aura, o campo energético que rodea al ser humano, científicamente observado y medido, siempre ha sido un asunto polémico y debatido. Los estudiosos del tema no han llegado a ponerse nunca de acuerdo en su composición ni en el origen de su procedencia, lo que ha motivado dispares opiniones. En general, es aceptada la existencia del fenómeno, el cual ha sido objeto de exhaustivos estudios por parte de la comunidad científica, a fin de encontrar la explicación a la visualización de un fenómeno que antes parecía reservado sólo a individuos con la capacidad de clarividencia, o a personajes religiosos en estado de trance místico.

Por: Claudio Lesla

Desde la antigüedad, el hombre se ha preguntado a que se debe cierta luminiscencia corpórea que puede ser observada en determinados personajes de gran relevancia, sobre todo en aquellos considerados de procedencia divina. Ya en el antiguo Egipto, podíamos observar como determinadas figuras de diosas o dioses, eran representados con una especie de aureola en la parte superior de la cabeza, tal sería el caso de la diosa Sekmek.

Esta cualidad se fue manteniendo con el paso de los tiempos. En todas las culturas conocidas, podremos observar como dicho fenómeno se sigue representando en los distintos grabados y pinturas, donde a determinados personajes de tipo religioso y espiritual, como Buda, Mahoma, Moisés y sobre todo Jesús, por poner un ejemplo, son representados con un fulgurante halo de luz, que les rodea la cabeza.

Pero, ¿por qué ocurre ese fenómeno? ¿Qué es el aura? El aura siempre ha sido un tema de polémica y debate, ya que los estudiosos del tema no han llegado a ponerse nunca de acuerdo en su composición ni en el origen de su procedencia, lo que ha motivado dispares opiniones, si bien está generalmente aceptada la existencia del fenómeno, el cual ha sido objeto de exhaustivos estudios por parte de la comunidad científica, a fin de encontrar la explicación a la visualización de un fenómeno que parecía reservado a individuos con la capacidad de clarividencia, o a personajes religiosos en estado de trance místico.

Una definición que englobaría lo mayoritariamente aceptado sobre el Aura , vendría a decir lo siguiente : "El aura se puede considerar como un campo de fuerza o energía vital que envuelve a todo ser existente en nuestra naturaleza, seres humanos, animales y plantas, e incluso hasta los metales y minerales, poseen un tipo de aura especifico que los rodea".

El campo de fuerza energético del aura humana, es producido por las distintas vibraciones y frecuencias, que emanadas de nuestro cuerpo, a través de los distintos puntos energéticos o chakras (en sánscrito significa rueda, y su descripción se correspondería con las emanaciones de energías, destinadas a controlar el caudal y configuración que el sistema cuerpo-mente necesita, estando dicha energía compuesta de una materia sutil, la cual se hace imperceptible al ojo humano no experimentado), se manifiesta mediante una gama de emanaciones lumínicas de una frecuencia de espectro ultravioleta, por lo que generalmente, no es perceptible a la visión humana, exceptuando a aquellas personas que manifiestan poseer cierta facultad de clarividencia y que se podría relacionar con un determinado tipo de plasticidad de dichos individuos en el cristalino del ojo.

A este respecto, y como ejemplo ilustrativo, podríamos comprobar como los bebes y algunos niños de corta edad, son sensibles a estas manifestaciones, cargadas de luminosidad y colorido, de las personas que se encuentran a su alrededor, así como del resto de los seres vivos, y que no es otra cosa que lo que se da en denominar el aura.

En el aura podremos observar una amplia gama de colores, estos van desde el blanco, hasta el violeta, a imagen y semejanza de los que podemos ver en el arco Iris. Esta gama de colores, dependerá como ya hemos comentado anteriormente, de la longitud de onda, o frecuencia de tipo electromagnética, que controlan y procesan los chakras, los cuales además, tienen la facultad de incidir sobre las secreciones de las glándulas hormonales.

Cuando los chakras funcionan correctamente, se emite una luminosidad homogénea y de tonos suaves, en el espectro ultravioleta, lo que indica una correcta armonía del cuerpo y la mente. Al contrario, los desórdenes físicos y psíquicos, son los responsables del cambio de color del aura, pasando a visualizarse colores oscuros o con manchas, aspecto que nos indicará una deficiencia a nivel físico, como enfermedades de tipo degenerativas, cáncer, procesos infecciosos, etc., así como desarreglos hormonales y psíquicos. A nivel espiritual, se interpreta como indicación del grado de elevación que posee el individuo. De ahí la gran importancia que la visualización del aura ha tenido siempre para los estudiosos y entendidos del tema, donde hasta hace poco tiempo solo era posible acceder a través de las facultades de clarividencia.

Es a partir del siglo XVI que Paracelso, lo define de forma científica, y describiendo al aura como algo que se asemeja a una esfera de fuego. Posteriormente, cada vez son más las personalidades científicas que estudian el fenómeno, así dos siglos después es Franz A. Mesmer, quien realiza los estudios que le llevan a presentar la teoría del magnetismo animal, descrita como una energía de tipo electromagnética, la cual posee la facultad de poder ser transmitida de un ser a otro, demostrando excelentes facultades para la sanación.

Ya en pleno siglo XIX, se desarrollan varios experimentos encaminados a demostrar físicamente el aura. Así en el año 1845, el químico alemán Barón Karl Von. Reichenbauch, publicó un libro describiendo un experimento sobre el aura, en el que aludía a las percepciones por el recibidas, procedentes de ciertos tipos de cristales, así como de los polos de los imanes, llevándolo a cabo con varias personas, las cuales encontrándose a oscuras en una habitación, visualizaron emanaciones lumínicas de energía, procedentes de las extremidades de las personas que allí se encontraban, ocurriendo de forma similar con animales y plantas. Las emanaciones lumínicas eran de diferentes colores, destacándose el rojo, el violeta, el naranja, y el verde.

Inmediatamente después ya en el siglo XX, durante el año 1.911, el Dr.J. Kilner, gran estudioso electricista, y encargado del área de electroterapia del Hospital de Santo Tomas en Londres, sirviéndose de unas láminas de cristal preparadas con dicianina, pudo demostrar la existencia física del aura de los seres vivos, al descubrir como es posible observar el aura humana a través de la luz ultravioleta. El Dr. Kilner gracias a la observación que realizó sobre el aura, pudo formular un método que le permitiría diagnosticar las enfermedades incluso antes de que apareciesen.

El sistema que el Dr. Kilner siguió para visualizar el aura con las mencionadas placas fue el siguiente: "La persona a la que se pretende visualizar el aura, debe de situarse delante de una tela de fondo blanco (aunque también lo realizó con el fondo negro) dentro de una habitación oscura. Es imprescindible que el sujeto se encuentre desnudo en la parte del cuerpo que se desea visualizar, ya que la ropa impide ver el aura. Llegados a ese punto, el observador deberá de mirar a través de la lámina tratada con el producto químico llamado dicianina, a la luz del día, para posteriormente cerrar los ojos y, con la persiana bajada , a fin de que la habitación se encuentre totalmente a oscuras, visualizar el aura ".

Así fue como el Dr. Kilner pudo demostrar al mundo de que el aura humana existía y era posible su visualización, considerándose un hecho probado de forma científica.

Gracias a este descubrimiento sobre el aura, se pudo conocer cada vez con mayor exactitud su composición. Así, tendríamos que el aura está compuesta por varias capas, cada una superpuesta sobre la anterior, y que partiendo del contorno del cuerpo físico, se va extendiendo hacia el exterior del mismo, llegando a percibirse con total claridad hasta tres de estas capas, y a las cuales se les denominó de acuerdo a la siguiente descripción :

Primera capa o Doble Etérico

• se puede observar una pequeña franja oscura de un color gris claro, extendida por todo el cuerpo, ajustándose con total exactitud a la forma corporal.

Segunda capa o Aura Interior

• su anchura es de unos seis centímetros, e igual que la primera también se ajusta al contorno del cuerpo, presentando una mayor coloración o no, dependiendo del estado de salud de la persona, tanto a nivel físico como psíquico o emocional.

Tercera capa o Aura Exterior

• comienza donde termina la segunda capa o Aura interior, y su anchura comprende de ocho a quince centímetros.

Otro fenómeno de gran importancia al que el Dr. Kilner le prestó atención, fue el comprobar como, cuando coincidían dos tipos de auras, unas fuertes y sanas y las otras auras, débiles sin apenas energía, estas últimas auras débiles, absorbían la fuerza de las otras auras fuertes y sanas.

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