De José Emilio Pacheco a la literatura más reciente de la Isla del (Des)encanto

Crítica literaria
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altHablar de mis dos últimas publicaciones no es tarea fácil.  Este año he tenido la enorme satisfacción de ver dos de mis proyectos en blanco y negro, en la letra impresa.  El primero es una deuda pendiente, como explicaré más adelante, con un poeta mexicano: José Emilio Pacheco o las voces subalternas de una poesía de las cosas, como se titula el primer libro.  Y el otro es una compilación de reseñas de libros puertorriqueños contemporáneos en breves ensayos, como describiré a renglón seguido.  Su título es La Isla del (Des)encanto: Apuntes sobre una nueva literatura boricua.

Paso a desvelar ambos proyectos esperando abrir un diálogo y conversar con ustedes de José Emilio Pacheco a la literatura más reciente de nuestra Isla del (Des)encanto.

Otra vez Pacheco

Toda palabra que se plasma en la escritura tiene como punto de apoyo el respaldo de un grupo de personas o entidades que le facilitan al escritor el espacio y el tiempo para escribir. La licencia sabática que me concedió Ohio University durante el semestre de otoño de 2013, me permitió trabajar en el manuscrito de un libro sin los afanes del oficio de profesor universitario, en medio de clases y reuniones de comités, gajes del ajetreo académico que muchas veces pueden resultar en detrimento de la investigación. Aunque para enseñar es necesario estudiar, leer y escribir, es decir investigar, la licencia sabática es un oasis de lectura y escritura al que cada siete años puede tener derecho todo investigador.

Muchos colegas y amigos escritores me sirvieron de inspiración y me acompañaron virtualmente en el proceso de recopilar materiales primarios y secundarios sobre la poesía de José Emilio Pacheco, tanto en México como en los Estados Unidos, España, Chile y Puerto Rico. Hacia ellos va mi más profundo agradecimiento, así como a mis estudiantes de postgrado que me ayudaron diligentemente en la recopilación de datos y bibliografía.

Al mismo poeta José Emilio Pacheco y a todos los críticos que se han ocupado de su obra, les estoy agradecido por las diversas direcciones en las que me llevaron su comunidad de ideas a la hora de escribir estos ensayos sobre las voces subalternas en la obra poética del Premio Cervantes 2009. Es decir, esas voces que no pueden hablar por sí solas, como declaraba Spivak: “El subalterno no puede hablar ni representarse a sí mismo; debe hablarse por él y ser representado”. Sobre este particular Spivak aclara: “’el subalterno no puede hablar’ significa que aun cuando el subalterno hace un esfuerzo a muerte por hablar, no es capaz de escuchar, y hablar y escuchar completan el acto de hablar”.  El discurso poético de Pacheco deja hablar y, a la vez, representa a esas mismas voces subalternas en su poesía. Como dice el epígrafe del libro, el poema paradigmático “Poscolonial”:

Llegamos tarde al banquete

de las artes y letras occidentales,

como escribió nuestro clásico.

Recogimos las sobras, nadie lo niega.

 

Pero, con el ingenio de los que no tienen ni en dónde

caerse muertos,

no ha estado nada mal lo que hemos hecho con ellas.

Se trata, pues, como dijo Alfonso Reyes, de haber llegado tarde al banquete de las artes y letras occidentales, de recoger las sobras, pero con el ingenio subalterno (marginado) de quienes no tenemos en qué caernos muertos. Pese a que no ha estado del todo mal lo que hemos hecho con ellas, con esas artes y letras occidentales heredadas. Es un proceso tanto colonial como postcolonial, como copia y como original de otra copia cuidadosamente calcada.

Siempre me quedó el ansia de volver sobre las palabras de Pacheco, para continuar indagando acerca de las voces subalternas en sus últimos poemarios y cómo “el aspecto del habla del subalterno como una construcción artificial precipita el dilema urgente de si de verdad podemos hablar por otros”.  Este libro es una cuenta pendiente que ahora queda saldada.  Agradezco a la vida y a la poesía el haberme permitido la gracia de llevar a buen puerto este añorado trabajo.

El primer ensayo del libro “Mis encuentros personales y textuales con José Emilio Pacheco” hace una reseña de mis lecturas a la obra del poeta mexicano en el Seminario Federico de Onís por allá por 1982, por los tiempos dorados del tránsito…  y luego mis encuentros con el poeta en 1990 en Brown University en un congreso internacional y en Monterrey y en Mérida, dos ciudades de México, en varias ocasiones de este nuevo siglo hasta poco antes de su muerte.

Otras lecturas que se amplían en este libro y sirven como parámetros de encuentros con el Pacheco textual se explican a continuación, título por título:

“Aproximación crítica a El Cantar de los Cantares y Una noche de Constantino Cavafis en palabras de José Emilio Pacheco” analiza la capacidad de traductor del poeta, como escritor que reescribe, se apropia, intercambia y vuelve sobre los versos de Salomón y Cavafis, para devolverlos en un español acomodado a la sordina tierna de sus mismos versos, hasta apropiárselos del todo y hacerlos suyos como una aproximación original. En realidad, se trata de apropiaciones, reescrituras e intercambios de unos poetas a otros.

“’El verso de instrumento de todo aquello/(relato, carta, drama, historia, manual agrícola)/que hoy decimos en prosa’: A partir de la posición del sujeto” es un ensayo de mi primer libro sobre Pacheco. Merece ser rescatado para volver sobre las nociones de poesía en prosa y prosaísmo en relación a la ubicación del hablante del discurso. Ver qué significado tiene el lugar desde el cual se emite ese discurso poético, en un análisis lingüístico a la poesía y cómo la noción autor ya no es el centro de las preocupaciones críticas en la literatura.  Al negarle la entrevista a George B. Moore, el poeta dice: “No leemos a otros: nos leemos en ellos” (303) y explica: “Si hay un mérito en esto —dijo Pessoa—/ corresponde a los versos, no al autor de los versos” (303).  Es decir, así como los heterónimos o seudónimos del poeta portugués, el anonimato de aquel que escribe versos, no requiere conceder una entrevista para aclarar sus palabras porque la poesía es colectiva y se hace entre todos.

En “’Manuscrito de Tlatelolco’ y ‘Prosa de la calavera’ o las voces subalternas de una poesía de las cosas”, se analizan macro-poemas como “Una defensa del anonimato (Carta a George B. Moore para negarle una entrevista)” (poema que luego se tituló en Tarde o temprano, “Carta a George B. Moore en defensa del anonimato”). Tanto “Manuscrito de Tlatelolco” como “Prosa de la calavera” son piezas clave en la emisión de voces subalternas, que se potencian en el discurso pachequiano, por medio de una denuncia a ultranza.  Entre el episodio histórico de la matanza de estudiantes mexicanos como “clases subalternas” en la Plaza de Tlatelolco en 1968, por parte del gobierno mexicano, y la reflexión de un yo que a la manera de Hamlet le habla a una calavera, Pacheco nos da una lección magistral acerca de la gran fragilidad humana.  Se vuelve sobre las ideas de Gramsci, quien define este concepto de las “clases subalternas” asumiendo un valor diferente, como: …un producto de interpelación ideológica por los intelectuales. La subalternidad es producida por una práctica ideológica de subordinación a través de aparatos de desplazamiento y absorción”.  El aparato represivo del Gobierno de Díaz Ordaz en el 68 reprimió a los estudiantes y “Manuscrito de Tlatelolco” es un poema hecho con las voces de los que narraron el suceso, dando voz así a los que no la tuvieron y fueron silenciados en un acto de represión, subordinación y subalternidad.

En “Una poética del desastre: Testimonio en Miro la tierra”, “Poesía y poética del prosaísmo en Ciudad de la memoria” y “Preocupaciones de fin de siglo” se retoman también trabajos anteriores para mostrar aquellos encuentros textuales posteriores que he tenido con la poesía de Pacheco, a medida que se han ido publicando sus últimos poemarios, a tono con la internacionalización de su carrera literaria y la concesión del Premio Cervantes 2009. En el primer ensayo, se lee la metáfora del desastre que construye Pacheco a raíz del terremoto de 1985 que azotó la ciudad de México y los poemas de Miro la tierra (1986) son un testimonio fehaciente de esa catástrofe. En el segundo, se vuelve sobre el prosaísmo y la oscilación verso/prosa en Ciudad de la memoria (1989), como un sello de vigencia del discurso poético pachequiano. En el tercero, se analizan tres poemarios: El silencio de la luna (1994), La arena errante (1999) y Siglo pasado (Desenlace) (2000) desde la perspectiva postmoderna del fin de siglo, del XX al XXI. Vemos cómo las voces subalternas de los desposeídos llegan a las puertas de un nuevo siglo y cómo el poeta, al prestarles su propia voz y unirse a ellos, lidia con el impacto de la tecnología en su quehacer literario.

“El último Pacheco post-Premio Cervantes 2009: Como la  lluvia y La edad de las tinieblas: Cincuenta poemas en prosa” hace un balance de estos dos poemarios, publicados por El Colegio Nacional y Editorial Era, e incluidos en Tarde o temprano (2009), a la luz de la poesía anterior del poeta, para ver de nueva cuenta la evolución de esas voces subalternas a las que les cede y comparte la voz el hablante lírico, por medio de un tono neutro, en el que reflexiona sobre los avatares de la existencia humana con el devenir del Tiempo, el gran tema pachequiano. También en el sentido de Gramsci, quien ve la subalternidad “como una condición marcada por la ausencia de un proyecto o fuerza por parte del grupo social para conseguir una autoconciencia de clase integral, orgánica y crítica”.

 

Apuntes sobre una nueva literatura boricua

La compilación de estas reseñas de libros sobre la literatura escrita en Puerto Rico en los últimos años se perfila como meros apuntes sobre una nueva literatura boricua.  En el sentido en que boricua tiene entre los jóvenes de una cultura popular, en la cual los ritmos del tuntún palesiano han devenido en reggaetón, como uno de los últimos herederos de las fusiones de ritmos antillanos, desde el rap, la salsa y el merengue, o hasta mucho antes en el son, la guaracha y el mambo.  Este superficial paralelo musical con la literatura nos sirve para apropiarnos del término boricua sobre puertorriqueña, para hacer tal vez más dinámica y directa la relación de una periodicidad inmediata. Todos sabemos que boricua viene de Borikén o Borinquen, el nombre taíno de nuestra Isla del Encanto (o The Shining Star of the Caribbean para la Compañía de Turismo), que en los tiempos que corren es también Isla del (Des)encanto.  La nueva literatura boricua habla precisamente de esa profunda decepción colonial, pero sin olvidarse del todo del encanto de una Isla que sirve como acicate para todo un corpus de escritura que también apunta hacia nuevos horizontes, más allá de los escritores que preceden a los que ahora escriben. Y esos nuevos horizontes hablan a las claras del malestar de Puerto Rico como colonia norteamericana desde 1898.  Los escritores contemporáneos exploran las versiones de esa problemática en su escritura.

En la primera parte de La Isla del (Des)encanto: Apuntes sobre una nueva literatura boricua, “Leyendo entre líneas”, exploramos algunos de los escritores, ya canónicos, de los 70 y 80 (María Arrillaga, Yván Silén y Lourdes Vázquez; Edgardo Nieves Mieles, Edgar Ramírez Mella, Zoé Jiménez Corretjer, Maribel Sánchez-Pagán, Ana María Fuster Lavín y Mayra Santos-Febres), así como otras voces más recientemente destacadas (José Delgado-Costa, Maira Landa, Johanny Vázquez Paz y Carmen Rabell).  En la segunda parte, “Leyendo lo queer”, se dan cita much@s de l@s autor@s del Colectivo Homoerótica, que han renovado la ansiedad literaria de nuestro terruño en los últimos años con una escritura sobre esa otredad, tanto en antologías como en textos individuales, desde la Isla como desde la diáspora (Luis Negrón, Karen Sevilla, Moisés Agosto Rosario, Max Chárriez, Yolanda Arroyo Pizarro. David Caleb-Acevedo, Charlie Vázquez y Luz María Umpierre).  En la tercera parte, “Otras lecturas antológicas y críticas”, se presentan reseñas de ediciones que han marcado, paradigmáticamente, nuestro devenir literario: dos compilaciones sobre el tema queer: una de un número especial de la revista Centro: Journal of the Center for Puerto Rican Studies y otra de un libro sobre los denominados queer Ricans (de Larry La Fountain-Stokes); dos antologías sobre literatura contemporánea en Puerto Rico: una que postuló lo alternativo como frontera de la nueva escritura (de José Ángel Rosado), y otra sobre la reconocida escritora Mayra Santos-Febres (de Nadia Celis y Juan Pablo Rivera).  Finalmente, (re)leemos dos ediciones críticas de autores históricos: sobre el primer boricua trotamundos Alonso Ramírez (de Asima Saad-Maura) y sobre La resaca, la novela más emblemática de Enrique Laguerre (de Marithelma Costa).

No pretende ser éste un volumen ni de historia literaria ni estrictamente de crítica.  Más bien, estos apuntes se refieren al encuentro de los lectores con las palabras de los libros, y a esas primeras impresiones que surgen de la lectura de un grupo de escritores que comienza a perfilarse en sus primeras entregas y otros que continúan su quehacer en el campo de las letras desde mucho antes, como si fuera un relevo.  Es inevitable percibir el buen o mal gusto deliberado del reseñista de textos tomando en cuenta que son muchas las circunstancias que traen a nuestras manos los libros como mensajeros de palabras que estamos dispuestos a descifrar.

La Isla del (Des)canto: Apuntes sobre una nueva literatura boricua es, pues, el junte ecléctico de reseñas publicadas anteriormente en revistas especializadas y electrónicas, y recogidas (y editadas) aquí como breves ensayos de reflexión sobre lo que el nuevo quehacer literario de la isla tiene que ofrecer frente a la sólida tradición que le precede.  Pido humildemente perdón, desde ya, por las serias lagunas y los silencios lamentables en los que este lector haya incurrido.  Será tarea de otros escritores y críticos atar los cabos que aquí hayan quedado todavía inevitablemente sueltos.