Premio Nacional de Poesía José Gautier Benítez: acercamiento a un registro de letras

Crítica literaria
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“Si entre lágrimas te canto,

patria mía, no te asombres,

porque es de amor ese llanto,

y ese amor es el más santo

de los amores del hombre…”


-José Gautier Benítez

A Puerto Rico (Regreso)

Julia Espín, ¿quién no la recuerda? o quizás, Elisa Guillén, ambas-por no hablar de continuidad-de una manera u otra fueron “musas” de un joven poeta que dejaría, mucho tiempo después, un nombre repetido y sonoro en el curso ya indefinido de las letras hispanoamericanas y que corresponden a Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, al que yo conocí en esas primeras lecturas que llegaron a mis manos como Gustavo Adolfo Bécquer. El libro, no podía tener un título tan cautivo “Rimas y Leyendas” Los poemas e historias incluidos en esta colección son esenciales para el estudio de la literatura hispana, sobre la que ejercieron posteriormente una gran influencia. Ya sea Julia, o Elisa -amores derrotados del poeta-fueron haciendo su registro, fueron respirando una emoción, una fascinación, o el empuje a un abordaje cuyo rumbo sería la expresión máxima. Bécquer cónsono con la frase de Lamartine de que “la mejor poesía escrita es aquella que no se escribe” influyó en ese entonces, y para siempre en el que es considerado la primera figura del romanticismo poético de Puerto Rico y del que todavía nos detenemos en el mirador atlántico de sus poemas; atlántico en la metáfora de llamar a su patria “la perla de los mares” y marítimo en su razón de amor, porque el amor al terruño es tan o debe ser tan intenso como el de la mujer que nos invade el alma con su acento. Tanto así, que fue conocido como el "El Bécquer puertorriqueño", y no sin razón, porque la influencia becqueriana aparece a todas luces en muchos de sus poemas, tanto en cuanto a la técnica de la métrica y versificación, como en su contenido, provocando en él incluso su pseudónimo "Gustavo". Ese poeta los es José Gautier Benítez uno de los grandes ancestros de nuestro parnaso.

Se irían páginas en encontrar la grandeza del registro poético de Gautier Benítez. En apenas 30 años de su existencia, sus poemas han conocido la inmortalidad, escenario que siempre ha ido de la mano de poetas que de una razón u otra han quedado malogrados por las desviaciones caprichosas del destino. Paul Verlaine les llamaba “poetas malditos” ¿realmente lo fueron? o ¿sólo es la voz del crítico encontrando la razón del malabar entre el creador y sus circunstancias? Bécquer y Benítez llevan similitudes de muerte: la tuberculosis. Bécquer fallece a los 34 años ya convulsionado en su vida amorosa-menos estable que la Benítez, creo, y me corrigen sus biógrafos-llevando, sin sospecharlo a su esencial libro “Rimas y Leyendas” al pedestal de honor donde reside.

Y así en el tiempo, continuaría escribiendo más párrafos sobre estos dos maestros de la literatura universal. Pero debo controlar las pasiones y regresar al tiempo actual, y desde luego bajo papeles de poesía. El pasado sábado 12 de diciembre se celebró en la antigua Alcaldía del Municipio Autónomo de Caguas la décima edición del Premio Nacional de Poesía José Gautier Benítez donde se premia la excelencia poética de los participantes que en la búsqueda de su voz y de su rumbo, aspiran al premio dotado de $1,000 dólares metálicos para el ganador y premios de $500.00, $250.00 para el segundo y tercer lugar con menciones honoríficas de $100.00 respectivamente. Este año el primer premio recayó en el joven poeta y educador Edwin Figueroa, el segundo en otro poeta de interesante revelación Alejandro Medina Colón, y el tercero en la poeta, narradora y profesora universitaria Lynnette Mabel Pérez, con las menciones honoríficas en Maité Ramos Ortiz y Marieli Calderón, ambas con poesía promisora, y de excelencia.

De la mano con la premiación recibimos la Primera Antología del Premio Nacional de Poesía José Gautier Benítez, editada por Milagros Cabral y bajo el sello del Departamento de Cultura de Municipio Autónomo de Caguas, que dirige Marinés Bengoa Duprey. Aquí, se recogen los poemas premiados a lo largo de siete ediciones interrumpidas del certamen; voces que ya hacen una generación y un parnaso luminoso y urgente a nuestros días. Luego de unas palabras como prólogo, del Poeta Nacional y Escritor Residente Jaime Marcano Montañez nos podemos encontrar a un Hirám Collazo, periodista, pintor, y su poema “El soñador de pájaros” junto este mensaje infinito:

“El hombre está de pie

ante los instantes

que suman las cadenas que le ataron

y que desplazó más de una vez

con una fuerza incontenible

a cántaros…”


Hirám Collazo

“El soñador de pájaros”

Primer Premio

Año 2006

Más adelante, Ana María Fuster Lavín una de nuestras primeras voces de la actual Literatura Puertorriqueña y su poema “Duelo de primavera” que, caminando en un epígrafe de Alejandra Pizarnik no puede ser la poesía un objeto tan cercano de inmensidad:

“Quiero morir de cartas y calendarios

dejar la muñeca azul y ser tan solo la niña morada

mis manos se derriten de pétalos rojos

y es que mi flor se ha vuelto pájaro y ha volado…”


Ana María Fuster Lavín

“Duelo de Primavera”

Segundo Premio

Año 2007

Claudio Raúl Cruz Núñez en una erótica inusual, elegante no por más desnuda, nos sorprende en este poema donde ese reposo de amor solo es la frontera ágil que pasa y se deja a un nuevo sabor de piel:

“Cuando estoy contigo en el cuarto

aparece la mariposa de los dioses cotidianos

la de los promiscuos amigos del cansancio

Entonces me recojo


me limito a tus movimientos de vino y seducción;

y busco el dátil caprichoso

Busco la fogata de sal y siemprevivas…”


Claudio Raúl Cruz Núñez

“El erotismo de la piedra”

Segundo Premio

Año 2008

Caben destacar aquí también a José Antonio Santos en una poesía visitante de la transparencia y forma de la imagen y su “Antes del poema”:

“Te tientan las fotos guarnecidas

en el viejo álbum, y la canción aquella

inalterable en el tiempo, que te señaló…”


José Antonio Santos

“Antes del poema”

Primer Premio

Año 2009

Durante la lectura de este toda esta antología vamos entrando a cada universo de voz, estilo, figuras, momentos, ideales, sueños, ocasos, verdades y desde luego la aspiración de cada uno de sus concursantes a la poesía como hábito de luz, como oficio real contra toda circunstancia, como memorial de vida y de amor, de, un todo que nos acerca a la palabra como dación vital. Así surgen los nombres de Andrés González Cruz “El libro de Rá” Antonio Ramírez Córdova “Al pie del sigilo” Julio César Pol, “De gustibus non est dipustandum” Carlos Esteban Cana “El viento traspapeló las hojas de mis cuadernos” Ketshándrivel Bermúdez “Recaudos de desvelo” Marta Emmanuelli “Juegos Clarosocuros” Lynnette Mabel Pérez “Hilos” Carmen Rodríguez Marín “Correo regular” Ebrahim Narváez García “Miradas al sur desde el norte” María de los Ángeles Camacho Rivas “Sin vestido ni lencería” Migdalia Martínez de Arocho “Laberinto sin camino” una brillante y talentosa Michelle Rodríguez Olivero con “Lluvia de sirenas”. Todos, y cada uno de los galardonados en esta antología llevan su razón del verso; poesía impecable, provista de matices, y contemplativa a lo extraordinario. Poesía por demás humana, por demás surtidora de una visión y una esperanza como parte de las nuevas generaciones poéticas.

Más de un siglo después, de que Gautier viera el mar, regresando desde La Metrópoli hasta su isla amada, este certamen que le recuerda, lo hace cercano, lo hace grande en nuestra cultura, y lo hace inquebrantable, desde la poesía, su inevitable señal de aviso.

**Para adquirir la antología: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.