El Metro de la Revolución Egipcia: Un Recorrido Hasta el Trayecto Actual

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Nota: Este artículo de fondo sobre la revolución egipcia es de seis partes, escrito por nuestro corresponsal en el Medio Oriente, Ricardo Izabá. Esperamos que lo disfruten, compartan y comenten.  (cuarta parte)

En el artículo de ayer, la tercera parte de la serie, comentábamos las elecciones y prometimos una reflexión sobre sus resultados. Aquí unas impresiones antes de comenzar la próxima parte, que inicia en ‘El vagón de las Mujeres’:

A fines de mayo se realizó la primera ronda de las elecciones presidenciales en las que dominó Mursi, el candidato de los Hermanos Musulmanes con un 25%; seguido con 24% por la Shafiq, quien fue el último Primer Ministro nombrado por el régimen Mubarak a comienzos de la revolución, hasta su dimisión en medio de protestas continuas. Que ganara el candidato de los Hermanos Musulmanes no es una gran sorpresa, igual que ha sucedido con las elecciones parlamentarias. Pero que un candidato con fuertes vínculos al régimen de Mubarak llegara en un segundo lugar muestra como ha pesado el discurso de volver a traer estabilidad (con represión entredicha) ante la incertidumbre política, precisamente generada por los militares que quieren aferrarse al poder. Todo un círculo vicioso.

 

En tercer lugar llegó Sabahi con 22%, quien ha ganado en el Cairo y Alejandría con una plataforma nasserista civil, es decir medidas socialistas sin el corte militar de Nasser, para mejorar condiciones básicas de la población, como es la accesibilidad a la educación. Sabahi fue le mejor de varios candidatos que partían de propuestas de la revolución.

Ahora el dilema es que el grueso de la revolución se ha quedado sin candidato para la segunda vuelta de las elecciones el 16 y 17 de junio. Votar por Shafik es legitimar la red dictatorial de Mubarak. Por otro lado, votar por Mursi, significaría darle el poder absoluto del futuro del país a los Hermanos Musulmanes, los cuales ya tienen control del parlamento y, por tanto, grandes posibilidades de tejer su visión político-religiosa en la constitución del país.

El 2 de junio, el tribunal de justicia dictó sentencia sobre el jucio de Mubarak y sus dos hijos. A Mubarak le dieron cadena perpetua, pero no por décadas de represión, tortura y hasta asesinatos durante la revolución, sino por no haber detenido la matanza de más de 800 personas entre el 25 de enero y 11 de febrero de 2011. Mubarak y sus dos hijos fueron absueltos por cargos de corrupción y enriquecimiento ilícito. Aparentemente no se pudieron encontrar pruebas sólidas, cuando su fortuna se calcula en 70 billones de dólares, algo difícil de tragar. Por ello, la gente ha vuelto a Tahrir, para denunciar este trayecto que parece descarrilarse.

Se comenta que la indignación creada por el jucio puede afectar a Shafik, pero también le ayuda el creciente miedo hacia los Hermanos Musulmanes en distintos sectores de la población como pueden ser los cristianos coptos y musulmanes de clase media-alta que no se identifican con ellos. Faltan cartas por tirar a la mesa antes de las elecciones, como la posibilidad que los salafistas apoyen abiertamente al candidato de los Hermanos Musulmanes, cosa que está por verse. Por el momento, la transición política egipcia es un jardín de rieles que se bifurcan; las brechas que se abren entre los derechos que exige la población y las competencias por llenar vacíos de poder que dejó la salida de Mubarak.

El Vagón de las Mujeres

Tomar el metro cairota a veces no es una experiencia placentera ni solidaria. Es frecuente escuchar sobre mujeres que antes montar el vagón, toman en mano uno de los alfileres que sostiene el velo. En ocasiones, el abarrotamiento es aprovechado por los hombres para el toqueteo o arrimarse al roce. Entonces toca dar el pinchazo, que el hombre a veces calla por vergüenza y miedo a la reacción de los otros pasajeros. Pero en otras ocasiones, el hombre se infla en su machismo y reclama a la víctima su falsa inocencia. Para reducir el acoso, el metro cuenta con dos vagones de uso exclusivo para las mujeres, aunque también pueden ir en el resto de vagones si así lo desean.

Aun así, las mujeres abordaron todos los vagones de la revolución. Participaron y participan de los distintos movimientos que la lideran, y  en la Plaza Tahrir mujeres y hombres se tutearon y twittearon para arrebatarle el timón a Mubarak sin el acoso que suelen sentir al desplazarse por la ciudad.

Sin embargo, el trayecto de la revolución para las mujeres ha estado lleno de retos, dentro y fuera del vagón. Un mes después de sacar a Mubarak del poder, distintos grupos de activistas convocaron a la marcha del millón de mujeres en conmemoración del día internacional de la mujer. Estos esfuerzos terminaron en una pequeña marcha de cientos de personas, que fue dispersada por el acoso y agresiones verbales. Al día siguiente, los militares desalojaron de Tahrir a los manifestantes que allí acampaban, y en ello agredieron y denigraron a 17 mujeres que se encontraban en los campamentos, sometiéndolas a “pruebas de virginidad” bajo acusaciones de prostitución.

Estos atropellos que quedaron impunes sentaron precedente para otros abusos como el desagradable incidente del pasado mes de diciembre, cuando un grupo de soldados desgarraron la ropa a una manifestante, mientras la pateaban y la arrastraban. Estos abusos no han intimidado a las mujeres y ni han limitado su participación en las protestas; por el contrario, han generado a una nueva ola de manifestaciones masivas en Tahrir. Dentro de estas manifestaciones, las mujeres también buscan un recorrido que no esté confinado al vagón de las mujeres, sino que sea parte integral de los cambios por los que se está luchando en la revolución.

Pero el camino es largo y para nada llano, la revolución y la lucha por la democracia no asegura una futura equidad de derechos entre géneros. Esto se hizo evidente en las elecciones parlamentarias, que de los 508 escaños sólo 10 corresponden a mujeres. Es poco probable que estas proporciones sean suficientes para impulsar un proyecto de gobierno y constitución que tome en cuenta la perspectiva de género.