De fetichismos y mercancias: el Coltán y las materialidades de lo ‘inmaterial’

Economia Solidaria

Un ‘celular’ o teléfono móvil no es un ‘celular’, y ya. No siempre un tabaco es un mero tabaco, el inconsciente engaña. También el mercado, ese gran espejo ondulado y líquido del inconsciente. El mundo de las comunicaciones sigue creciendo a velocidades insospechadas. Su capacidad creadora (y destructora) es voraz, como el hambre del capital. Con solo pensar en los aparatos que se anuncian todos los días para estar más ‘conectados’ e informados, nos atolondramos: iPads, iPhones, tablets, Kindle, laptops, teléfonos móvil (que son a la vez cámaras, de fotos y videos, grabadoras, máquinas de escribir y correo electrónico… )

Pero la ‘economía de la información’ esconde información, pues todas estas creaciones no vienen de la nada, ni de la mera creación ‘inmaterial’, sino de la explotación más descarnada de la tierra y los cuerpos de humanos, en su gran mayoría negros y ‘no-blancos’, de regiones ‘conectadas’ de formas muy distintas a las asumidas por aquellos que solo hablan de la creación inmaterial. Para que puedan existir estas inmaterialidades y sus relaciones horizontales en red, hay toda una estructura vertical de explotación y producción material que destruye miles, millones, de vidas humanas que sienten y padecen peor de como describía Marx la explotación obrera de la Inglaterra del siglo 19.

 

Hoy un teléfono celular es un jeroglífico social que revela de forma paradigmática relaciones sociales que estructuran nuestro mundo ‘globalizado’. Con solo hacer preguntas sobre el origen de un objeto cientos de relaciones de poder se asoman y desnudan la fealdad que se esconde detrás de la máscara de la mercancía. Para que existan los celulares es necesario extraer de la tierra un mineral llamado Coltán, el cual abunda en la región central del continente africano. Al Coltán, gracias a la industrialización-mercantilización de las comunicaciones cibernéticas (sí dije bien, industrialización – si tienen duda averigüen cómo se hacen las ‘laptops’ en China y verán que Taylor sigue ‘vivo y coleando’), los sacan de las entrañas subterráneas miles de mineros, niños y adultos, en cientos de minas donde imperan las condiciones de producción material mas inhumanas.

Hablar de producción inmaterial de los saberes y el lenguaje en el mundo cibernético e interconectado de las comunicaciones sin hacer la conexión con la explotación descarnada y encarnada de los cuerpos negros del sur global, y al ecocidio que le acompaña, es caer en el fetichismo de la mercancía que no descifra las violencias múltiples y relaciones de poder que se materializan en cada teléfono celular, laptop, un Kindle, y todos los materiales que hacen posible el wiki-comunismo de los conectados. La radicalidad de la reproducción de lo común a través de la creación de saberes por el ciberespacio ‘inmaterial’ depende de la transformación de la explotación material y corporal de millones de condenados de la tierra.