Hacia la descolonización íntima

Agenda Caribeña
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Señor Presidente del Senado, señores Senadores(as), comparezco ante ustedes en mi carácter personal, como jurista, como estudioso del asunto del status político, como independentista y sobre todo, como puertorriqueño, que sufre el flagelo de lo que es un problema común a todos, que es nuestro status colonial. El Diccionario Didáctico Avanzado del Español, define una colonia como un territorio sometido al dominio militar, político, administrativo o económico de una nación extranjera más poderosa y generalmente con un grado de civilización más avanzado. En el caso de nuestro pueblo, éramos al ser invadidos una civilización más avanzada que la norteamericana, pero económica y políticamente más débiles que ellos, lo que permitió que fuéramos cedidos a Estados Unidos, sin nuestro consentimiento.

En primer lugar, para mí el proceso que se propone con el presente proyecto sobre status político, no es una consulta sobre si queremos seguir siendo una colonia. No creo que nadie que esté consciente de que lo somos, quiera seguir siéndolo. Por lo tanto, para el pueblo es una oportunidad para afirmar su derecho a la autodeterminación y a vivir en un país con un régimen jurídico que sea no colonial y no territorial. Esta expresión de pueblo es una coyuntura histórica para decirle a Estados Unidos y al mundo, lo que le dijo el partido Nacionalista a la humanidad en el 1950, con la revolución que se extendió desde Jayuya a varios otros pueblos del país: que no todos creían en la farsa del Estado libre Asociado, como la llamó Geigel Polanco y que el derecho a la independencia es irrenunciable. Así se reafirmó por los patriotas, Griselio Tórresola y Oscar Collazo, cuando atacaron la casa Blair y por los cuatro nacionalistas, Rafael cancel miranda, Lolita Lebrón, Andrés Figueroa, e Irving Flores, cuando atacaron el Congreso de los Estados Unidos. La única diferencia es que ahora lo vamos a hacer con los votos, para que el Presidente de E.E.UU. sepa que el régimen colonial perdió toda legitimidad y que es necesario que se abran las opciones para que Puerto Rico pueda escoger entre formulas no coloniales, conforme al derecho internacional, especialmente a la resolución 1541 , de Naciones Unidas, que establece que la independencia, la libre asociación, la integración,( no la estadidad), son las formulas descolonizadoras que reconoce el derecho internacional .La integración se daría desde el ejercicio de la soberanía, con la intención de integrarse a estados Unidos, pero sin renunciar al derecho inalienable a la independencia, lo cual presenta un problema para los estadistas, porque en la federación norteamericana no se reconoce el derecho a la secesión y los independentistas, ni aun en la federación norteamericana, renunciaríamos a nuestro derecho a reclamar la independencia. Eso es lo que significa que la independencia es un derecho inalienable, es decir, que nadie lo puede conculcar.

Sabemos que se han celebrado plebiscitos que no han resuelto el problema colonial y que el mecanismo de la Asamblea constitucional de status, desde el punto de vista jurídico, puede ser más efectivo que un plebiscito para resolver el problema colonial que nos ocupa. Sin embargo, creo que el problema de los que se enfrentan a este proyecto de status y fijan posición sobre el mismo, es que no se han planteado adecuadamente la naturaleza y las consecuencias de este proceso, que no es uno puramente jurídico, sino esencialmente político. Desde que se creó el ELA, no hemos tenido un proceso electoral que plantee con claridad un hecho que parece aparente; el ELA actual ya no cuenta con el apoyo de la mayoría de los puertorriqueños. Nunca debió argumentarse, como lo han hecho varios, que el ELA existe porque los puertorriqueños así lo quieren mayoritariamente, porque sabemos que la esclavitud no puede ser consentida, como tampoco lo puede ser el coloniaje, que es equivalente a la esclavitud moral y política de todo un pueblo. Los presidentes de Estados Unidos, en incumplimiento de la promesa de Truman en 1953, reiteradamente han dicho que ellos no actúan sobre el status de Puerto Rico, porque los puertorriqueños no se ponen de acuerdo, aun cuando en varios plebiscitos se le ha reclamado mayores poderes para nuestra patria.

Sabemos que ese es un argumento demagógico para no actuar, máxime cuando ellos no pidieron permiso para invadirnos en 1898, tampoco para imponernos la ciudadanía norteamericana, ni para enviarnos a pelear en sus conflictos bélicos, así como en tantas otras instancias en que nos imponen lo que les conviene sin consulta alguna a los puertorriqueños. Algunos compatriotas plantean que no han de acudir a la primera consulta porque no es vinculante, en vista de que Estados Unidos no se compromete a aceptar su resultado. Este argumento nos condena al inmovilismo eterno, precisamente porque Estados Unidos dice que no actuara hasta que no nos pongamos de acuerdo. Piden acuerdos sobre una solución que ellos ( E.U.), nunca han planteado con claridad cuál es; qué ellos aceptarían, qué nos requerirían en términos constitucionales, económicos, sociológicos, incluyendo el asunto lingüístico y el asunto de un proceso de transición hacia el status acordado, que no sea el territorio incorporado, que es una modalidad DEL COLONIAJE ACENTUADO.

No entiendo bien a los compatriotas que plantean que no participarían, porque el proceso no es vinculante, si tampoco lo son los procesos en Naciones Unidas, a los que acudimos anualmente y que Estados Unidos consistentemente ignora, aun cuando son miembros de la Asamblea General. Dicho organismo, adopta como suyos los informes del Comité de Descolonización, que consistentemente emiten Resoluciones sobre Puerto Rico, instando a dar pasos hacia la descolonización y para que el caso de Puerto Rico se eleve a la Asamblea General. Estados Unidos ha hecho caso omiso a tales Resoluciones y aun así acudimos a esos foros para ejercer presión política, con la esperanza de que Estados Unidos reciba el reclamo de otros países para que cumpla su deber como potencia colonizadora. El resultado de un plebiscito, quitándole toda legitimidad a un régimen desautorizado por el pueblo por la fuerza de su voluntad libremente expresada, sería un arma más para la presión internacional, ya no por expresión de otros países, sino de los propios colonizados que reclaman que el régimen colonial cese.

El deber de todo independentista es hacer lo que sea necesario en cada momento, para adelantar el derecho inalienable del pueblo a su autodeterminación e independencia. No es preocuparse por que gane un partido anexionista o que la estadidad se vuelva un reclamo mayoritario, que ahora no lo es, pero puede llegar a serlo pronto, por virtud de la dependencia económica, de la destrucción de organismos e instituciones de resistencia y sobre todo, porque en algún momento pueda ser conveniente a los intereses de los Estados Unidos, que será como único ellos lleguen a plantearse que puedan acceder a un reclamo de estadidad que hagan los puertorriqueños. El momento de actuar es ahora, que aun somos una nación constituida, con nuestro idioma diferenciado, que es el español, con costumbres, mores, tradiciones, visiones del mundo y de la familia, distintas a las norteamericanas y con una lealtad inquebrantable a los intereses de la nación puertorriqueña y no la norteamericana. Así se demuestra cada vez que nuestros intereses fundamentales chocan, tal como ocurrió en Vieques y tal como instintivamente demostramos, en competencias y eventos internacionales, en los cuales preferimos representar a la nación puertorriqueña y no a la norteamericana.

El plebiscito para expresar que no deseamos continuar con un status claramente territorial y colonial como el actual, no cierra puertas, porque en el peor de los casos, si los puertorriqueños se volvieran locos, como dijo una vez Muñoz Marín, y votaran por seguir con el régimen territorial, solo quedaría demostrado que no hemos avanzado mucho desde el mil novecientos cincuenta y dos. Como dijo Don Pedro, en el mil novecientos cincuenta, cuando fallo la revuelta nacionalista:” sobro valor, faltó pueblo.” En este momento histórico que enfrentamos, que no se diga que falto pueblo; desautoricemos el coloniaje, luego se abrirá el proceso para negociar formulas descolonizadoras. En ese momento incluso, estará más maduro que nunca el reclamo de una Asamblea Constitucional de status para negociar con Estados Unidos una relación que sea verdaderamente no colonial. Una relación que permita a Puerto Rico Incorporase por derecho propio, conforme a sus realidades y necesidades, a tratados de libre comercio y de modernización, que permitan un modelo de desarrollo económico, autárquico y sustentable.

El cambio hacia lo que no conocemos plenamente, que es el ejercicio responsable de la libertad para valernos por nosotros mismos, es algo que provoca un temor natural, tanto en los individuos como en los pueblos. Por eso tomo un concepto prestado del jurista y educador excelso, que fue Abraham Díaz González,” para lograr la descolonización de un país sometido y condicionado a la dependencia, es necesario que también se dé un proceso de descolonización intima”, es decir, a nivel individual. La educación que hagamos en el curso de orientar al pueblo en la campaña, para que conozca sus opciones y aprenda a confiar y creer en sí mismo, es otra de las ganancias que surgirán de este proceso, que comienza con la primera votación sobre continuar bajo el actual status o evolucionar a otro modelo de relaciones con Estados Unidos. Estoy convencido de que eventualmente, cuando descolonicemos a Puerto Rico para que aprenda a valerse por sí mismo y a Estados Unidos, que como potencia colonial también esta colonizada y cree que su dominio es indispensable para nuestra sobrevivencia como pueblo, que no puede gobernarse a sí mismo, habremos establecido la apertura a un verdadero proceso de descolonización. Con el logro de unas relaciones jurídico políticas con Estados Unidos, que sean no coloniales y no territoriales, alcanzaremos un modelo de sociedad democrática, muy superior en justicia distributiva a la que tenemos al presente. No vamos a consultar al pueblo sobre si quiere o no seguir siendo colonia, vamos a educar sobre las bases conceptuales de porque lo somos y a motivar, política y espiritualmente, para querer, sin temores fundamentales, dejar de serlo.