Cuando tu sonrisa es la misericordia esperada

Caribe Imaginado

altCuando la matriarca de la familia, Doña Pepita, enfermó de vieja, su hija, mi madre, se retiró del trabajo para cuidarla. Incluso se mudó con ella. Ya encamada, duró unos cuatro meses antes de su partida. Mi madre la cuidaba, ahora en su casa, donde se le instaló lo necesario para que estuviera lo más cómoda posible y con aire friíto. Recuerdo verlas interactuar y mientras mi abuela le decía: “No estoy para postre”, mi madre le respondía con un ademán amoroso como el que se resigna ante lo inevitable.

Como tuvo: (5) hijos, (19) nietos, (35) bisnietos y cuatro (4) tataranietos, la casa siempre estaba llena de gente, de amigos, de vecinos. Su mente solo perdió un poco de lucidez después del cateterismo que de buenas a malas, la encamó. Fueron momentos fuertes los últimos meses de su vida de nonagenaria. Hoy llevo un peso, algo más grande, en mi corazón estos días. Mi madre puede estar ida, pero hay algo que los pacientes de demencia de los cuerpos de Lewy (mejor conocida por sus siglas en inglés LBD) mantienen activo, y ese es el recuerdo del amor de los que han sido importantes en su vida: familiares y amigos. La cara de alegría que pone cada vez que ve a los suyos no tiene precio. El otro día vino mi padre a visitar y el recuerdo de quien era la hizo mirarlo con una mala cara que tampoco tenía precio. “Me voy porque ya me están mirando mal…”, dijo el pobre de mi padre. Las más de las veces, en su mente, los evoca a todos: los hermanos, sus hijos, los sobrinos. Los llama, preguntan que dónde están, les cambia el nombre. Sus hermanas también tienen otras dolencias que les impiden venir a verla, pero ella siempre las menciona como” las nenas”. Mamá solo tuvo tres (3) hijos, tiene solo dos (2) nietos, de los 16 sobrinos, una la cuida de día y todos se mantienen al tanto de su salud y los que pueden la vienen a visitar, el amor sobra. Nos desbordamos en atenciones y abrazos. Le buscamos la vuelta y me la llevo de tiendas por solo 15 minutos para no cansarla. Y ya hemos descifrado las palabras que ella conecta con el dolor, la alegría, o con las funciones de su cuerpo. A veces, cuando comparte en grupo, sale lo mejor de ella y hasta comentarios muy acertados que parecen de una persona normal. Esa es su inteligencia que dice presente. Pero, es que ella y todos los pacientes de este tipo de enfermedad cruel que mimifica alzheimer, parkinson y demencia frontal lobar son seres normales. Solo que tienen problemas de habla, de entendimiento; y, los menos atendidos o los que han sido maltratados, problemas de violencia.

Hay que echar de lado el miedo a tratarlos y llenarse el corazón de amor para entender

que son solo niños grandes, que son almas en el proceso de volver a la pureza, a la infancia; y quien no lo pueda entender de esa manera pierde instantes de belleza y de alegría que solo podemos tener si estamos cerca y al tanto de sus necesidades y preocupaciones.

La verdadera diferencia entre los animales y los humanos, no es el lenguaje como dicen por ahí, la verdadera diferencia radica en la capacidad de sentir, expresar y practicar la misericordia los unos con los otros. Y la misericordia tan solo puede ser el llevarle una sonrisa a quien también sonrió contigo en otro momento mejor de su vida.

La vejez es la soledad. Visita a tus viejos, les haces falta. Y si no los puedes cuidar, visítalos siempre para que te queden los buenos recuerdos.