Camino en Cuba 2

CAMINO A CUBA1

altEl resto del domingo a mi llegada a Cuba transcurrió entre preguntas y abrazos. Luego de una caminata por el malecón de Cojímar, ver los autos con más de 50 años transitando por aquellas calles de paz me producía cierta nostalgia por algo que no conocí pero que en Cuba se presentaba ante mi como una ofrenda a la poesía. Con Elena caminé un largo trecho, me llevó al busto de Hemingway que la asociación de pescadores le hizo en homenaje, después fuimos al restaurante La Terraza de Cojímar, un lugar que frecuentaba Ernest para comer y que a través de los años ha sido una para obligada para todo aquel que visité Cojímar.

En una esquina está la mesa que Ernest usaba cada vez que visitaba el restaurante junto a una decena de fotos del escritor junto a Castro. Al regresar por el mismo camino Elena me lleva al Califa, un paladar (restaurante privado) en el cual me podía comer una completa por 40 pesos. ¡40 pesos! Madre mía aquí me voy a quedar pela’o en dos o tres días, pensé con gran preocupación que se me debió haber notado en la cara pues Elena me aclara que son 40 pesos cubanos que vendrían siendo 4 CUC (peso convertible). Ahí mi frustración por las matemáticas comenzó joderme la existencia.

Le dije a Elena que sí, que entendía bien, pero en mi cabeza estaban los números burlándose de mi analfabetismo matemático. Nada, que fui al paladar del Califa y pedí una completa y pago con 40 CUC, es evidente que NO entendí nada de lo que Elena me explicó acerca del CUB Y CUC. Por suerte la muchacha que me atendió vio mi cara de pavor y me preguntó de donde era, le dije que de Puerto Rico y ella sonrió y me volvió a explicar toda la melcocha de los CUC y los CUB, a fin de cuenta le estaba regalando 36 CUC que son el equivalente a casi $40 norteamericanos. Aclarado el asunto me fui a comer mi completa a la casita donde me estaba quedando.

En la tarde-noche llegan las demás poetas que también se estaban quedando en Cojímar para participar de La Feria Internacional del Libro. A quien primero vi fue a Verónica, compañera de Elena, que juntas fueron el enlace para que viajara a Cuba. Verónica es una mujer bien jovial, con un acento cubano bien marcado y además estiraba las vocales al hablar, era como si cantara al conversar con uno. Entonces de nuevo el abrazo de dos amigos que no se han visto por largo tiempo, luego me presentan a Mónica de Argentina y a Clarita y Erendida, ambas de México. Con ellas al abrazo fue diferente, pero igual fue de amistad. Entre conversación y risas Elena les dice que hay café boricua, pues yo les llevé a modo de agradecimiento. Eran casi las 10 de la noche así que el café venía acompañado de Havana Club y dejaba de llamarse café para pasar a ser un carajillo. De esta manera le daba la bienvenida a mi sistema al ron de Cuba.

Ya era bastante tarde, todos nos despedimos hasta al otro día y entre más abrazos y bienvenidas cada cual se fue a su recinto, yo me quedé allí pues era huésped de Elena y Verónica. Decidí levantarme temprano el lunes, así que puse la alarma del inoperante celular para las 5am, digo inoperante pues demás era sabido que dicho artefacto solo serviría para tomar fotos y darme la hora, de ahí en fuera era inoperante. Luego de un baño, con agua caliente para mi más agradable sorpresa, prendo el aire acondicionado, otra formidable sorpresa, y me echo a la cama. Como de costumbre en todas mis noches en Puerto Rico tomo el celular, esta vez con la flaca esperanza de que apareciera una ínfima señal de internet, nada que ver.

Así que recurro a ver las fotos que guardo en mi teléfono, la primera en salir es una foto de Adri, entonces advierto que era la hora de extrañar a quienes amo. Acaricio la pantalla del celular para ver otra foto y regresa ella, entonces me siento afortunado de ser padre y poeta. Paso otra foto y veo la foto de la pequeña Ambar que todavía no llega, paso la foto y una de su mamá y yo juntos. Decido dejar el teléfono pues con el frío del aire acondicionado no era bueno ponerse a llorar allí pues sería una noche larga de congestión nasal. Dejo el teléfono en la mesita de noche y duermo.

5am, suena la alarma, comenzaba la jornada de poesía en Cuba. Sigo caminando en Cuba.