Tratado contra colonialismo (Segunda Parte)

Historia

altEn este artículo analizaremos las diferentes manifestaciones coloniales en la región caribeña impuesto en las islas no hispánicas. Todos estamos conscientes que las primeras potencias coloniales en América fueron la española y la portuguesa en el siglo XVI. Para la segunda mitad de esa misma centuria las islas se vieron atacadas por corsarios, bucaneros y piratas europeos. Estos ataques propiciaron el establecimiento de colonias en el siglo XVII por parte del Reino Unido, Francia y Holanda.

Colonias inglesas

El colonialismo inglés del siglo XVII estaba basado en el intercambio de productos. Definió dos tipos de colonias. El primer tipo fue la de plantaciones agrícolas y las segundas las de explotación de mercancías auxiliares, como el algodón y la sal. Empero fue la industria azucarera el principal producto de las colonias inglesas caribeñas. Elsa Goveia, en su estudio sobre el Caribe inglés del siglo XVIII, relata que para esa centuria la economía de Antigua, Nevis, St. Kitts dependía totalmente del azúcar. Esto llevó a Tortola a abandonar el cultivo de algodón por el de caña de azúcar fomentando el intercambio comercial e incrementando el flujo marítimo.

La mayoría de las Antillas inglesas fueron agroexportadoras y esclavistas. Los principales centro los fueron Jamaica, Antigua y Trinidad. No todas las Antillas inglesas fueron plantaciones azucareras. Islas Caimán tuvo una economía basada en los productos marinos y las Islas Turcas en el de la sal. En estas islas, se establecieron estructuras sociales diferentes basadas en el elemento blanco o mulato predominando sobre el negro. Monserrat, isla esclavista con economía azucarera y las Islas Vírgenes con una algodonera, el impacto del resto de las islas sobre la metrópoli fue mínimo.

Colonias francesas

Las colonias francesas en el Caribe fueron el resultado de la expansión de Francia en América durante el siglo XVII cuyos centros principales fueron el Santo Domingo francés, hoy Haití y la Luisiana en el actual Estados Unidos. Francia montó su imperio caribeño durante su etapa mercantilista basado en la mano de obra esclavista. La producción y el intercambio comercial entre la metrópoli y las colonias eran supervisados por el Estado, pero dirigidos internamente por los colonos y empresas como la Compañía de las Islas Americanas. Colonias menores, como Guadalupe y Martinica, no tuvieron la importancia económica de Haití y Luisiana, pero si contaron con plantaciones azucareras cultivadas por esclavos. Estas haciendas agrícolas fueron conocidas como habitations o habitaciones porque acentuaban el divisionismo racial en un régimen controlado por los descendientes de europeos. Ambas islas fueron integradas la nación francesa durante la Primera República. La Guyana Francesa, empero no fue un enclave agrícola esclavista sino uno minero y colonia penal. Al igual que en las otras Guyanas, los europeos construyeron ciudades distanciadas de las poblaciones originarias.

Colonias holandesas

En el sistema colonial holandés las colonias tuvieron funciones económicamente diferenciadas. Esto dio paso a la formación sociedades sociológicamente diferentes. Las colonias antillanas fueron principalmente centros de intercambio comercial. Las colonias se extendían desde San Martín hasta la Guayana Holandesa (Surinam) como parte del intento holandés de apoderarse de Brasil. Las colonias eran enclaves regidos por compañías privadas con el aval de la Corona con el fin de explotar los dos productos principales de la era: el azúcar y la sal. La Compañía Holandesa de las Indias Occidentales administró las colonias entre 1634 y 1972. Colonias azucareras esclavistas se establecieron en Surinam, Berbice, Demerara y Essequibo. En Curazao y Bonaire la Compañía estableció colonias agrícolas bajo la dirección de la República Unida de Holanda, integrada por las siete provincias norteñas de lo que actualmente llamamos los Países Bajos o Netehrland. La Compañía fue pieza clave en el surgimiento de Holanda como potencia comercial en el siglo XVII.

Las Islas de Sotavento holandesas tuvieron economías inestables debido al continuo cambio de manos imperiales que sufrieron en el siglo XVII. Estas colonias formaron sociedades con composiciones étnicas distintas a las de las esclavistas. San Eustaquio fue una colonia de plantaciones tabacaleras y azucareras en el siglo XVII, pero lentamente se fue convirtiendo en un centro distribución de esclavos. Aruba es una isla árida no apta para la agricultura de plantaciones que fue convertida en un centro de contrabando y de trasbordo de esclavos africanos que fueron utilizados para la explotación de las minas de sal en Bonaire. En estas islas, contrario a otras colonias caribeñas predominó el elemento libre sobre la población esclavizada.

Colonialismo estadounidense

Estados Unidos fue el último poder imperial en el Caribe La presencia estadounidense rompió con la historia tradicional colonial caribeña que había sido dominada por cuatro naciones europeas, España, Francia, Gran Bretaña y Holanda. El crecimiento económico estadounidense forzó al país a buscar nuevos mercados fuera de sus fronteras. Las áreas más cercanas para establecer esos mercados lo eran la cuenca caribeña y las Islas Hawái en el Océano Pacífico. Estados Unidos ambicionaba ser una potencial mundial lo que requería una emulación de los patrones establecidos por los viejos imperios europeos, esto se tradujo en la adquisición de colonias que constituyeron nuevos mercados para los productos estadounidenses. Estados Unidos se enfrentó a las fuerzas del debilitado y decadente imperio español. Al ganar la Guerra Hispano-cubana-estadounidense en 1898, Estados Unidos adquirió a Puerto Rico en el Atlántico y a Guam y Las Filipinas en el Pacífico. En 1917 agrandó su influencia en el Caribe al comprar las Islas Vírgenes danesas.

A pesar de ser parte de la misma región Puerto Rico y las Islas Vírgenes tenían diferencias muy marcadas por sus respectivas experiencias coloniales. Puerto Rico fue un bastión militar español con una economía principalmente cafetalera desde mediados del siglo XIX. Las Islas Vírgenes eran importante centro de intercambio comercial para los daneses. Los estadounidenses trastocaron la economía y la sociedad puertorriqueña debilitando las estructuras del incipiente capitalismo isleño. Las pequeñas haciendas cafetaleras y el sistema de subsistencia campesino tuvieron que cederle su espacio a la proliferación de capital absentista y la transferencia de funcionarios políticos y militares para administrar el territorio. Estados Unidos quería convertir a Puerto Rico en una plantación azucarera similar a las establecidas por los británicos. Sin embargo, los intentos que la nueva metrópoli hizo para emular el colonialismo clásico chocaron con la amplitud demográfica, la religiosidad católica de los puertorriqueños y la existencia de una vida pública organizada.

La experiencia colonial estadounidense en las Islas Vírgenes tuvo un resultado diferente al de Puerto Rico. Al momento de la compra de las islas la economía de Santa Cruz era la de una plantación azucarera, pero las de Santo Tomás y San Juan estaba basada en el comercio. Santo Tomás era un puerto libre desde el siglo XVIII lo que facilitó su encumbramiento como centro de intercambio y distribución para la región. La vibrante economía de las tres islas era solo comparable con la de Jamaica. El idioma principal utilizado en las islas era el inglés, lo que facilitó su integración al nuevo sistema imperial estadounidense.

En el próximo artículo estudiaremos las diferentes sociedades que se formaron en las islas antillanas como consecuencias del colonialismo.