Tratado contra el colonialismo (Tercera parte)

Historia

altEl viejo colonialismo resultó en la formación de sociedades nuevas integradas por personas traídas desde Europa, África y Asia. Estos habitantes habían sido separados de sus culturales y de sus organizaciones sociales originales. Las nuevas sociedades estaban constituidas por clase sociales bien definidas. Los colonos blancos estaban en la cima y subordinaban a las demás habitantes que procedían de diferentes etnias y colores. En estas sociedades marcadas por relaciones clasistas y étnicas la raza, el lenguaje y los modos de vida se constituyeron en marcadores centrales de la desigualdad social.

Los colonos europeos impusieron su idioma en la vida pública. Gordon Lewis designa esto como el colonialismo lingüístico impuesto para reforzar la superioridad de las lenguas imperiales. España, Francia y Gran Bretaña fueron exitosos en imponer su idioma, pero no así Holanda y Estados Unidos.

En el Caribe hispánico hubo una extensa occidentalización luego de la eliminación de los pueblos aborígenes. El español se constituyó en la lengua hablada en todos los estratos sociales. Esto no ocurrió así en las colonias de las otras potencias. En las colonias inglesas, francesas y holandesas se formaron lenguas criollas diferenciadas del idioma de la metrópoli. Esta diferenciación lingüística surge como consecuencias de las diferencias coloniales entre los imperios. La separación de la clase blanca dominante de la gran mayoría de la población no blanca impidió que las clases dominadas se identificaran con el idioma de la metrópoli.

Francia se diferenció de las otras colonias por sus esfuerzos de convertir a los ciudadanos de sus colonias en franceses. La nación gala emuló la visión imperial española de que las colonias de ultramar debían reproducir el orden del Estado central, lo que implicaba no solo aprender los principios del sistema político sino el abandono de las culturas autóctonas. Estas imposiciones no pudieron evitar la formación de un lenguaje coloquial en sus colonias. Esto no sucedió así en todas las posesiones francesas. En el caso de San Bartolomé y San Martín, el inglés constituye el segundo idioma del país debido al intercambio comercial.

Luego de la Revolución Francesa en 1789 la idea de anexar las posesiones ultramarinas se encontró con el obstáculo de la esclavitud, sistema sobre el cual se construyó su economía y el sistema de exclusión social. La Revolución Haitiana surge en medio del debate interno que se dio en medio de una sociedad que predicaba la igualdad y la fraternidad, pero pretendía mantener esclavizada a la población de sus posesiones ultramarinas.

La sociedad colonial francesa estaba fundamentada sobre la desigualdad racial. Los grupos estaban separados de acuerdo a los orígenes de sus procedencias étnicas. En el caso de las islas de Guadalupe y Martinica, las elites blancas, conocidas como beké, promocionaron la endogamia de clase para mantener su blancura. La Revolución impactó a la clase hacendada que disminuyó en Guadalupe, sin embargo durante la ocupación británica de Martinica se fortalecieron las influencias de este grupo social que aun hoy mantiene su hegemonía.

Un caso singular lo establece la colonia de Saint-Barthélemy. Esta isla fue colonia francesa desde mediados del siglo XVII, pero entre 1784 y 1878 estuvo ocupada por Suecia. Contrario a lo ocurrido en otras islas donde predominó el mestizaje, el archipiélago de Saint-Barthélemy ha mantenido una población blanca europeizada. La colonia no requirió de manos esclavas para trabajar la tierra porque su economía se basó en el intercambio comercial. La relación de estas islas con las otras Antillas francesas ha chocado con el problema racial. Entre 1962 y 2007 las islas de Saint Barthélemy y San Martín fueron integradas al Departamento de Guadalupe. Sin embargo mantuvo su forma particular de hablar francés, muy parecido al de Canadá.

La Guayana Francesa fue reclamada por Francia en 1604. En 1634 ya se habían establecido los primeros asentamientos, pero no es hasta 1817 que Francia obtiene control oficial sobre el territorio. El territorio no fue uno esclavista en el sentido tradicional, sus poblaciones fueron multiétnicas integradas por cimarrones de Surinam, aborígenes, mestizos y blancos. En el siglo XX el territorio verá transformada su composición étnica debido a las migraciones, especialmente de haitianos a partir de la segunda mitad de la pasada centuria.

Las colonias británicas establecieron economías basadas en la producción de plantaciones azucareras trabajadas por manos esclavas. Esta situación dio paso a sociedades con mayoría afrodescendiente y minorías blancas y mestizas. El imperio británico fue exitoso en dos aspectos, la socialización de las poblaciones coloniales en el funcionamiento de su sistema político y en la utilización del inglés como lengua dominante. La relación entre el Estado y las colonias era uno de exclusión. La Corona implementó un sistema dirigido hacia el establecimiento de naciones libres, pero no de inclusión dentro del concepto de la ciudadanía británica.

El imperio impuso su idioma, pero no logró que fuera utilizado como lengua coloquial por los colonos. Esto dio paso al surgimiento de varias lenguas locales. En el caso de las West Indies se estableció lo que se conoce como el pidgins, que son lenguas criollas de léxico inglés. Algunas de estas lenguas son el “Agullian creole” y el “Turks and Caicos Creole”.

La presencia holandesa en el Caribe es menos visible que la española o francesa. Los holandeses estaban interesados en el comercio. Permitieron la diversidad cultural, pero implementaron un sistema legal rígido basado en la explotación de los súbditos. Los holandeses se destacaron por emplear las diferencias culturales de los pueblos subordinados para lograr sus metas comerciales. Para los holandeses los colonos caribeños, sin importar su idioma, eran “inlanders”. Los colonos eran inferiores y no se contemplaba su integración cultural a la metrópoli. Las colonias holandesas no experimentaron la economía de plantación debido a su geografía árida y a los cambios constantes generados por invasiones de otros imperios europeos. Las colonias holandesas fueron receptoras de emigrantes de diferentes culturas, etnias y religiones lo que evitó la formación de una cultura homogénea. Dos aspectos sobresalen en esta formación multiétnica es que los grupos elites estaban conformados por personas procedentes de diferentes naciones y religiones. Aunque en Holanda predominaba el protestantismo, en las colonias la religión principal será el catolicismo.

Holanda no hizo un esfuerzo por implantar su idioma en las colonias. Aunque el holandés era el idioma oficial, el imperio mantuvo una separación entre las elites holandesas del resto de los habitantes. El holandés no se incorpora como materia educativa en las escuelas primarias hasta la década de 1930. El resultado de esta separación dio origen a diferentes lenguas coloquiales en las Antillas Holandesas. En las colonias del norte antillano, el inglés se impuso como idioma oficial debido a la cercanía a las colonias británicas y al intercambio comercial. En las colonias localizadas en el medio, entre las colonias británicas y América del Sur surgió el papamiento, una lengua de ingredientes léxicos del español, el portugués y el holandés. El papiento es la lengua coloquial entre los habitantes de Aruba, Curazao y Bonaire.

En el caso de los Estados Unidos, la expansión territorial se dio en el marco de su propio territorio continental. La migración de colonos angloparlantes dio paso a la formación de sociedades similares a las de los imperios europeos. Los colonos estadounidenses dominaron sobre tierras habitadas por poblaciones autóctonas a las cuales se les sumó la economía de la esclavitud. Al igual que el imperio británico, Estados Unidos hizo uso de administradores locales pertenencientes a la etnia dominante para organizar y administrar el territorio. Contrario al imperio británico, Estados Unidos permitió la incorporación de los territorios adquiridos a la nación. Este colonialismo interno se reprodujo en Alaska y Hawái, pero la adquisición de nuevos territorios como resultado de la guerra con España llevó al gobierno estadounidense a una ruptura con la doctrina establecida en 1787 que llevaba a la integración de los territorios como estados.

Este cambio se debió principalmente a que las nuevas colonias eran sociedades organizadas con rasgos demográficos, culturales y políticos muy disimiles a los de su proceso de colonización interior. Las nuevas adquisiciones fueron organizadas como colonias navales. Contrario a la migración de colonos que ocurrió con Alaska y Hawái, los estadounidenses no emigraron en grandes números ni a Las Filipinas ni a Puerto Rico. En el caso de Puerto Rico las particularidades lingüísticas e institucionales entraron en conflicto con el proyecto colonial, pero no hubo choques dramáticos. A pesar del discurso anti español y los esfuerzos por sustituir el idioma, Estados Unidos fracasó en su política lingüística.

El caso de las Islas Vírgenes es diferente porque el idioma inglés estaba presente en la vida social de los isleños desde el periodo danés. Similar a la política holandesa, Dinamarca careció de una política orientada hacia la asimilación de las colonias ultramarinas.

En el próximo artículo discutiremos la administración colonial por parte de las metrópolis europeas.