De camino al aeropuerto de Isla Grande, con el corazón en la boca, por “la nueva aventura llamada” Casa de Campo volando “al estilo Ricky Martín”, no dejaba de pensar en lo contradictorio de esta situación. Santo Domingo, con un ingreso per capita de aproximadamente US $5,282.2 para el 2010 y sosteniendo esta desbordante opulencia. Aeropuerto privado, jet particular y una casa de telenovela estilo Univisión. Ya en el aire más o menos a unos 11 pies de altura se comentaba sobre nuestro destino: La Romana, “Está más o menos al sur, es como Ponce”.
Ya estábamos en otro mundo. Fuimos recibidos, por lo que parecía una alta ejecutiva, y lograron hacernos sentir “en casa”. Parecíamos estar en una Hacienda decimonónica y una “empelada doméstica” nos trajo café al estilo Tanairí.
De camino a la “casa” no habían “comunidades especiales”, “caseríos”, “barriadas”, no había escasez. La opulencia no se debe mezclar con estas imágenes, entonces no sería una opción para un “segundo hogar”.
Una vez en el “campo”, se mezclaban las motoras de la clase trabajadora con los BMWs, Land Rovers, y Mercedes Benzs. Las “cara lindas” iban en motocicleta de dos en dos para maximizar el uso del espacio, tal vez porque no alcanza para comprar una personal. Espacio que en Puerto Rico tenemos en exceso gracias al “american dream” y al sistema crediticio, para vivir soñando con una “Casa de Campo” y una hipoteca digna de ser infeliz, el resto de nuestras vidas.