Entre [desnudas e insolentes] luces con Pedro Juan Ávila Justiniano

Crítica literaria
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alt[Nota de la autora: Nos encontramos en un café para hablar de poesía y de teatro, en fin, para que nos hablara de la que llamaré su obra maestra, La insolente desnudez de la noche, un largo monólogo poético en honor al arte poética que lo posee. Llega, Pedro Juan, el escritor, con su tradicional sonrisa de sombrero de letras. Tras unos cordiales saludos y un abrazo nos sentamos y asentimos en cuanto al tipo de entrevista.

Después de unos sorbos y mis enfáticas felicitaciones por su nueva obra, toma su libro y me lee de la pág. 38: Como dijo Camus-el otoño es una segunda primavera en que cada hoja es una flor.]

Nota biográfica

Poeta, dramaturgo, narrador, promotor cultural, Maestro de Teatro y Profesor Universitario de Lengua y Literatura. Nació en Manatí, Puerto Rico en el 1941. Hijo de José Antonio Ávila Harduén, venezolano de nacimiento, maestro y poeta; y de Mercedes Justiniano, natural de Las Marías e hija de un Hacendado, quien falleció en el terremoto de 1928, mientras trataba de rescatar empleados y empleadas, de su fábrica de cigarros en Mayagüez. Era ama de casa y gran lectora de poesía, a pesar de solo haber estudiado hasta la escuela elemental. El profesor Ávila Justiniano estudió en las escuelas públicas de este pueblo y en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, donde completó su Bachillerato en Educación con concentraciones en Español y Teatro y su Maestría en Artes con concentraciones en Educación y Español.

Ha dirigido decenas de obras teatrales. También, escenificado múltiples recitales poético musicales. Entre los recitales en que ha participado como cantante, músico y declamador está Rosa y Estrella, sobre la obra poética de su amigo y mentor, el eximio poeta Manuel Joglar Cacho. Asimismo, grabó un disco de larga duración sobre la poesía de este gran poeta, con música compuesta por él. Con los poemas musicalizados de su libro Acordes Afanosos grabó un disco compacto. Como poeta ha publicado y presentado los siguientes poemarios: Para espigar mi poesía (Poesía)-Publicación del autor 1998, con prólogo de Adrián Santos Tirado; La noche desvelada (Poesía)-Editorial Ultimo Arcano 2003 (Mención de Honor del Instituto del Literatura Puertorriqueña); Temblor acorralado (Poesía)- Editorial Guajana 2005; La huella sobre el tiempo (poesía)- Obsidiana Press 2007; Acordes afanosos (Poesía) 2010 Terranova Editores; Cuando el viento y el beso confabularon 2014 (Poesía)- Bibliográficas, Prologado por Iris Miranda; y, La insolente des-nudez de la noche Poesía (2018) Editorial Calíope.

Actualmente es miembro colaborador de la Junta de Directores del Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico de la cual fue su Vicepresidente. Asimismo, del Pen Club de Puerto Rico. El profesor Ávila Justiniano continúa activo ofreciendo talleres de poesía, de narrativa, dramaturgia y Expresión Corporal y Verbal. Además, colaborando en diversas iniciativas literarias y culturales

Su obra literaria ha sido valorada por varios críticos como el Dr. Marcelino Canino, el Dr. Reynaldo Marcos Padua, el Dr. Edgardo López Ferrer, La Profesora Iris Miranda, el Dr. Ramón Luis Acevedo, la Dra. Josefina Toledo, la Dra. María Milagros Pérez, la Dra. Zoé Jiménez Corretjer, El Profesor Germán Laureano, el Lcdo. Ángel Encarnación entre muchos otros.

Pedro Juan Ávila Justiniano es todo un humanista consagrado a las artes en Puerto Rico.

La entrevista

IM: ¿Qué te ha inspirado a escribir este largo poema, La insolente des-nudez de la noche?

PJA: Navegaba por la internet y me topé con el soneto clásico A la noche, de Lope de Vega. Un soneto muy moderno en su imagen y contenido, no así en la forma, que la conserva clásica. (Abrimos cada uno su libro en la pág. 11 y leímos esa maravilla de soneto clásico)

El poema que conforma La insolente des-nudez… salió casi de un tirón. Suelo leer meditar y escribir en las noches, aprovechando la compañía de la soledad fecunda. Me matienen despierto: los misterios del silencio o a veces el fino hilo musical de algunos de mis instrumentos preferidos. Asi fueron fluyendo los poemas y simultáneamente, se tomaron de las manos para formar el libro.

IM: ¿Cómo se diferencia este de tu poemario anterior, Cuando el viento y el beso confabularon en términos de estructura y unidad?

PJA: Me parece que el anterior, Cuando el viento y el beso confabularon, es una obra variada o diversa en su voz poética, en sus temas. También en los recursos expresivos. Vuelvo al erotismo cultivado en obras anteriores, al lirismo nostálgico. Creo que frecuento imágenes sensoriales, especialmente el recurso de la sinestesia. También, empleo la prosa poética, junto al verso libre.

La insolente des-nudez de la noche es una poesía más reflexiva, es un diálogo con el alter ego. Una mirada a mí mismo y mis experiencias vitales. Arte poética.

IM: Tienes una larga carrera en teatro, háblanos del poeta dentro del teatro.

PJA: El maestro dramaturgo Roberto Ramos Perea, apoyo y estímulo de mi obra dramática, en el prólogo de la antología Del secreto al destello que contiene seis de mis obras, destaca esa cualidad en mi dramaturgia. Se percibe en el diálogo, por supuesto, pero creo que mayormente en la situación dramática. Es la poesía de lo sublime del espíritu humano en medio de lo cotidiano, el lirismo que emana de la cotidianidad. A veces, se abre paso desde lo aparentemente vulgar, de las bajezas humanas.

IM: ¿Cuán importante es la mirada en tu obra, qué buscas en este espejo de versos?

PJA: Tal vez tu pregunta la motiva mi libro de cuentos Para volver a mirarte. Ciertamente, en ese puñado de relatos, la mirada es la protagonista. Los sentidos, en especial el visual. indaga, busca, descifra, invita, rechaza, amenaza, expresa temor, comunica amor. El poeta que soy está en todo lo que veo y ven mis personajes. Soy el que mira y veo desde mi mundo creativo.

La insolente des-nudez… comienza con el verbo ver, invito a que vean a un hombre en la penumbra, a un hombre solitario, no con una mirada superficial, sino penetrante. Ver los estados del alma, las angustias, las certezas y las dudas, los amores y desamores, los sueños sublimes y las contradicciones. Ver su transformación, su transfiguración por medio de la palabra.

IM: Hay mucha musicalidad en tu poesía, no solo por la cadencia sensual del contenido y ritmo sino por la mención a instrumentos musicales que nos hace pensar que la música es parte de tu universo creador. Háblanos un poco más al respecto de la música de La insolente desnudez de la noche, así como de tu formación.

PJA: Yo nací dentro de un zurrón, no quise salir de la placenta, sino continuar en mi burbuja de placidez. Mis padres me dicen que, a los cuatro o cinco años, me apartaba a una esquina para cantar y silbar. Memorizaba y entonaba las canciones que escuchaba en la radio. Mi padre y mi madre también cantaban canciones infantiles y patrióticas que aprendí. Luego estudié música y por muchos años canté en coros. En la Iglesia donde pasé mis años de adolescente, participé en un cuarteto de voces en armonía. Aprendí a defenderme con la guitarra y un poco de piano. Cuando cursaba el undécimo grado, me becaron para ir una semana a ver el Festival Casals. Alí conocí a don Pablo y lo escuché tocar y dirigir la orquesta. Todo ese trasfondo ha influido en mi obra literaria. Mi verso, muchas veces en su discurrir se expresa musical, cadencioso, rítmico. Uno de mis poemarios se titula Acordes Afanosos, donde abundan las alusiones a la música. De hecho, algunos de esos poemas los creé con el propósito de que fueran musicalizados. Hay un bolero, un tango, un bossa nova, un seis. Han dicho de mi reciente libro que el tono es nostálgico- existencial, cerca de lo misterioso en una musicalidad dolorosa, como la de un chelo o un oboe quejoso. El sonido o la fonética del verso en sí posee una fuerza creadora. Representa una gama de emociones o sensaciones vinculadas a la vida misma. Suelo leer en voz alta mis versos y mis poemas. Lo hago mientras escribo. De esta manera, capto la cadencia y la fuerza del ritmo. Las recurrencias rítmicas y la entonación emotiva se integran al mensaje de la voz poética. Están en la interioridad del verso y se captan por el sentido auditivo que nos posee. Ha dicho Octavio Paz que “todo poema es mito… el tiempo cotidiano sufre una trasmutación: deja de ser sucesión homogénea y vacía para convertirse en ritmo.” Permíteme citar como ejemplo los siguientes versos de mi poemario

“El silencio late indeciso en la puerta cerrada

transpira un vaho de semanas trituradas

abre el sueño aquél y sorbe en su humareda…

Los latidos, la transpiración, los pulsos vitales, junto a los acentos fónicos establecen en estos versos un sentido rítmico-semántico, integrado a los demás elementos poéticos.

Para un autor es embarazoso hacer una auto valoración de su obra. Solo he intentado responder lo más honestamente posible, teniendo en cuenta la dificultad que representa para un poeta explicar su propia creación.

IM: Es muy cierto lo que afirmas, es parte del trance creativo no querer volver la mirada a lo que ya es verbo, rito. Volviendo a tu poemario, ¿por qué es insolente tu noche, por qué separas la escritura del sustantivo des-nudez?

PJA: La des-nudez no solo es estar desprovistos de ropa, tal y como vinimos al mundo. Simbólicamente, es presentar nuestra naturaleza más auténtica, sin artificios o simulaciones; pero, además, des-nudar es el acto de romper los nudos, en el caso de mi poemario, los nudos de la noche, es decir de la conciencia. Y esa conciencia es frecuentemente muy insolente, atrevida, fabricadora de embelecos, alquimista, como dice Lope de Vega en su soneto.

IM: ¿Inspiración, depuración o rito sagrado?

PJA: Creo en la inspiración, no como un efluvio de la divinidad. Creo que ya muy pocos lo ven de esa forma. Mi experiencia es que el poeta necesita preparar su alma, su estado anímico o de conciencia para el acto creador. Y en ese trance de creatividad se convierte en demiurgo al crear su propio universo. Un universo de palabras. El poeta va formando ese corpus, mediante el acto de depuración, de limpieza de su trabajo, con la revisión constante, eliminado ripios, buscando la síntesis y el lenguaje sugerente, entre muchas otras cosas.

IM: Eres un poeta lírico. Tus imágenes a veces dejan al lector puro éxtasis, ¿qué figuras de retórica te persiguen en este trance?

PJA: Durante la reciente presentación de mi libro en Ponce, una compañera escritora, la distinguida Dra. María de los Milagros Pérez comentó elogiosamente el lenguaje figurado en mi obra: metáforas diversas, prosopopeyas, antítesis y sinestesias. Prefiero que sean mis lectores, quienes valoren la autenticidad, originalidad y pertinencia de estos recursos. Solo diré que, al escribir, brotan espontáneos. Emergen de ese estado del alma al que me he referido.

IM: Este poemario nos asombra con sus intercalados momentos entre lirismo y también de lenguaje cotidiano del s. XXI que contiene semas de la modernidad. ¿Cómo alcanzas esta armonía tan atinada y sublime en el poema?

PJA: Adviene ese trajinar con las palabras. Provienen de mis vivencias, de mi estar en el mundo como un hombre que ha experimentado la transición entre dos siglos y ha ido desde el libro en papel y el electrónico, el mundo de los teléfonos inteligentes y de internet. Seguramente el lenguaje y las imágenes responden a mi formación, a mis lecturas, a mi relación con la poesía de los grandes maestros. De frecuentar e interactuar en diferentes escenarios y grupos sociales, de no haberme detenido en una determinada manera de concebir la poesía, de no tener prejuicios, ni de creerme superior, sino ser un eterno estudiante. De escuchar, de leer, de aprender, de ayudar a otros y ser solidario. De tratar de superarme constantemente.

IM: Pocas veces contamos con la ventaja de tener al creador de frente y hacerle la pregunta: ¿cuál es el mensaje o los mensajes de La insolente desnudez de la noche?

PJA: Mi poesía está comprometida con la poesía, aunque de alguna forma mis convicciones, mi cosmovisión debe traslucirse en lo que escribo. Esas consideraciones se las dejo al lector, quien dirá si mi poema le dice que soy ateo o creyente, sabio o ignorante, un ángel o demonio, profundo o superficial. Lo que me interesa es que me lean y se inquieten, que se alarmen, que sientan mi dicha o mi dolor; y, si pueden conmoverse, mejor, pero que no les sea indiferente.

IM: ¿Quiénes son tus maestros en términos de poesía?

PJA: Mis primeros maestros fueron mis padres, que reverenciaban a los poetas, leían en voz alta, conocían y compartían la obra de los clásicos. Especialmente mi padre, quien escribió un libro de poesía, aunque nunca lo publicó. Luego conocí al poeta vegabajeño Adrián Santos Tirado. Leyó mis poemas de juventud y me instó a publicarlos. Después tuve la fortuna de ser amigo y colaborador en la difusión de la obra de Manuel Joglar Cacho. Durante muchos años leíamos poesía juntos, él comentaba mis poemas y me hacía sugerencias. Lo acompañaba en sus viajes en Puerto Rico y en el exterior para participar en actividades culturales. Escenifiqué durante muchos años un recital poético musical de su poesía, que resultó en un disco de larga duración. Me formé en la Universidad de Puerto Rico en el campo de la literatura. Trabajé durante varias décadas como profesor universitario de lengua y literatura. He tomado talleres diversos con muy buenos preceptores.

IM: ¿Qué mensaje les darías a los jóvenes poetas de Puerto Rico?

PJA: Les diría que lean mucho; poesía, sobre todo. Que la humildad les conduzca a escuchar y respetar a otros poetas, aunque su obra sea diferente a la suya. Que sean solidarios. Que no cometan el error que cometí de publicar apresuradamente. Que no tengan prejuicios generacionales. Que se cuiden de los mercaderes, que a veces rondan a los poetas. Que amen y reverencien su locura, sus torceduras, sus holocaustos y sacrilegios, sus pecados y sus arrepentimientos. Que ahonden en el sentido de la trascendencia y sepan que no morirán nunca. Que amen la vida, aunque a veces vivir sea tan dolorosamente humano, tan angustiosamente divino.

IM: Hermosa respuesta. Y, ¿qué poemas tienes para el obsceno trino del amanecer, poeta? En otras palabras, ¿qué planes tienes en el futuro en términos de vuelo poético o teatral?

PJA: Escribo casi todos los días. Estoy reuniendo poemas que tengan unidad temática y de estilo para un nuevo poemario. También, con la colaboración de una buena amiga poeta, seleccionamos poemas de todas mis obras para una antología. Simultáneamente, me castigo placenteramente escribiendo una tercera obra narrativa. No pretendo descubrir el Amazonas ni escribir la tercera parte de El Quijote, sino ir valientemente tras mi propio acento. Cruzo los dedos.

IM: Gracias, Pedro Juan Ávila Justiniano. Ha sido un gran honor escucharte y que compartas tu poesía en esta entrevista para El Post Antillano.

PJA: Muchas gracias a ti, Iris Miranda, amiga de siempre, poeta sensible. Mil y una bendiciones.