Vuelven los pitufos a estar en la palestra,
ante su insensibilidad, toda obra es siniestra.
Su mezquindad ha quedado manifiesta;
un obrero de la verdad, la puso sobre la mesa.
Las huestes añiles pretender justificar
que el pueblo no monte en coraje y tome acción.
Para ellos, todo su andamiaje, es puro vacilón;
sabemos que la luz siempre habrá de brillar.
Ya “Ponce no es Ponce”, hoy se solo La Guancha,
que, con su ineptitud, a toda la Isla mancha.
Por ahí viene el avestruz, para proteger a Wanda.
Se habla de más entuertos, todos de igual calaña;
al pueblo, las acciones de los azules, no le es extraña.
Aunque se santifiquen, habrán de morir en la raya.