Ya no limpio las ventanas de cristal de mi casa
llenas de salitre y polvo
que los días parezcan lluviosos
nada me mueve a limpiarlas
el sol no me incita
-vivo en una isla donde siempre es verano-
y me quedo quieta
extraña etapa de mi vida
Voy a la pizzería de enfrente
pido una cerveza y un pedazo vegetariano
los domingos me marcho al cine
Víctor decía que había que hacer agendas
tener proyectos
escalar una cima
viajar a un país desconocido
mover el horizonte para nunca atraparlo
capturarlo es el principio de lo definitivo
Una manada de pájaros se suicida en cada luna menguante
o serán ángeles que caen ante un mundo plano
Es extraño este pasaje sin sexo de mi vida
atenta a otras cosas
el mozo se acordó que como las papitas con mostaza
-raro detalle cuando hace semanas no llego aquí-
la mitad de la pizza la regalo al que vigila
no hay anillos de compromiso ni boda
la memoria no me da ni para recordar al último que besé
Me sorprenden algunas cosas
presenciar el segundo entierro de Neruda, todavía temblar
amar a mis poetas muertos
no tanto a mis poetas vivos
no entender nada de esto que me sobrecoge
se apodera de la pluma
y me hace descender a mi vacío
-o ascender-
el tenedor parece un instrumento más útil
la palabra te hace ser una habitación de voces
que adentro intentan decir
o acaso el chirrido de aquellos pájaros
Yo molesto aquí, estoy segura
por eso he decidido
no limpiar las ventanas
que parezca que llueve