La ecuación perfecta: ¿la glocalización?

Creativo

altLa tierra es una ecuación perfecta, un equilibrio matemático de variables que nos dan vida y sustento. En esa ecuación están escritos logaritmos que detienen lo exponencial que atente contra su perfección: los virus que no distinguen fronteras ni caminos y que hacen bien difícil la ecuación de comprobación.

Mientras tanto, todo es una espera desesperante, reflexión, miedo auténtico a morir o el miedo de la pérdida económica del gran capital globalizado. Y la espera por la vacuna para un virus que muta constantemente.

Los poderosos y adinerados han quebrantado el orden de los ecosistemas, desde las mismas entrañas del planeta, para ensuciar los mares y matar la vida que allí se genera, así como la salud del aire que respiramos y la desaparición de la capa de ozono con la emisión de gases de invernadero. ¿Que por qué me distancio y no digo “hemos” en vez de han? Sencillo, porque ya me cansa el viejo truco de hacer sentir mal a los que no tenemos otras opciones para alimentarnos que lo que ofrece el mercado que nos tiene cautivos.

Tanto los dueños del mercado globalizado como los consumidores estamos de paso, somos los invitados de la tierra; y, estos dueños por su avaricia y crueldad contra la humanidad y la de los animales, y nosotros, con nuestra indiferencia, llegamos a esta casa a destruir su perfecta ecuación con la basura que generan ellos y generamos nosotros al consumir sus productos. Dicen que la respuesta a esto, si cobra conciencia el 1% que manda en el mundo, ha de ser poner manos a la obra en la glocalización: un término que lleva con nosotros unos 40 años y que es la contrarrespuesta a la globalización. La glocalización es mucho más que una respuesta local a un problema mundial. Es simplemente una lógica que puede mejorar la calidad de vida grandemente. Es hacer que los recursos se relocalicen en varias partes del mundo para evitar desatres ambientales como en Carolina del Norte donde vivir cerca de una planta de embutidos de cerdo es una lucha perdida contra la salud de los que allí viven y una bomba de tiempo para la salud.

En otras palabras, la glocalización aboga por mercados locales que respeten sus maneras de consumo y costumbres. Si encima de la pandemia del coronavirus, hubiera una catástrofe que impidiera el flujo de la cadena de distribución de alimentos, o simplemente se dejara de producir los alimentos, ¿se imaginan lo que pasaría?

La tierra no va a dejar de producir sus mecanismos de defensa para equilibrase a sí misma. La tierra no nos necesita para ser. Somos esa variable que no encaja en la ecuación y que, por lo tanto, resulta irresoluble, así mismo nos abandonará y su energía tal vez atraiga a un meteorito para que nos elimine.

Mientras, parece que nos hace la guerra; y no hay tratado que ella no entienda que no sea un cese y desista de nuestra forma de vida desordenada y cochina.

Debemos hacer memoria de los buenos usos del ayer, y volver a crear nuestros propios limpiadores y, tal vez, curarnos con lo que la tierra nos da en la medida de lo posible. Mientras, me propongo quijotescamente lo siguiente porque es posible y será bueno:

1. Exigir que regresen las antiguas bottellas de vidrio reusables para la leche; y, que las otras bebidas como jugos y refrescos tomen otra forma menos abusiva de distribución.

2. Invertir en un sistema de filtración de agua para evitar comprar las botellas de plástico.

3. Conseguir la carne como antes en las carnicerías, en el papel de cera y la bolsa de papel o no consumirla, pero esto solo me funciona por un par de años.

4. Llevar al supermercado las bolsas de tela para la compra y la carne.

5. No comprar platos, cubiertos, ni vasos plásticos porque el pequeño placer de no tener que fregar, se convierte en la muerte de un manatí u otros animales, o en el daño al planeta.

6. Aprender a preparar composta para devolver a la tierra que tanto nos da.

7. Comprar ropa de algodón y fibras naturales, pues cuando lavamos las sintéticas, parte del material se va deshaciendo y va a parar al mar y la vida marina la consume creyendo que es su comida también y mueren.

8. Mi próximo auto será uno híbrido.

Las grandes embotelladoras como Coca-Cola y Pepsi-Cola deben reinventarse. ¿Por qué no nos pueden vender el syrup en envases de crystal reciclables y uno hace la mezcla en la casa? Y las multinacionales de combustibles fósiles, por qué no cambian ya si es que el sol es una fuente inagotable, entre otras fuentes de energía renovable. Hay mucho que hacer en todos los sectores y va siendo hora de una transformación que venga desde ese uno (1) por ciento “apocalíptico”.

El plástico, ¿siempre se necesitará? Se puede dejar para los enfermos en los hospitales y encamados en los asilos de ancianos o en sus casas.

Si no surge la virazón socioeconómica hacia la salud del planeta, este se encargará de hacerlo por ellos, los poderosos y por nosotros, sus cómplices lacayos. Si no limpiamos la casa de tanta basura cruel y egoísta, es sencillo, seguiremos enfermándonos sin duda alguna.

La esperanza es mi opción, una ecuación perfecta por la que vale la pena expresarnos, conversar y tomar acciones que requieren sacrificios. Obtener un estilo de vida mejor en armonía con los recursos de la tierra es la mejor calidad de vida que podemos heredar. Cada cual que defina su ecuación a su manera y aporte a un nuevo mundo enfrentando su propio proceso adaptativo del momento histórico que vive.

Quiero creer que un mundo mejor es posible. Mientras tanto, a lavarse las manos, y no como Pilatos.