Repensemos como se educa en las facultades de derecho

Derechos humanos

La educación legal es totalmente diferente a la educación de los médicos, ingenieros, maestros, enfermeras y otros profesionales. La educación legal es sofista. ¿Qué es un sofista? En el Siglo V aparecieron los sofistas, eran pensadores que se dedicaban a enseñar retórica y filosofía, pero contrario a los filósofos cobraban muy caro por sus servicios.

En su época fueron criticados porque sus acciones no eran moral o filosóficamente correctas. Pero se dice que al presente serían grandes figuras en esta sociedad que sólo se preocupa por el dinero y el poder, sin importar las consecuencias del engaño. Los sofistas aparentaban saberlo todo, se parecen a algunos de los analistas políticos de nuestros medios noticiosos.

Lisia fue un experto en oratoria y escribía discursos para los litigantes y se ofreció para defender a Sócrates quien había sido acusado por sus discípulos, pero Sócrates rehusó su ayuda. Protágoras fue posiblemente el sofista más conocido de su época, famoso por su elocuencia y el que mejor argumentaba en toda Grecia. Cobraba muy caro y sólo los ricos podían pagar por sus servicios. En Gracia los sofistas conocían las distintas leyes por lo que no es extraño que los primeros abogados hayan sido sofistas, filósofos y sobre todo retóricos.

La educación de los abogados es sofista, no le enseñan lo que es la verdad como es la enseñanza de los médicos, ingenieros, maestros enfermeras y otros profesionales. A los abogados en su educación les dicen-- ante esa controversia argumenta a favor de la misma. Cuando el estudiante termina sus argumentos a favor le dicen, ahora muévete al otro lado y argumenta en contra. La realidad no se sabe ni le interesa. Los tribunales son muy rígidos en su funcionamiento, se basan en reglas y artículos que hay que conocer. Las leyes son confusas y sujetas a interpretaciones distintas. La forma de retar y argumentar con el oponente es utilizando la retórica y la tergiversación de la supuesta verdad. Los médicos, si quieren retar un dogma lo hacen por medio de la experimentación. Y sus resultados deben ser confirmados por otros investigadores.  Los médicos toman decisiones finales en el tratamiento de sus pacientes. Los abogados no toman decisiones finales, siempre hay un abogado ganador y otro perdedor. La decisión final la toma el juez/a, es por eso que los abogados les tienen terror a los jueces.

Los grandes sofistas del Siglo XXI son los abogados defensores, particularmente los criminalistas.  Su fama es similar a la de los sofistas, cobran caro, no revelan la cuantía ni el origen de sus pagos por parte de sus clientes. Es ahí donde comienza la inmoralidad profesional. Se alega que eso obedece a la confidencialidad en la relación de abogado-cliente.  Esa confidencialidad no debe incluir la cuantía del pago. Todo el mundo sabe cuánto se le paga a los médicos por sus servicios y existe confidencialidad en la relación médico-paciente.    

¿Es el derecho una profesión inmoral? Ese es el título de un artículo escrito por el criminalista Minor E. Salas, Profesor de Leyes en la Universidad de Costa Rica. La contestación a la pregunta de acuerdo al autor es--sí. Indica el autor que no se puede enseñar moral a un profesional y que en el ejercicio práctico del derecho requiere una dosis de deshonestidad y con ello de inmoralidad. Cita el autor: “Pocos admitirían que la hipocresía y deshonestidad son ingredientes, a veces necesarios, del trabajo que ejercen y al cual dedican sus vidas”. “En todas las revoluciones son los juristas quienes encabezan la procesión hacia el escuadrón de

fusilamiento. !Triste epitafio para una profesión!”.