Recordemos a las hermanas Mirabel el 25N

Agenda Caribeña
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 Si me matan, sacaré los brazos de la tumba

                                                                          y seré más fuerte.”

                                                                         Minerva Mirabal

A partir del año 1930, una vez concluida la intervención militar estadounidense entre los años 1916 a 1924, Rafael Leónidas Trujillo Molina asumió el poder político en República Dominicana.

Con Trujillo dio inicio una de las más cruentas dictaduras en la historia de este país y ciertamente de América Latina. La era del “Padre de la Patria Nueva”, como él mismo se autodenominó siguiendo el modelo establecido por Mussolini y Franco durante sus respectivos gobiernos, se prolongó por poco más de tres décadas. Durante esos años, en medio de una orgía de sangre y muerte que costó la vida de más de 50 mil personas, Trujillo se apropió de la vida, de las instituciones de gobierno y de la economía del país estableciendo un monopolio total sobre la República Dominicana del cual los únicos beneficiarios eran él, su familia y sus colaboradores más cercanos.

La represión de la Dictadura contra toda voz disidente fue tal, que miles de dominicanos y dominicanas fueron torturados y asesinados, y muchos más, forzados a abandonar el país en aras de proteger sus vidas, familias y esperanzas. Su gobierno, sostenido y legitimado por Estados Unidos, instauró una política racista, particularmente contra el pueblo haitiano, con el cual la República Dominicana comparte la isla de la Española. Como parte de las medidas adoptadas contra los haitianos residentes en la frontera entre los dos países, las Fuerzas Armadas dominicanas, entre el 28 de septiembre y 8 de octubre de 1937, llevaron a cabo el genocidio de entre 15 mil a 20 mil haitianos en lo que se conoce como la “Masacre del Perejil”.

A lo largo de la Dictadura, el pueblo dominicano opuso resistencia a Trujillo. Muchos esfuerzos conspirativos fueron destrozados por el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el cual operaba en el exterior con la colaboración entre otras, de las Dictaduras de Duvalier en Haití, Fulgencio Batista en Cuba, y claro está, con la complicidad y bendición de la Agencia Central de Inteligencia y el Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Indica Héctor Meléndez en su introducción al libro publicado por el Dr. Félix Ojeda Reyes, titulado El libro de los héroes 1959, Boricuas contra Trujillo (2020) lo siguiente:

“En 1959 el recién nacido estado revolucionario cubano, bajo el liderato  del sector radical estaba ansioso de ayudar al derrocamiento de las oprobiosas dictaduras semicoloniales en el Caribe y Centroamérica. La más emblemática era la de Trujillo en Santo Domingo, por su alto nivel de crueldad y su patología psicológica articulada a relaciones raciales y sociales de oscuro primitivismo, que deben ser motivo de continuada investigación sociológica.”

         La experiencia del triunfo de la Revolución Cubana infundió ánimos y esperanzas a los revolucionarios dominicanos que desde el exterior, se propusieron replicar la epopeya cubana de unos años antes con el desembarco en las costas de Santiago de Cuba de un grupo expedicionario desde el cual pudiera asentarse un movimiento guerrillero que lograra la derrota de la tiranía. Con el apoyo financiero de fuentes externas y el apoyo logístico y militar de Cuba, se puso en marcha la organización de una fuerza invasora que por vía aérea y marítima, con la participación de cerca de 210 combatientes, se intentaría poner fin al gobierno dictatorial trujillista. Entre ellos, se entrenaron para participar de la operación guerrillera 261 combatientes, de los cuales 211 eran dominicanos, 13 venezolanos, 12  puertorriqueños, 3 españoles, 3 estadounidenses y 1 guatemalteco. De los 12 puertorriqueños que participaron de los entrenamientos, la mitad no participaría de la expedición.

         Los puntos de la invasión fueron, por la vía aérea el 14 de junio de 1959, la zona de Constanza donde llegaron 56 combatientes; y las costas de Estero Hondo y Maimón donde se proyectaba originalmente desembarcarían entre la noche del 14 de junio y el 15 de junio el resto de los expedicionarios, con 166 combatientes en número. A pesar de ello, los expedicionarios no logran desembarcar sino hasta el día 20 de junio. Todos los puertorriqueños participantes de la expedición fallecieron en el intento. Apenas cuatro combatientes del total de los participantes de la expedición sobrevivieron la misma.

         Nos dice el Dr. Félix Ojeda Reyes en el libro antes citado que las expediciones, pese a su derrota en el plano militar, “tuvieron efectos luminosos” dado el hecho de que la gesta despertó a la juventud dominicana, dando paso a la creación del Movimiento Revolucionario Clandestino 14 de Junio, “una organización secreta que ayudaría a liquidar los vestigios de aquella dictadura.” Para Ojeda Reyes el 14 de Junio “era una organización compuesta fundamentalmente por jóvenes en la que jugaba un papel destacado el estudiantado universitario”, como también profesionales que promovían “la caída de la dictadura y luchaban por el establecimiento de un gobierno popular, equitativo y democrático.” Uno de sus sostenes programáticos era la reforma agraria.

         Entre los dirigentes en el Movimiento 14 de Junio se destacó Manuel Aurelio Tavárez Justo, abogado que a la altura de 1954 se une en una relación afectiva a Minerva Argentina Mirabal con quien contrae matrimonio, quien junto a Leandro Guzmán, esposo de María Teresa, hermana de Minerva, “acelera el proceso organizativo del nuevo ordenamiento político.” Otra de la hermanas de Minerva, de nombre Patria, con un perfil más bajo en términos de militancia revolucionaria, también colaboraba con el Movimiento 14 de Junio. Hay una cuarta hermana, Adela Mirabal, que no participaba de la conspiración revolucionaria de las otras tres. Dentro del Movimiento 14 de Junio se conocía a las hermanas Mirabal como “Las Mariposas”.

         Tanto Minerva como María Teresa fueron objeto de encarcelamiento, violaciones y vejaciones por parte de los esbirros de la dictadura. Sus esposos también fueron objeto de encarcelamiento siendo acusados todos el 16 de mayo de 1960 de atentar contra la seguridad del Estado y condenados a 3 años de prisión. En agosto, sin embargo, Trujillo ordenó la excarcelación de las mujeres, pero no así las de Tavárez Justo y de Guzmán.

         Luego de múltiples actos de hostigamiento y persecución, las tres hermanas partieron hacia Salcedo con el propósito de visitar en prisión a Tavárez y Guzmán. Interceptado en una carretera de Puerto Plata el 25 de junio el vehículo donde viajaban, fueron obligadas por esbirros de la Dictadura a montar en otro vehículo, mientras se ocupaba el jeep en el cual viajaban al penal conducido por un chofer.  Allí, luego de llevarlos a una residencia, los sicarios de la Dictadura dieron muerte a las tres hermanas y al chofer ahorcándoles. Luego de asesinarles, les golpearon para fingir un accidente de tránsito empujando el vehículo por un precipicio de unos 50 metros de profundidad. Dice el parte oficial publicado al día siguiente en el periódico La Nación que “en su caída el jeep iba despidiendo a sus ocupantes, los cuales, al chocar con los salientes del barranco y el profundo pavimento, se fracturaron el cráneo, según certificó el médico legalista.”

Conocida la noticia del asesinato de las hermanas Mirabal, la ola de protestas no se hizo esperar.

         La Dictadura de Trujillo había ya comenzado a desmoronarse finalmente, luego de languidecer por varios años. A raíz del ajusticiamiento del dictador, llevado a cabo el 30 de mayo de 1961 mientras éste se desplazaba en su vehículo desde la capital hacia la ciudad de San Cristóbal, culmina su dictadura directa; aunque luego, hasta las elecciones de 1963 ganadas por Juan Bosch, se sucederían otros gobiernos igualmente atroces y represivos, aunque con un rostro distinto en su forma, contra el pueblo dominicano.

          Desde el año 1979, las Naciones Unidas han adoptado la fecha del asesinato de las hermanas Mirabal como el día de no más violencia contra la mujer. Así lo expresa en su página electrónica dicho organismo internacional:

“Aunque de manera extra oficial, los orígenes de este día se remontan a 1981, cuando militantes y activistas en favor del derecho de la mujer lanzaban sus protestas ante la violencia de género. (sic) El origen: la necesidad de honrar la memoria de las hermanas Mirabal, tres activistas políticas de la República Dominicana que fueron brutalmente asesinadas en 1960 por orden del gobernante dominicano, Rafael Trujillo (1930-1961).

Dos años antes (1979), las Naciones Unidas consiguieron la aprobación de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. Sin embargo, la violencia contra mujeres y niñas continuó (y continúa) siendo un grave problema a nivel mundial, por lo que se precisaba una normativa concreta en este aspecto.

Por esta razón, la ONU también emitió en 1993 una resolución que incluye la emblemática "Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer", sentando las bases para un futuro libre de violencia de género.

En el ámbito de la concienciación, la Asamblea General adopta en el año 2000 la resolución, que designaba el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, invitando a gobiernos, organizaciones internacionales y a ONG a tomar manos en el asunto y coordinar actividades todos los años sobre esta fecha que eleven la conciencia pública.

Otro firme paso adelante fue la campaña "ÚNETE para Poner Fin a la Violencia contra las Mujeres", puesta en marcha en desde 2008 hasta el día de hoy. Su cometido es aumentar el nivel de concienciación sobre el problema y buscar soluciones políticas para solventarlo.

Pero todavía queda un largo camino que recorrer a nivel global. Hasta la fecha, solo dos de cada tres países han prohibido la violencia doméstica, mientras que en 37 estados todavía no se juzga a los violadores si están casados o si se casan posteriormente con la víctima. Además, en otros 49 estados todavía no existe legislación que proteja a las mujeres de la violencia doméstica.” (Subrayado en el original)

         Puerto Rico vive desde hace años una emergencia real en cuanto al número de mujeres víctimas de la violencia. El gobierno ha asumido la búsqueda de soluciones literalmente arrastrando los pies mientras nuevas mujeres son asesinadas, golpeadas, humilladas y vejadas, víctimas en su mayoría de una sociedad machista, que a nivel familiar e institucional, vive despreocupada por esta situación.

         Al conmemorar el asesinato de Las Mariposas durante la dictadura de Trujillo, no olvidemos que el abuso y el maltrato contra la mujer no es solo una manifestación inescrupulosa de dictaduras; sino también, de sistemas que se precian a sí mismos de democráticos, pero donde sus dirigentes y gobernantes se resisten a atender el problema de la violencia de género; y más aún, educar a nuestros hijos e hijas con una perspectiva de género, que en alguna medida contribuya a lograr el objetivo de “ni una víctima más” de la violencia contra la mujer.