Jayson, como Rosado Colomer, un ciudadano, dos, tres Vietnam

Crítica literaria
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[Nota Editorial:  Esto no es cierto. Esto es una noticia falsa. No obstante, es u buen relato].

Primer Acto      

Uno a uno. O cada ciudadano, un voto. Eso, si se viviera en una democracia sería así, pero él sabe, y el que sabe, sabe. Sabe que tenía que hacer lo necesario para hacer bien su trabajo. Fue su decisión, no su destino en un juego de ajedrez. Tan pronto se graduó entró a trabajar en el Gobierno. Tuvo la dicha de ser hijo de funcionario, y como su padre, servirse de su país a sus pies. Un primo de mi padre hizo lo mismo unos veinte años antes. Al final de la primera década de él en el régimen de los que no dan un tajo por cuenta propia, ya tenía tiempo suficiente como para irse con su pensión Cadillac a su casa. Su jefe no tuvo toda su dicha, se tuvo que pillar par de años en la cárcel. Tan pronto Víctor Fajardo salió del Departamento, él partió, a finales de diciembre de 2000. Vuelve cada vez que gana el Partido de Víctor como ayudante ejecutivo del Secretario de Educación, al servicio, de confianza. Cuando el FBI le preguntó si había visto algo raro, extraño, le dijo: Nacarile. Él va por la misma, pero los tiempos han cambiado. Tres décadas después él está contigo en una mesa contándole los votos a Romero. Antes que él, el primo de mi padre lo hizo igual por otro Romero, también para Alcalde de San Juan. En aquella ocasión las papeletas nadaron. En esta ocasión, siquiera eso. Él está para ver cómo es eso de que hay más papeletas de electores que electores, y para ver como las pasa o hace pasar. Parece que lo trajeron por su habilidad para ver la diferencia entre un dominicano, un cubano y un haitiano desde la Isla de Mona, que es a lo que se dedica en Recursos Naturales. Es un cazador, un buen cazador de indocumentados. Si puede diferenciarlos en su trabajo, acá, debería poder ver la diferencia entre una papeleta bien planchada cuando esté marcada en contra de Romero, y cuando lo esté a favor de Natalito. Si es para el segundo, lo recusará con el endoso de Rosado Colomer, si no, no. Una papeleta planchada vale si el elector fantasma sabe marcar como se debe marcar una papeleta de un doble del elector no fantasma. De lo contrario no vale, es nula. Y si le preguntan lo mismo que le preguntó el FBI al primo de papi en el 2000, él veinte años después sabe qué decir: Nacarile.

Segundo Acto

La prisa con la que lo dejaron en Isla de Mona le dejó saber que quienes les habían traído sabían que los habían detectado desde la costa. Él no es fácil de detectar. Su color de piel es como la de un tío de mi padre, Tío Tin. Tin, por su color, de Tinito, como le decían en la casa cuando niño. De parte de mi padre, hay una serie de parientes que son como él, tiznados. No son negros, son indios, como la madre de Enrique Laguerre. Se distinguen de los negros por sus facciones físicas y su pelo lacio, que no es riso. Así también era mi padre. Cuando murió, no tenía una cana, contrario a mi madre, que las tuvo desde jovencita. En esa zona del noroeste, hay mucha gente así, que no se distingue de noche salvo si los tienes de frente, menos en la oscuridad de una noche cualquiera en la Isla de Mona. Pero él tuvo la mala pata de verlo, y distinguirlo a su lado. Tan pronto se lo cruzó, se detuvo. Se quedó callado ante su presencia, no dijo nada. Ojos claros, era cubano. “Estás en Isla de Mona, bienaventurado seas”, él le dijo. Los otros, haitianos y dominicanos, se perdieron como las papeletas de San Juan en el Río Bayamón.

Tercer Acto

Jayson sabe que servicio da. No creo que su servicio cueste menos de $ 3,524 por una hora de trabajo al año contándole los votos a Romero en San Juan. Tampoco creo que cueste $ 42,288, que es lo menos que cuesta una hora de trabajo al año el no tener que contarle un voto fantasma a Romero. Y si no me crees, así de bien paga el Gobierno. ¿Sabrá él cuánto cuesta una hora de trabajo al año contándole votos fantasmas a Miguel? Por lo que sé, se las ha pasado todas, como Rosado Colomer, un ciudadano, dos, tres Vietnam. Es el precio que paga tú democracia, que bien paga está.