Rosado Colomer, de Parada en Parada

Creativo

[Nota del autor:  cuento-ensayo, dato, falsedad o fake-news]

Primera Parada

“Si la Navidad es Cristo, la Democracia es Rosado Colomer”, decía a la entrada de la Comisión Estatal de Elecciones de Puerto Rico. Una veterana periodista que lo vio, y no lo había divisado antes, se preguntaba dónde estaba el FBI. Olvidó aquellos otros tiempos, en los que no le perdieron paso ni pisada, de la misma manera que tampoco se las perdió en su viaje al Gran Jurado, nuestro hombre en común, Caleb Morales. La vida es así, un día estás jugando a las escondidas, otras invitando a jugar, me dije, cuando leí ese artículo de prensa que nos presagiaba lo que ya todos conocemos, que hubo fraude, fraude, fraude.

Segunda Parada

La lluvia no perdona. Cuando cae, no discrimina. Así pasa en el Caribe. Puerto Rico, te guste o no, está en el Caribe. Rosado Colomer bien lo sabe. Lleva varios días viendo al viento soplar. Le toca a él, y a nadie más, mirarse en el espejo todos los días, y ver, ese rostro amable que no conoce pero que le desconcierta. Lleva días diciéndole a sus vecinos si lo han visto. Por los dichos, sus vecinos saben que el hombre no se ha dado cuenta que son dos, no uno. Perece que no sabe descifrar la diferencia entre él y sus segundos. Hace días que lo vigilan. Vive vigilado de noche y de día.

Tercera Parada

Lo lindo de la vida es que cuando la vives en el Caribe, sabes que todo es posible. Un día Fidel se tropezó y al caer perdió entre un hueso y otro, la capacidad de sincronizar. Igual pasa ahora entre los cuarteles del poder. En La Fortaleza piden prebendas. Rosado Colomer tiene que estar pendiente a eso y a algo más. Sabe que el 31 de diciembre es la fecha límite entre un ascenso o quedarse igual. Lo tiene pendiente. Antes tiene que dejar de detener el conteo de Caguas, Fajardo, Guánica, Culebra y Aguadilla. En el FBI están al tanto. Lo que no sabían era que en El Capitolio amanece más temprano, y no se le dio paso tan temprano como antes de entrar a escena.

Cuarta Parada

Daisy no lo sabe, pero su informe está siendo estudiado a fondo. Tan pronto salió, tocaron a la puerta de la vida de Rosado Colomer. Sus preguntas incisivas lo volvieron loco y sin idea. No tenía forma de explicar la escena de un crimen electoral que de perfecto era lo menos que tenía. “Dicen que hay unas papeletas planchadas”, le decía Miguel. Él le dijo que la prensa exageraba. “Dicen que hay más papeletas para alcalde, pero sólo allí donde hacen la diferencia; en otros, casos, las papeletas que sobran son las legislativas, donde también hacen falta, tanta, falta”. Con un “Si el 1 de enero tengo problemas, ¿a dónde debo llamar?, se despidió de sus segundos.”

Quinta Parada

Tocaba Cortijo, y no a la puerta de Rosado Colomer. Miguel, uno de sus segundos, no sabe bailar plena ni bomba. La noticia de su arresto esa madrugada del primer día del año fue una bomba. Era cuestión de tiempo, que no de otra cosa. Rosado Colomer tanteó como también lo hizo Víctor en diciembre de 2000. Según pasaron las horas, pasaron los segundos. ¿Por qué Donald Trump no tiene el empuje que tú? A lo loco como tú, no se andan un segundo los segundos que te persiguen, tarde o temprano.