Fin de los EE.UU. [el país dividido en dos a partir de la era de Trump]

Justicia Social

(San Juan, 10:00 a.m.) En la tarde del miércoles, Donald Trump avivó a sus huestes de simpatizantes a marchar hacia el Capitolio para evitar que el Congreso ratificara la victoria de Joe Biden y Kamala Harris en las elecciones del pasado 3 de noviembre. Los manifestantes irrumpieron en el edificio, sin que la policía los detuviera, causando destrozos y violentando la integridad del lugar que para los estadounidenses es símbolo sagrado de la democracia.

Senadores y representantes tuvieron que ser evacuados a un lugar seguro. Cuatro muertos, 14 policías heridos y 52 arrestados fue el resultado de “uno de los días más vergonzosos para la democracia estadounidense”. Los daños al Capitolio pudieron haber sido mayores si hubiesen explotado las dos bombas y los cocteles Molotov encontrados por los efectivos de seguridad.

Pero, ¿cómo pudieron entrar los manifestantes en el Capitolio? A pesar de que este hecho está bajo investigación, se ha informado que se le dieron órdenes a la policía del Capitolio para que no interviniera con los manifestantes. Algunos aseguran que esto fue mal interpretado, otros que fue una confabulación orquestada por los republicanos seguidores de Trump para permitir la irrupción de los manifestantes en el edificio. La situación es grave porque la policía ignoró la posibilidad de un asalto violento al Capitolio a pesar de que por semanas los manifestantes hicieron públicas sus intenciones en las redes sociales.

Lo peor de todo es que fue el mismo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien intentó detener el proceso constitucional de la ratificación de los resultados del Colegio Electoral para mantenerse en el poder. Muchos analistas consideran los sucesos del día de ayer como fallido golpe de estado.

Luego de que la policía asegurara el perímetro capitolino, los senadores y representantes continuaron con el proceso que terminó en la madrugada del jueves con la ratificación de Biden y Harris. El vicepresidente Mike Pence, declaró ganadores al binomio demócrata a las 3:41 de la mañana (4:31 a.m. hora de Puerto Rico).

En total, 7 senadores republicanos (todos del sur) y 138 representantes republicanos apoyaron a Trump al presentar objeciones con el resultado del colegio electoral en Pennsylvania. Los 218 representantes demócratas y 64 republicanos ratificaron los votos, así como 92 senadores (48 democratas) de ambos partidos. Los siete senadores que apoyaron a Trump fueron: Ted Cruz de Texas, Josh Hawley de Missouri, Cindy Hyde-Smith de Mississippi, Cynthia Lummis de Wyoming, Roger Marshall de Kansas, Tommy Tuberville de Alabama and Rick Scott de Florida.

Trump, a través de la oficina de prensa de la Casa Blanca, reconoció el triunfo de Biden y aseguró que habrá una transición de poder pacífica, aunque difirió con el resultado.

Los congresistas demócratas Cori Bush y Bill Pascrell presentarán una resolución solicitando la expulsión de los congresistas republicanos que se confabularon con Trump para que se dieran los eventos de ayer.

Trump amaneció más solo que nunca. Varios miembros de su equipo de trabajo presentaron su renuncia y se espera que así suceda con varios de los secretarios que integran el gabinete.

Existe un movimiento entre los legisladores que consideran implementar la enmienda 25 de la Constitución de Estados Unidos que le permite al vicepresidente declarar al presidente incompetente para ejercer sus funciones.  

Estados Unidos enfrenta la peor crisis política de su historia. El país está dividido entre dos tribus partidistas y enfrenta una amenaza terrorista interna por parte de grupos de extrema derecha.

La proliferación de mentiras y la complicidad de congresistas temerosos de perder sus beneficios pusieron en peligro el sistema político del país. Las redes sociales han probado ser una navaja de doble filo que, si no es supervisada adecuadamente, puede llevar al colapso de la democracia.

Lo que sucedió en Washington hace repensar el futuro de Estados Unidos como abanderado de la democracia y pone en jaque su liderazgo mundial. La democracia estadounidense sufrió el peor atentado en su historia.  Ayer, los manifestantes se comportaron como militantes de dictadores tercermundistas que utilizan el temor y la violencia para perpetuarse en el poder.

Una vez más el colegio electoral probó ser una institución arcaica que atenta contra la mayoría del electorado.

Trump es reflejo de una sociedad enferma que debe sanarse si desea continuar en existencia. Los actos de Trump deben ser juzgados, dejarlo por la libre, es apoyar el descalabro de la democracia y sembrar las bases para la caída final de la hegemonía planetaria de Estados Unidos.