El espejismo que es nuestra realidad [el neoliberalismo nos mata]

Caribe mas alla
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A falta de prensa local que ofrezca una mirada crítica al panorama económico mundial y del imperio, se hace necesario ofrecer ciertas notas que puedan dar una idea de la magnitud de los problemas que hoy en día se enfrentan y deciden la suerte millones de personas en el mundo incluyendo a los boricuas.

Si sacamos la cabeza de la arena criolla veremos hacia donde estamos nadando y hacia donde se puede caminar sobre tierra firme. Nadie se llame a engaño porque no vamos a salir de esta realidad falsificada por los grandes medios sino vemos los medios alternativos.

La situación económica de la primera potencia económica encubre un problema muy serio que amenaza su estabilidad y hegemonía en el plano internacional y se refleja hacia lo interno de esa nación en protestas de derecha e izquierda. Hay mucho malestar. La deuda pública federal de los Estados Unidos roza los 28 billones (“trillones” en lengua boricua de traducción literal del vocablo “trillions”). Esa cifra es el 131% de su producto interno bruto de poco más de 21 billones de dólares (de nuevo Trillions). Para cualquier país que no sea USA eso sería estar al borde de la bancarrota. La deuda pública por ciudadanos es de 84 mil dólares y si suman la deuda privada de 63 mil por cada ciudadano, se debe alrededor de 147 mil dólares por persona sin contar la deuda pública del estado ni la municipal.

El ingreso promedio ronda en los Estados Unidos por los 34 mil dólares. Aquí, nadie lo sabe con exactitud, pero el ingreso promedio está ligado al salario mínimo lo que nos pone cerca de la mitad de lo que allá se estima, algunos 18 mil dólares. Los puertorriqueños sabemos que nosotros nos fuimos por delante de muchos estados en el endeudamiento. Era cosa de ver los números básicos. No aumentaba el producto interno desde hace tiempo y ya desde el 2004 entramos en una recesión, o sea, empezamos a decrecer, se redujo la producción y con ello el producto bruto que rondaba los 100 billones (billions de nuevo traducción literal). Aquí, ya era cada vez más necesario construir un espejismo aún mayor de nuestra realidad colonial. De igual manera se comportan los gobernantes del imperio y muchos ya huelen la debacle de Estados Unidos.

La solución al problema de aquí y de allá ha sido la misma receta, más deuda. Puesta en manos de banqueros la planificación económica era de esperar que la solución a las deudas fuese más deuda. Claro está, esa situación lanza señales de peligro para el resto del mundo. La economía norteamericana utiliza de barómetro de economía a su famosa bolsa de valores de Nueva York que mide las transacciones de compra y venta de acciones de la mayoría de las más grandes empresas del mundo y en su mayoría norteamericanas. Basta con decir que las acciones en esa bolsa pertenecen en un 80 por ciento al famoso 1 por ciento de los más ricos. Su más reciente espectáculo con el asunto Reddit y Robin Hood dejó ver a los demás países que está arreglada la jugada para que el 1 por ciento más rico no pierda en la bolsa. También se vio que ese barómetro mide lo bien que le va al 1 por ciento a pesar de lo mal que anda la vida del 99 por ciento restante. Los números que ofreció en Twitter el Senador Sanders son dramáticos; 140 millones de norteamericanos no reciben suficiente para sobrepasar los índices de pobreza, que 90 millones no pueden enfrentar los costos médicos, que 50 millones no disponen de suficientes ingresos para poner comida en la mesa, que 40 millones están enfrentando el deshaucio y 650 billonarios (billionaires) se atragantaron un trillón (trillion) el último año en ganancias en medio de la pandemia.  Aquí, ni hablar del peluquín, es peor. Una economía descrita como la curva K, donde la diagonal que apunta hacia arriba representa al 1% y la que apunta hacia abajo representa al 99% que somos los demás.

Ese capital financiero (ficticio le llamaba Carlos Marx) es eminentemente rentista. El rentismo fue el enemigo de los economistas clásicos; Mills, A. Smith, Ricardo y, claro está, también Marx. El rentismo es conservador por esencia (todo debe quedarse como esta) y vive del endeudamiento individual y colectivo. Nunca disminuye y siempre aumenta como lo documentan el antropólogo David Graeber y el economista financiero Michael Hudson, en 5,000 años de historia de deuda. Por otro lado, los economistas educados en las seudo-prestigiosas Universidades norteamericanas se van a la fórmula aprendida y llegan a la deslumbrante conclusión que lo que hace falta es producir más para poder pagar. De ahí, también se llega a la sugerencia sutilmente propagada de que si gastas menos puedes pagar. Nunca ha funcionado la austeridad en ningún lugar, pero sobre eso volveré en otra ocasión. Producir más en una economía dominada por el capital financiero y rentista es imposible.

Los banqueros, con sus “famosos” economistas financieros, han llegado a la brillante idea de que, si se privatizan los monopolios del estado, y se convierten en empresas privadas, se cumplen las dos metas. Se llega a economizar en el gasto público y se aumenta la producción del sector privado. Semejante falacia solo tiene sentido en las mentes febriles de los políticos. El resultado, es sencillo, se disminuye la capacidad de ingresos del sector público y aumenta su incapacidad para pagar deuda. El trabajador se traslada al sector privado con todas los agravantes de esa situación de precariedad y como los demás, tendrá que pagar a una empresa una renta adicional de monopolio por ese servicio privatizado y las ganancias de esa empresa se acogen los incentivos tributarios (pagan menos impuestos al gobierno). Si el trabajador, o individuo promedio, tiene que distribuir cada vez más su ingreso en pagos de rentas como; hipotecas, salud, seguros, teléfonos, autos, peajes, agua, ahora electricidad privatizada, internet, impuestos (de venta, propiedad e ingresos) y muy pronto la educación. Como ven quedará muy poco o nada para gastar en consumo de bienes tangibles y de servicios. Se estima que más del 70 por ciento del ingreso se consume en rentas. Muy pocos pueden pagar toda esa lista. En otra ocasión hablare de cómo se sobrevive en Puerto Rico.

De modo que esa producción privatizada no atrae más impuestos ni por las ganancias ni por los ingresos y solo hace feliz a sus nuevos dueños y a los inversionistas de la bolsa. Muchos economistas piensan en términos de la circularidad del dinero en la economía y no reconocen siquiera en ninguno sus modelos que el monto de los capitales en fuga hacia paraísos fiscales llega a los 8 billones (trillions) según cifras del 2017. Para más información reciente véase el caso de Andorra.

Hasta aquí, el problema, de nuestra realidad colonial, retrata una situación de imposible solución a corto y mediano plazo. Lo que verdaderamente hace a una economía crecer es el capital industrial porque desata las fuerzas productivas hacia la creación de mercancías y la innovación de nuevas tecnologías. Esto merece una explicación mas extensa, pero que quede por lo menos aclarado que donde digo creación incluyo producción. La economía mas pujante, hoy en día, es la China y en eso no hay discusión. Pocos hacen el esfuerzo de describir las condiciones que hacen posible ese fenómeno. Allí también existe el capital financiero, pero se orienta, no hacia el rentismo de inmuebles y servicios de utilidades básicas, sino hacia la inversión en infraestructura (no para generar ganancias) para propiciar el desarrollo de industrias manufactureras y vías de intercambio. En China el crecimiento económico va cogido de la mano del estado benefactor.  La asistencia social releva al trabajador de preocuparse por atender necesidades básicas de vivienda, salud, educación y acceso a utilidades a básicas libre de costos o subsidiadas. Además es el mercado y el suplidor favorito de los grandes emporios tecnológicos de Amazon, Facebook, Apple,Twitter, Microsoft y Google. Estas firmas son la piedrita en el zapato gringo de política exterior.

A la vista está que, si tienes un gobierno que se orienta a abaratar costos manteniendo un control efectivo de costo social para que el trabajo resulte competitivo en costos para producir, entonces el trabajador puede tener mayor acceso a comprar productos. Es por eso por lo que la banca no debe tener el control de los gobiernos. En Puerto Rico, los gobernantes ya no entran tomados de la mano de un banquero; los Carrión, los Cantero Frau, los Rodríguez Ema, los Salazar, los Carlos Kako, etc. Una fauna de colmillus que nos embrollaron y que desaparecieron del panorama que ahora dominan los voraces acreedores de Wall Street a través de su cobrador y planificador de desastre que resulta ser la ley Promesa con su Junta de “Destrucción Total”. Ese es el saldo de tener a un funcionario en la capital imperial que sirve de bufón de palacio con una mano extendida y en la otra una pandereta.

Por eso ya no es anatema hablar de la independencia en Puerto Rico. Tampoco hay temor en decir que la deuda es odiosa y no se va a pagar. Que solo desde la Patria Nueva pueden hacerse las políticas de estado que enrumben al país fuera del atolladero en que se encuentra. Desarrollar un mercado interno y externo que responda a nuestras necesidades de capital industrial y de trabajo bien remunerado con políticas que atiendan la necesidad de asistencia al trabajador y su familia. Que exista democratización de las riquezas y eso nos lleve a democratizar el sector privado con cooperación y participación del trabajador. Donde nuestra realidad sea la realidad y no el espejismo. Para que ya no haya temor al desamparo y se pueda confiar en tener un gobierno con funcionarios de calidad y ofrecer legislación sobre asuntos medulares en economía y desarrollo social. Tener banca pública y políticas de inversión para solucionar nuestros problemas. Diseñar el intercambio comercial con otros países y participar de los acuerdos internacionales que abren mercados. En fin, disfrutar de las ventajas de la soberanía que otras naciones tienen.