Diego Padró: rescatado por Pedro Juan Soto y Carmen Lugo Filippi

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Pedro Juan Soto (ya fallecido) y su esposa Carmen Lugo Filippi no son sólo grandes escritores y puertorriqueños defensores de la libertad patria. También tienen el mérito de haber ido al rescate de otro gran escritor puertorriqueño que fue víctima de descuido y menosprecio en Puerto Rico, J. I. de Diego Padró y las once obras que publicara. En su importante libro “En busca de J. I. de Diego Padró”, el autor de "Spiks", "Usmail" y otros clásicos de la literatura puertorriqueña hace un abarcador análisis de la obra del autor de “En babia”, que por cierto es la única de las novelas de Diego Padró que ha sido objeto de una tesis universitaria, en este caso por el fallecido escritor Carmelo Rodríguez Torres (“Veinte siglos después del homicidio”).

Pedro Juan también señala, con gran justicia, que pese a los varios puestos de “escritor residente” con que contaba la Universidad de Puerto Rico nunca se tomó en cuenta a De Diego Padró para ocupar uno de ellos. Destaca Pedro Juan que “sólo J. I. de Diego Padró se ocupa a partir de 1924 de hacer obra novelística persistentemente (seguido por Enrique A. Laguerre, desde 1935), durante más de dos décadas que se caracterizan primordialmente por la renuencia de diversos autores puertorriqueños a intervenir en el género de la novela”.

“En busca de J. I. de Diego Padró” consta de tres partes. La primera, escrita por Pedro Juan, se titula “J. I de Diego Padró y nosotros” y contiene un contundente análisis sobre la obra del escritor.

La segunda, titulada “Indagaciones” transcribe una extensa conversación de Pedro Juan y Carmen Lugo Filippi con De Diego Padró y su esposa Alicia en la que los dos matrimonios hablan sobre la vida y ejecutoria literaria del escritor, fallecido varios meses después de la reunión.

La tercera, “Muestrario”, recoge fragmentos de varias de sus novelas, “En babia”, “El tiempo jugó conmigo”, “El minotauro se devora a sí mismo”, “Un cencerro de dos badajos” y “El hombrecito que veía en grande”, así como varios poemas suyos, entre ellos su “Epístola a Luis Muñoz Marín”.

No es De Diego Padró el único escritor puertorriqueño que ha sido víctima de descuido y menosprecio en Puerto Rico. De ahí la importancia del gesto de Pedro Juan y Carmen, que debe servir de ejemplo para que otros estudiosos de la literatura se den a la tarea de reivindicar escritores importantes de Puerto Rico a los que aún no se les ha hecho justicia.